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A su regreso a la tierra, un astronauta reflexiona sobre su viaje, su fe


HOUSTON (BP)–Patrick Forrester, el astronauta de transbordadores espaciales quien llevó consigo una pieza histórica para la historia de la aviación espacial en un vuelo reciente del transbordador Discovery, anima a las personas a involucrarse personalmente en el Evangelio más allá de lo que están acostumbrados.

“Realmente animo a todo el que aún no lo ha hecho a ir por lo menos a un viaje misionero, ya sea en la misma ciudad o al otro lado del mundo, porque creo que cambia tu vida el ver la necesidad que hay y la manera en que podemos tener un impacto en las personas,” dijo Forrester a Baptist Press.

Cuando el trasbordador espacial Discovery atracó en la estación internacional espacial a finales de agosto,el diácono en la Iglesia Bautista University en Houston, Forrester, llevó consigo una pieza de la caja de batería del aeroplano Piper PA-14 de Nate Saint, un piloto misionero martirizado.

La parte del aeroplano fue provista por Mission Aviation Fellowship, una organización que transporta personal médico misionero, medicinas y artículos de ayuda humanitaria hacia áreas remotas. Forrester tiene planificado devolver dicha parte a la organización junto con un certificado confirmando su presencia en el vuelo del Discovery.

“Anhelo la oportunidad de ir a Idaho y devolverla en persona y poder hablar con los empleados y sus familias acerca de los vuelos espaciales,” dijo, refiriéndose a las oficinas centrales de dicha organización en Nampa, Idaho.

Forrester describió la pieza de la caja de batería como una que mide cuatro por seis pulgadas. Nate Saint fue uno de los cinco misioneros al Ecuador que fueron asesinados en un banco de arena en 1956 en manos de una tribu de los indios waodani.

“Se nos permite volar con 10 cosas provenientes de organizaciones; a esto se le llama un estuche oficial de vuelo,” dijo Forrester. “Cuando estaba buscando organizaciones que yo sintiera que tendrían un impacto en el mundo y que habían tenido un impacto en mi vida, ésta fue una de las que yo quería honrar.”

Además de la parte del aeroplano, Forrester aceptó una bandera honrando al batallón de soldados heridos del Centro Médico Militar Walter Reed y un recuerdo del guardia militar de honor que dirigió el funeral de su padre este año.

Este fue el tercer viaje espacial para Forrester, de 52 años, un coronel militar jubilado y piloto aviador que ha sido astronauta desde 1996. Realizó caminatas sobre el espacio en sus dos primeras misiones, en el 2001 y 2007, y esta vez uno de sus roles principales fue operar el brazo robótico que revisa el daño del trasbordador espacial.

“Desde el accidente del Columbia lo hacemos para asegurarnos de que no hay daños al lanzarlo al espacio y asegurarnos de que no hay daños una vez que se atraca en la estación espacial desde donde regresa a casa,” dijo.

Forrester describió lo que se siente ver la expansión de la creación de Dios con sus propios ojos. “Siempre es una vista hermosa la que tenemos cuando estamos allá arriba mirando hacia la tierra y mirando hacia las estrellas y la luna, hacia el cielo,” dijo. “Siempre me asombra lo que veo.

“A veces la gente espera que sea una experiencia religiosa cuando subes allá, y creo que al conocer a Dios como Creador y los milagros que veo por todo mi alrededor en la tierra, ya no es tanto eso y a veces es más lo que Dios me enseñó a través de mis experiencias al ser un astronauta.”

Forrester no espera viajar al espacio de nuevo, dado que sólo hay seis misiones espaciales más antes de que termine el programa de trasbordadores espaciales. Estos seis vuelos ya han sido asignados a otros pilotos.

Con un fuerte interés en las misiones, Forrester espera regresar al campo misionero en viajes a corto y posiblemente largo plazo.

“No tengo ningún viaje misionero planificado hasta ahora, principalmente porque acabo de regresar de un vuelo espacial. He tenido algo de viajes que hacer después del espacial y algunas presentaciones que hacer,” dijo. “Anhelo mi siguiente viaje misionero. Los he extrañado en los últimos dos años porque he tenido que volar al espacio y recibir entrenamiento.
“¿A dónde iré? Aún no estoy seguro. Tengo deseos de regresar a África. Hemos estado en Uganda un par de veces y en Sudáfrica, y tengo un presentimiento de que iremos en esa dirección,” dijo Forrester.

Tiene un buen amigo que trabajó como médico para la NASA y luego se convirtió en misionero en Uganda con la Junta de Misiones Internacionales de los bautistas del sur. Este hombre, quien diariamente opera vuelos misioneros con Mission Aviation Fellowship, recientemente fue transferido a Lesotho, un país en el sur de África y que no tiene salida al mar.

“Espero poder ir allá a verlo en Lesotho,” dijo Forrester.

Mientras anima a las personas a ir a por lo menos un viaje misionero, Forrester dijo que la respuesta sencilla a la pregunta de por qué la gente debe ir es que es el mandato de la Gran Comisión.

“Creo que todos hemos recibido ciertos talentos y pasiones y regalos, y se trata de encontrar dónde se intersectan con la obra de Dios, la cual se está desarrollando a todo nuestro alrededor. Tenemos que descifrar dónde se supone que debemos tener un impacto en el mundo,” dijo.

“Una vez que se mis ojos vieron por fin a la gente que da sus vidas por la obra de Dios y lo poco que nos cuesta hacer lo mismo, creo que es algo importante, y yo haré lo que sea para llamar la atención hacia ello o apoyarlo con mi propia vida y mis recursos, eso es lo que quiero hacer.”
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Erin Roach escribe para Baptist Press.

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  • Por Erin Roach