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Ciudades antiguas, aventura que no es nueva para hijos de misioneros


NOTA DEL EDITOR: Los Pennington sirven en Perú gracias a las ofrendas bautistas del sur a la Ofrenda de Navidad Lottie Moon y al Programa Cooperativo, los cuales financian internacionalmente la presencia y los alcances en misiones de casi 5.000 misioneros bautistas del sur. Las donaciones a la ofrenda Lottie Moon son recibidas a través de las iglesias locales bautistas del sur o en línea en [URL=http://www.imb.org/main/lottie-moon/default.asp?cid=lmcop]. (*Nombre cambiado)

NOTA DEL EDITOR: Este artículo se actualizó después de su publicación inicial.

CHAVÍN DE HUANTAR, Perú (BP) — Jordan y Trevor Pennington saben todo sobre el imperio Inca, la civilización sudamericana que les parece casi mítica a la mayoría de los niños escolares en EE.UU.

Los chicos han vivido tres años y medio en un pueblo de las montañas de Perú, el país donde los incas surgieron con poder hace siglos.

Para el siglo XV, los incas habían creado el más grande imperio precolombino jamás visto en las Américas. En los 1530s, el conquistador español Francisco Pizarro derrotó al líder inca Atahualpa y demandó un cuarto llenó de oro por un rescate.

El pueblo peruano al que Jordan, 14 años, y Trevor, 11 años, se trasladaron en 2009 con sus padres misioneros, Brian y Jenn Pennington, es el sitio de aun una civilización anterior llamada la cultura chavín. Esta cultura, que influenció una larga franja de Perú durante su tiempo, data de antes del tiempo de Cristo y aproximadamente coincide con la época de David y Goliat.

Las ruinas del templo en Chavín de Huántar, a una distancia corta a pie de donde los Pennington han vivido, son el sitio arqueológico más conocido de la civilización. El sitio arqueológico de Chavín es Herencia Mundial de la UNESCO y atrae equipos arqueológicos cada verano con propósitos de investigación y conservación. Hay inclusive un proyecto de la Universidad de Stanford que estudia la “psicoacústica” arquitectural e instrumental del complejo del templo y sus pasillos subterráneos.

Este intrigante lugar de pasillos con eco y una estela labrada en granito que plasma la forma de un puma también atrae turistas internacionales, que hacen el viaje de un día al sitio tomando un autobús por las montañas desde Huaraz, la capital de la región Ancash.

Jordan y Trevor, sin embargo, deambulan por los túneles del sitio arqueológico con familiaridad usando sus iPods como linternas para explorar todos los rincones.

“Lo hemos visto ya como 20 veces,” dijo Jordan. Es el “tour” inicial que su familia hace cuando visitantes o equipos misioneros pasan por el pueblo. Los Pennington han trabajado en Chavín de Huántar como parte del equipo Ancash Quechua que vive en el valle Conchucos para alcanzar a los quechuas con el evangelio.

Así que una visita a las ruinas ha sido solamente otro día en la vida de los chicos en este pueblo de montaña de los Andes peruanos. ¿La proximidad de tanta historia hace de historia la material favorita de ellos? No necesariamente.

Los chicos reciben escolarización en el hogar, mayormente de su madre. Tanto Jordan como Trevor están de acuerdo en que ciencias es su materia favorita. Jordan dijo que gramática es la materia menos favorita. Su padre ayuda en la escolarización enseñando gramática.

“Yo fui el afortunado,” dijo Brian con una gran sonrisa.

La mayoría de los días de los chicos en Chavín de Huántar han comenzado haciendo la tarea de la escuela en el hogar.

“Entramos y tenemos todo nuestro trabajo dispuesto,” explicó Jordan. “Una vez que terminamos todo el trabajo, estamos libres el resto del día, a menos que queramos hacer algo extra para adelantar.” Él se lamenta de que su hermano menor generalmente termina primero. “Él es inteligente así que es realmente fácil para él. [Mi tarea escolar] es fácil, también, pero me toma un rato más. Si la hago mal, tengo que volver y hacerla de nuevo.”

Después de clases, los chicos a menudo van afuera a jugar baloncesto con su papá y con chicos vecinos a la plaza de la escuela cercana. Baloncesto es una manera divertida en la que su familia se conecta con los chicos del pueblo.

Hay diferencias obvias entre vivir en las montañas de Perú y su ciudad natal de Fort Worth, Texas. Una de ellas es que “no hay comida mexicana” en Perú, dijeron los chicos. El estilo de vida apresurado de EE.UU. es otra.

“Es más relajado donde vivimos que en los Estados, donde todo es súper rápido y estresante,” dijo Jordan.

Sin embargo, Jenn dijo que a los chicos les encantan ambos lugares. Y ellos disfrutan viendo a los parientes cuando visitan Texas — primos, tías, tíos y abuelos. Jordan dijo que algunas veces los niños que encuentra cuando visita EE.UU. imaginan que su vida en Perú es mucho más diferente de lo que realmente es.

“Mucha gente piensa que Perú es una selva profunda,” dijo Jordan, “así que cuando les dices que estabas mirando la tele, ellos dicen: ‘Guau, ¿tienen teles allá?'” Además de televisión, los Pennington también tienen un perro llamado Rocky.

Actualización

Una constante en la vida misionera es el cambio. A finales del año pasado, los Pennington supieron que tendrían una asignación diferente. Ese cambio significó que necesitaban trasladarse de su pueblo de la montaña a Lima. En su nueva asignación, los Pennington ayudarán a las iglesias estadounidenses y a sus compañeros peruanos en entrenamiento, estrategia y logística para plantar iglesias en más de 100 comunidades en Perú.

La vida en una mega ciudad como Lima será diferente a la vida en el tranquilo pueblo de la montaña. Los chicos dijeron que extrañarán los juegos de baloncesto con los chicos vecinos y el senderismo en las montañas. La vida en la ciudad será un poco más rápida. Asistirán a la escuela allá junto con otros niños misioneros. Pero la buena noticia es que Rocky se trasladará con ellos.
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Elaine Gaston escribe para WMU (UFM) e IMB. Obtenga los encabezados de Baptist Press y las últimas noticias en Twitter.

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  • Por Elaine Gaston