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Cómo honrar a Dios en Halloween


GRANADA HILLS, Calif. (BP)–Hay una antigua oración británica que siempre me ha parecido encantadora: “De los demonios necrófagos y los fantasmas y las bestias de patas largas y las cosas que se tropiezan por la noche, líbranos buen Señor.” Mientras nos acercamos a la fecha del Halloween, me imagino que muchos cristianos deben estar albergando pensamientos similares al anterior.

Cada año, el 31 de octubre, los niños (disfrazados de demonios necrófagos y fantasmas e incluso una que otra bestia de piernas largas) van de casa en casa molestando a sus residentes al tocar el timbre y esperar una donación que ha de pudrir sus dientes. En un tono más serio, esta celebración por sí misma no parece muy sana para muchos — ¿qué hay de estos temas del ocultismo y similares? Algunos cristianos se preguntan ¿No sería mejor si el Halloween desapareciera por sí mismo?

A aquellos que concuerdan con la idea anterior, los invito a mirar el Halloween con otros ojos este año.

De acuerdo, el Halloween de hecho tiene un trasfondo pagano, proveniente de los festivales celtas tal como el Samhain en las Islas Británicas en el cual los espíritus de los muertos tenían un papel prominente. Pero aunque el 31 de octubre pudiera tener un linaje un tanto dudoso, al igual que otras celebraciones anteriormente paganas, este día ha pasado por un proceso de cristianización. Cuando el Evangelio llegó a las Islas Británicas, la iglesia primitiva reconoció el peligro y la oportunidad que presentaba el festival de Samhain. Siendo así, los primeros cristianos tomaron el día y lo reinterpretaron, instituyendo la festividad de Todos los Santos el 1 de noviembre: un día en el cual los creyentes miraban hacia el pasado recordando a todos los héroes de la fe quienes habían dejado un buen ejemplo para que nosotros lo siguiéramos. El Día de Todos los Santos, algunas veces llamado “Todos Santificados” (“All Hallows” o “hallowed,” en inglés. Palabras usadas para referirse a “tierra santa” o “santificada”) era precedido por una vigilia de oración que comenzaba la tarde anterior a Todos los Santos –- en la Víspera de Todos los Santos (similar a la “Víspera de Navidad”), el día de donde precisamente procede el Halloween actual.

Desde luego, el Halloween ha perdido mucho de su significado distintivamente cristiano. Ahora el día se concentra mucho más en comer paletas de caramelo que en reconocer al apóstol Pablo y en devorar chocolates de más que reflexionar sobre Agustín. Pero ¿y qué hemos de hacer nosotros? Si los cristianos [de la iglesia primitiva en las Islas Británicas] pudieron transformar el 31 de octubre en algo con propósito cristiano, seguramente nosotros podemos hacer lo mismo en nuestra época.

Considera que el evangelismo normalmente implica tomar la iniciativa: depende del cristiano despertar de su inercia y ponerse de pie para compartirlo con alguien, en algún lugar, y contarles del Señor. Pero no en Halloween. Durante Halloween docenas, si no cientos, de niños y sus padres vendrán a tu puerta. Van a extender su brazo disfrazado y poner frente a ti una canasta o bolsa y van a esperar pacientemente que deposites algo dentro de ella. Seguramente esperan caramelos, pero nada nos detiene de darles también algo extra: el Evangelio.

Cada año, los voluntarios en mi iglesia, la First Baptist Church de Granada Hills en California, hace justamente eso. Preparamos una mesa en el inmueble de la iglesia junto a la acera y ponemos dos grandes recipientes. Uno está lleno de caramelos; el otro está lleno de folletos evangelísticos para niños. Y cada niño que pasa por ahí recibe un artículo de cada recipiente. Muchos de estos niños no van a la iglesia. Algunos nunca han escuchado nada sobre Jesús. Pero ya que vienen hacia nosotros en Halloween, cada uno tendrá la oportunidad de conocer la historia de la salvación en palabras que pueden entender.

Es algo simple, que no les amenaza, que nos conecta con la comunidad, y lo más importante es que lleva el Evangelio a aquellos que necesitan escucharlo. LifeWay ofrece varios folletos que se pueden usar, incluso uno o dos que tienen el tema específico del Halloween. No dejemos pasar esta oportunidad; no desperdiciemos otro Halloween más que pudiéramos dedicar a la gloria de Dios.

El Halloween puede ser un ejemplo excelente de lo que Jesús enseñó en Lucas 11. Luego de ser criticado por supuestamente sólo echar fuera a los demonios con la autoridad del príncipe de los demonios, Jesús dijo, “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.” (Lucas 11:21-22). En esta parábola, Satanás es el hombre fuerte, el “dios de este mundo” (2 Corintios 4:4) resguardando su territorio, y quien es derrotado por el Espíritu del Señor, el “otro más fuerte que él” (1 Juan 4:4). Lo más impresionante de esta parábola es que Cristo nos dice que no solamente le quitan sus posesiones al hombre fuerte (supuestamente las almas perdidas), si no que se le despoja de las armas en las que confiaba, incluso de aquellas cosas que esperaba le permitieran conservar el control de su territorio.

Ahora, los cristianos han visto el poder de Dios que logra precisamente esta victoria impresionante una y otra vez, tomando las mismas instituciones que perpetuaron la obscuridad espiritual del mundo y las redimió para ayudar en la salvación. Los festivales paganos de Yule y Saturnalia con sus banquetes y árboles altos se transformaron en la Navidad, y la alabanza de la diosa pagana Eostre en la primavera, con sus huevos coloridos y demás fue transformada en la Pascua.

Con esto en mente, ofrezcamos una oración algo diferente este año, mientras vemos las calles llenas de niños pidiendo caramelos: líbranos Señor de la apatía por el bienestar espiritual de los jóvenes [disfrazados como] demonios necrófilos y los fantasmas y las bestias de patas largas.
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Eugene Curry es el pastor de la First Baptist Church de Granada Hills, California.

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  • Por Eugene Curry