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Creyentes en parque de casas móviles ‘dan todo lo que tienen’

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NOTA DEL EDITOR: La Semana de Oración por las Misiones Internacionales de este año en la Convención Bautista del Sur es del 30 de noviembre al 7 de diciembre con el tema “Un esfuerzo sagrado — Encuentre su lugar en la historia de Dios” basado en Mateo 28:19, 20. La Ofrenda de Navidad Lottie Moon para las Misiones Internacionales junto con las ofrendas del Programa Cooperativo de las iglesias bautistas del sur sostienen aproximadamente a 4.800 misioneros internacionales que buscan llevar a cabo la Gran Comisión. Las donaciones a la ofrenda Lottie Moon son recibidas a través de las iglesias locales bautistas del sur o en línea a http://www.imb.org/main/lottie-moon/default.asp?cid=lmcop]imb.org/offering, donde hay recursos para promover la ofrenda. Este año la meta es de $175 millones.

MONROE, Ga. (BP) — Ellos son la gente olvidada. Los individuos que tal vez no hayas notado si les pasas al lado en la calle.

Ellos están en cada comunidad. En los vecindarios de la periferia salpicados de cercas blancas de madera. Al final de caminos de grava que parece que no van a ninguna parte. Las personas que lavan los trastos en el restaurante de una cadena. Le cambian el aceite a su carro. Baten los huevos de su desayuno en el restaurant local.

Ellos son los olvidados para casi todos excepto para Pam Whitehead, quien cariñosamente se refiere a ellos como “mi gente.”

Su gente vive en Conestoga Mobile Home Park en Monroe, Georgia, donde una casa móvil sirve como base de operaciones de la misionera bautista del sur para ministrar las verdaderas necesidades de su gente cuando ella comparte sobre Jesús.

Desesperación y oscuridad

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Cuando se trata de opciones de vivienda, Conestoga, para muchos, es el último paso antes de quedarse sin un techo.

Allí, el camino lleno de baches de la comunidad, la maleza a la altura de la rodilla y las pertenencias de las familias echadas afuera después de cada desahucio parecen reflejar la desesperación y la oscuridad que la mayoría de los residentes de la comunidad han conocido.

Solamente hace unos años, la comunidad de casas móviles — solo a unos pocos kilómetros del encantador y pintoresco centro de la ciudad — era notable por la violencia, el tráfico de drogas, la transitoriedad, e inclusive los ritos satánicos.

No obstante, Pam, maestra de preescolar, y su esposo John, oficial de libertad condicional, fueron inesperadamente atraídos al parque.

La pareja, junto con equipos de oración, comenzaron a orar por el parque y sus residentes en 2002.

“El Padre abrió las puertas ampliamente a través de dos años y medio de caminatas de oración,” dijo Pam.

Los Whitehead comenzaron lentamente a establecer relaciones con los residentes y para el 2004 estaban planeando una venta de garaje, una fiesta de barrio, un programa de drogas, una búsqueda de huevos de pascua y un festival familiar de otoño.

No le tomó mucho a John, quien una vez había descrito el parque como “el umbral del infierno,” decir que el ministerio estaba en su corazón.

La pareja continuó ministrando a la gente del parque e hicieron un culto por primera vez en abril de 2005.

Todo parecía ir a las mil maravillas hasta cinco días antes de la Navidad de 2010, cuando John Whitehead inesperadamente falleció.

Lágrimas de dolor fluían, solamente para ser reemplazadas por lágrimas de gozo, cuando la ahora viuda y madre de cuatro adultos jóvenes, incluyendo a su hijo menor que tienen síndrome de Asperger, sintió el llamado de continuar el ministerio.

Los pastores locales comenzaron a turnarse para predicar en la misión los domingos en la mañana; cuando ellos no están disponibles, Pam dirige grupos de estudio bíblico.

“Pam es una persona de visión y una persona de compromiso,” dijo Allen Hill, director interino de misiones de la Asociación Bautista Appalachee y exmisionero de la Junta de Misiones Internacionales en Filipinas.

No apto para cardíacos

Lentamente, con la presencia del ministerio en el parque, las condiciones comenzaron a mejorar.

“Probablemente todos piensan que las personas de Conestoga no son más que un montón de ladrones, borrachos y drogadictos,” dijo Barbara, quien vivió en el parque durante varios meses con su esposo.

“Y no lo son. Hay muchas personas cristianas que viven ahí y que hacen lo que pueden para pagar sus cuentas y llevar comida a la mesa, como cualquier otro.”

No obstante, este ministerio no es para cardíacos.

Desde que su esposo murió, Pam ha enfrentado muchos desafíos y frustraciones. Impávida, ella sonríe y llama a cada experiencia “otra aventura.”

Cuando el techo colapsó en la casa móvil doble donde el ministerio se alojaba, Pam simplemente trasladó la congregación a otra parte. Durante siete meses, los creyentes de Conestoga intermitentemente se reunían afuera o en la casa de un miembro, antes de que les dieran una casa móvil que necesitaba reparaciones para el ministerio — llamada El Faro en la Misión Conestoga (The Lighthouse at Conestoga Mission).

El día que a Pam la mordió el pit bull de una vecina, ella aprovechó la oportunidad para compartir la Palabra de Dios con la dueña del perro, Linda. Fue una pequeña ventana abierta para la intrépida misionera porque Linda se trasladó unas pocas semanas después sin dejar su nueva dirección.

Esa es la manera que funciona en el parque. La gente viene; la gente se va; no dan explicaciones; no comunican su nueva dirección.

“Nunca puedo decirle a mi gente: ‘hasta luego.” Simplemente se han ido,” dijo Pam.

Ella ha aprendido a aprovechar al máximo el tiempo que tiene con los residentes.

Durante los pasados 10 años de existencia de la misión, muchos residentes de Conestoga se han hecho cristianos. Inclusive otros se han entregado otra vez a una fe que se había enfriado a través de muchos inviernos duros de la vida.

Los cristianos de Conestoga están aprendiendo a tomar lo poco que tienen — que sería considerado nada por muchos estándares — y a hacer algo para Dios.

Con el ánimo de Pam, los creyentes han “adoptado” a una familia que sirve en Asia del sur con IMB. Ellos oran específicamente por cada miembro de la familia además de por la etnia a la que la familia está tratando de llegar con el evangelio.

Dar de la nada

“No importa cuáles sean sus circunstancias,” dijo Pam. “Aun así se puede tener corazón por los perdidos y las naciones, y se puede actuar de acuerdo a eso, siguiendo al Padre.”

Desde 2007, El Faro en la Misión de Conestoga, a través del persistente liderazgo de Pam, ha establecido una meta de recoger $100 para la Ofrenda de Navidad Lottie Moon para las Misiones Internacionales. Para estos residentes, eso es enorme, dice Pam.

“Quería que la meta fuera una que ellos pudieran alcanzar, pero que fuera desafiante al mismo tiempo,” explicó.

Aunque generalmente le toma al grupo seis meses para alcanzar la meta, en el 2014 recogieron los $100 en cerca de dos meses y medio; y las ofrendas dadas con sacrificio, generalmente en monedas, continuaron llegando durante unas pocas semanas más.

“Uno de los chicos en el parque llegó un día corriendo, gritando y voceando y agitando la mano mientras decía: ‘Señora Pam, ¡tengo 50 centavos! ¡Tengo 50 centavos, y la gente al otro lado del océano puede oír sobre Jesús!'” relató la misionera entusiastamente.

“Poco es mucho en las manos del Padre,” dijo ella.

Para finales de abril, las pequeñas monedas dadas por los cristianos de Conestoga sumaron $128, la suma más alta de todos los tiempos.

Hill, quien ahora funge como directivo de IMB, comparó la ofrenda dada con sacrificio con “la pequeña cantidad de la viuda del Nuevo Testamento.”

“Muy frecuentemente damos ‘lo que sobra,’ pero estas personas dan todo lo que tienen,” dijo.

Para obtener más historias, fotos y videos de los cristianos de Conestoga y sus ministerios, visite commissionstories.com/conestoga.