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De muchos, uno

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Cuando las trece colonias se unieron, nos conocimos como los Estados Unidos de América. Nació una nueva nación.

La victoria sobre los británicos ocurrió porque estas trece colonias no lucharon como tantas colonias, sino como una.

El capitolio de los Estados Unidos es una estructura fenomenal y uno de mis edificios favoritos en esta tierra. La rotonda está en el medio del capitolio. En la cúpula de la rotonda está la inscripción “E PLURIBUS UNUM”, una frase en latín que significa “de los muchos, uno” o “fuera de muchos, uno” o “uno de muchos”. Fue esta inscripción la que también se colocó en el gran sello original de los Estados Unidos.

Las acciones horrendas sobre nuestra gran república llevadas a cabo la semana pasada dentro y fuera del edificio del capitolio están más allá de lo que cualquiera de nosotros hubiera imaginado. La trágica pérdida de vidas está más allá de la comprensión y por cada familia que ha perdido a sus seres queridos, estamos orando por ustedes.

Cuanto más nos alejamos del pasado miércoles 6 de enero, cuanto más aprendemos sobre ello. Lo que estamos aprendiendo no es bueno y nos duele profundamente el corazón por nuestra nación. Cualesquiera que sean los cargos que se apliquen a quienes actuaron ilegalmente, merecen ser procesados. Cada uno debe rendir cuentas por sus acciones ilegales.

El corazón de quienes fundaron esta nación y nos llevaron a nuestra independencia como Estados Unidos de América creía con gran convicción, “de muchos, uno”. Sabían que su fuerza era trabajar juntos y actuar como un solo pueblo.

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Hemos olvidado “de muchos, uno” en Estados Unidos y cómo esto se relaciona con nuestra república. Como república democrática, no operamos alejados de los demás ni unos contra otros. Debemos depender unos de otros, involucrarnos unos a otros en el proceso, aprender unos de otros a lo largo del camino y trabajar siempre juntos por el bien a largo plazo de la nación.

Como seguidores de Jesucristo, la Biblia nos enseña que en el momento en que Cristo transforma nuestras vidas, nos convertimos en parte de la familia de Dios, la Iglesia. Se nos recuerda que, aunque fuimos creados exclusivamente a la imagen de Dios, no funcionamos como individuos, sino como uno [cuerpo]. 1 Corintios 12:27 dice: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”. La Iglesia es el cuerpo de Cristo.

Cada uno de nosotros tiene dones espirituales únicos y sirve al Señor, no independientemente unos de otros, sino dependiendo unos de otros. 1 Corintios 12:26 nos recuerda: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan”. Cuando creemos en Dios y Su Palabra, vivimos de esta manera. Sin embargo, cuando elegimos nuestra independencia y autonomía lejos de nuestra identidad en Cristo, nos pavoneamos con orgullo, lo que siempre conduce a la destrucción. Esto es cuando ocurre división y deshonra mutua incluso entre el pueblo de Dios.

Les acudo a todos los que somos seguidores de Jesucristo: una iglesia dividida no puede llamar a una nación dividida a la unidad.

Determinemos unirnos como uno, cesar la retórica, dejar de señalar con el dedo, rechazar la fanfarria y unirnos en la unidad cristiana. En el quebrantamiento de nuestra nación, la iglesia necesita liderar el camino arrepintiéndose y volviendo a Dios.

Más especialmente, quiero hablar con mi querida familia bautista del sur: En el nombre de Jesús, necesitamos unirnos ahora. Las iglesias en todo Estados Unidos necesitan ver una Convención Bautista del Sur que coopere y se unifique por la causa de llevar el evangelio a todas las personas del mundo. Esta es la esperanza de Estados Unidos y la esperanza del mundo.

Mientras los políticos trabajan a través de los enormes desafíos que enfrentan nuestro país, debemos comprender nuestro rol y hacer nuestra parte para ser siempre diligentes para proporcionar un liderazgo espiritual que:

Pastores, estamos orando para que tengan la sabiduría de Dios mientras lideran con humildad ante Dios, gracia con todas las personas, el valor para predicar la Palabra de Dios y la convicción de llamar a su gente a orar por Estados Unidos más que nunca.

Solo en Jesucristo y sólo en Él podemos hacer estas cosas cuando el Espíritu nos enciende.

Santo Dios, llénanos a cada uno de nosotros con tu Espíritu Santo

Ahora es el momento de liderar.