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Día 1: Jim y Myrtle Ballard, Blackfoot, Idaho: Predicador vaquero


BLACKFOOT, Idaho (BP)–Jim Ballard conducía su camioneta una tarde de octubre. Se salió de la autopista y se adentró en un camino montañoso que a cada instante se volvía más empinado. “De repente, me di cuenta de que me estaba saliendo del camino y pensé girar el volante con precaución y recuperar el rumbo,” recuerda Jim. Pero fue demasiado tarde.

El vehículo de 375 kilos se volcó hacia atrás, dando vueltas cual si fuese un auto de juguete. Con el impacto, el volante y el velocímetro aplastaron el pecho de Jim. Era una imagen digna de un drama hollywoodense.

Pero Jim no estaba fuera de la cobertura de Dios.

Allí estaba Jim, sufriendo un dolor agonizante, tendido sobre la tierra cubierta de nieve en las montañas del Bosque Nacional Salmón, en el este de Idaho.

Jim oraba a Dios mientras que pensaba en su esposa Myrtle, la cual se encontraba a unos 16 kilómetros de distancia en su campamento para casas rodantes.

La carretera principal se ubicaba a uno o tres kilómetros de distancia. El pánico se estaba apoderando de él, mientras que un cuervo negro se encaramaba a sólo 3 metros de distancia de éste, graznando y esperando a quien seguramente de un momento a otro se convertiría en su cena.

“No te vas a comer mis ojos aún,” le gritó Jim al cuervo, mientras que desenfundaba su revólver .45/.410 y dos cajas de cartuchos. Ni los cuervos ni los lobos se comerían al viejo Jim sin al menos tener que sudar un poco.
Como el hombre práctico que es, Jim comenzó a garabatear su última voluntad y testamento en el interior de una caja de casquillos de escopeta. Utilizando una caja de barras de granola, garabateó una nota final en la cual le indicaba a quien lo encontrase (inconsciente o muerto), a quién notificar sobre lo acontecido.

“Quería decirle a mis seres queridos cuánto los amaba, y que en caso de que yo no sobreviviese, estaría bien en el cielo con Jesús.” Cuidadosamente colocó su testamento en el bolsillo de su camisa camuflajeada y la nota donde pudiese ser encontrada. Cayó en un sueño misericordioso.

Jim lleva 37 años en el ministerio. Durante los siete últimos se ha desempeñado como misionero y director de misiones de la NAMB para la Asociación Bautista del Sur del Este de Idaho.

“Puesto que el 90% de las personas en el este de Idaho no conocen al Señor, tenemos la oportunidad más grande en la tierra de llevar el Evangelio de Jesús.” Jim cree que un movimiento está en marcha para la creación de iglesias vaqueras en el Oeste. “Los vaqueros son personas muy reservadas, pero también son de las mejores personas en la faz de la tierra. Moralmente, la mayoría de ellos son muy sólidos. Los vaqueros creen en Dios porque son testigos de Su creación en los paisajes que recorren.”

Según Jim, debido a los pesados horarios de los vaqueros, los cuales trabajan largas jornadas los siete días a la semana, los plantadores de iglesias bautistas del sur tienen que tomar este factor muy en cuenta a la hora de plantar iglesias y llevar a cabo sus servicios de adoración. “Tenemos que encontrar horarios que se ajusten a ellos,” comenta. Normalmente las iglesias vaqueras se reúnen los domingos por la tarde, cuando los vaqueros han terminado sus tareas.

La visión de Jim es que cada iglesia y misión de su asociación plante una iglesia dentro de los próximos cinco años, y que entonces dichas iglesias planten otra iglesia en los próximos cinco años, con lo cual habrá un aumento de 11 a 56 iglesias en tan sólo10 años. Con tres iglesias recientemente plantadas, de seguro están en el camino correcto.

En ese frío día de octubre en la ladera de una montaña nevada de Idaho, Dios le mostró a Jim que Su plan todavía no se cumple en su vida, aún queda más por hacer.

“Mi historia es un testimonio impresionante de la provisión y la gracia de Dios,” comenta Jim, quien actualmente está recuperado por completo y de vuelta en su labor en la plantación de iglesias, predicando, y alentando a otros plantadores de iglesias en Idaho, Montana y Wyoming.
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Mickey Noah es escritor de la NAMB.

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  • Por Mickey Noah