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Drogas y surgimiento de asesinato en el campo de misión de Ávila

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NOTA DEL EDITOR: La Semana Anual de Oración por las Misiones Norteamericanas en las iglesias bautistas del sur tendrá lugar del 6 al 13 de marzo en conjunción con la Ofrenda de Resurrección Annie Armstrong 2011, cuya meta es llegar a los $70 millones para ayudar a pagar los salarios y apoyo ministerial de más de 5,000 misioneros sirviendo en Norteamérica bajo la Junta de Misiones Norteamericanas, NAMB, de la Convención Bautista del Sur. Para obtener más información, visite www.anniearmstrong.com.

LAREDO, Texas (BP)–Entre los cientos de lugares en los que los misioneros de iniciación de iglesias de la Junta de Misiones Norteamericanas trabajan y ministran a lo largo y ancho de EE. UU. y Canadá, ninguno es más peligroso que Laredo en el sur de Texas, donde Chuy y María Ávila viven y sirven.

Laredo — con una población de 300.000 en la ciudad propiamente dicha — se ubica en la ribera norte del Río Grande, exactamente al otro lado del río de Nuevo Laredo en México. El área metropolitana de Laredo-Nuevo Laredo tiene una población combinada de más de 700.000 ciudadanos estadounidenses y mexicanos. Es un centro de asesinatos a sangre fría, drogas y caos.

Nuevo Laredo a Laredo es una arteria para un mercado estimado en $20 billones operado por los carteles de la droga entre México y EE. UU. Con las drogas llegan la violencia desenfrenada y el derramamiento de sangre. Una reciente balacera local entre los oficiales de la Policía Federal Mexicana y miembros del cartel de drogas dejó una docena de muertos y más de 20 heridos. Es una rutina para los ciudadanos de Laredo oír el eco de los disparos que llegan a través del Río Grande procedentes del lado de la frontera de Nuevo Laredo.

Chuy, de 48 años, y María –- conjuntamente patrocinados por NAMB y la Convención Bautista del Sur de Texas — son dos de los más de 5.000 misioneros en EE. UU. y Canadá y sus territorios patrocinados por la Ofrenda de Resurrección Annie Armstrong para las misiones norteamericanas.

“Laredo es un lugar peligroso para ministrar,” dijo Ávila. “Necesito las oraciones y el apoyo de parte de mis hermanas y hermanos cristianos.”

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Nacido en medio de una familia católica en Ciudad Juárez, México, Ávila tenía solamente 5 años de edad cuando un misionero llegó a su ciudad para tener una campaña de reavivamiento.

“Esta es la manera en la que el evangelio llegó a nuestra familia. Mi mamá fue salva, mi papá fue salvo y yo fui salvo cuando tenía 21 años de edad. Al año siguiente fui llamado al ministerio,” dijo Ávila.

Hace solamente 18 meses, los Ávila estaban trabajando y viviendo en Tennessee, donde él pasó 11 años como estratega de iniciación de iglesias hispanas.

“En ese tiempo no sabía nada sobre Laredo,” dijo. “Estaba orando por un nuevo reto y una nueva visión, y el Señor me puso Laredo en la mente y en el corazón.”

Después de una visita, los Ávila se enamoraron de la ciudad de la frontera sur de Texas.

En Laredo, la estrategia de Ávila ha sido ir a los vecindarios — él los llama “colonias” — donde no hay trabajo evangelizador existente en el lugar y donde él siente la necesidad de comenzar algo nuevo, como una iglesia bautista. Él comienza con fiestas de barrio y Escuelas Bíblicas de Vacaciones, y cada familia de Laredo que llega a la fiesta de barrio recibe gratis una Biblia.

Ávila ha formado compañerismos con los pastores locales y laicos y ha establecido una casa misionera — una casa totalmente equipada para albergar hasta 30 personas. Cuando las personas pasan una semana allá, son hospedados, enseñados y discipulados por Ávila. La casa misionera sirve como iglesia los domingos.

“Hay solamente 53 iglesias evangélicas en Laredo,” dijo Ávila. “Para alcanzar solamente el 25 por ciento de la población de 300.000, Laredo necesita 278 nuevas iglesias. Ahora solamente tenemos 14 iglesias bautistas, con un promedio de 50 personas cada una. Necesitamos comenzar 50 iglesias más durante los siguientes cinco años solamente para seguirle el ritmo al crecimiento de la población de Laredo.”

Además del peligro, dijo Ávila, Laredo es un lugar desafiante para ministrar.

“La edad promedio de la población es de solamente 30 a 35 años,” dijo. “Y no solamente la gente es joven, del 80 al 90 por ciento habla español y el 70 por ciento es bilingüe. Así que Laredo es una ciudad que ofrece diferentes clases de situaciones que no ofrece ninguna otra ciudad de EE. UU.”

La visión de Ávila es impactar Laredo con el evangelio una familia a la vez, así que él se enfoca en alcanzar familias enteras para Cristo.

De acuerdo con Ávila, los bautistas han estado en Laredo 135 años, pero esos esfuerzos solo han producido 14 iglesias bautistas. Con su meta de 10 nuevas iglesias al año — para un total de 50 nuevas iglesias en cinco años — Ávila comenzará más iglesias en cinco años de las que los anteriores bautistas comenzaron en Laredo en los últimos 135.

“Queremos iglesias casa, iglesias contemporáneas, iglesias tradicionales, iglesias vaqueras, iglesias para conductores de camiones de carga y más iglesias para hablantes español e inglés,” dijo.

Ávila ve su rol como el de un catalizador que traza mapas de la ciudad, trata de encontrar dónde se necesita una iglesia y determina qué clase de iglesia iniciar.

“Debido al promedio de edad joven de la población, puede que se necesite una iglesia contemporánea. En un área en la que los hijos ya han crecido y se han ido, podríamos necesitar una iglesia tradicional. Para los vaqueros de Texas, necesitaríamos una iglesia vaquera. Mi función es descubrir las necesidades de la ciudad y entonces tratar de encontrar a la persona para iniciar una iglesia.”

Aunque Ávila les daría la bienvenida a iniciadores de iglesia de afuera, su preferencia es entrenar y equipar iniciadores de iglesia oriundos del área y luego desplegarlos a través del área de Laredo.

¿Marca una diferencia el ministerio de Ávila en Laredo? Lo hizo para Ángel Contreras.

Con tan solo 19 años, Contreras ya había cometido varios errores serios en su vida para el tiempo en el que él y Ávila se conocieron. Él se había casado a los 16, fue padre de una niña pero buscaba divorciarse de su esposa adolescente.

“Ángel pasaba por nuestra iglesia y vio algunos carros en el estacionamiento, así que pensó que había alguien que podría orar por él debido a que estaba deprimido,” relató Ávila.

Irónicamente, Ávila estaba realizando una conferencia sobre el matrimonio y la familia, y en Contreras tuvo un estudiante ávido.

Mientras tomaban café al día siguiente, Ávila guió a Contreras a Cristo. Contreras ahora está tratando de reconstruir su matrimonio, y Ávila lo está disciplinando para que sea líder en una de las 50 iglesias que Ávila planea iniciar en Laredo. Contreras también dirige la fiesta de barrio del ministerio de Ávila.

“Le doy gracias a Dios por Chuy,” dijo Contreras. “Si no hubiera sido porque el Señor usó a Chuy, realmente no sabría dónde estaría ahora. Él es como mi padre. Siempre está pendiente de todo lo que pasa en mi vida, me llama por teléfono, quiere saber cómo estoy. Somos como un equipo de padre e hijo.”

Ávila dijo que Contreras es “un ejemplo de cómo el Señor puede proveer todo lo que necesitamos para lograr nuestras metas y la visión que él nos dio para Laredo.” Ávila imagina a Contreras — quien habla español e inglés — como el futuro pastor de una iglesia bilingüe.

“La Ofrenda de Resurrección Annie Armstrong nos ayuda mucho,” dijo Ávila. “A través de eso y la oración, sentimos el apoyo. Cada mañana cuando me despierto y camino hacia el campo [misionero] en las calles, no me siento solo. Sé que hay cientos de personas orando por mí. Quiero animar a los bautistas a seguir dando porque a través de su dar, nosotros podemos llevar a cabo nuestro ministerio aquí.”

Ávila se graduó del Frontier Baptist Seminary en Ciudad Juárez, México, en 1991 y del Hardin-Simmons Baptist University en Abilene, Texas, en 1998. Ha servido como pastor y misionero en Ciudad Juárez, como pastor en El Paso, iniciador de iglesias hispanas en Midland, Texas, y como estratega de iniciación de iglesias hispanas para la Junta de Misiones Norteamericanas en Brentwood, Tennessee.

Él y María, su esposa durante 30 años, tienen cuatro hijos y seis nietos.
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Mickey Noah escribe para la Junta de Misiones Norteamericanas.