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ECUADOR: Los quechuas enfrentan discriminación, pero encuentran valor a través de Cristo

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AMBATO, Ecuador (BP)–Mientras van por el sinuoso camino montañoso que lleva a una de las 1,500 poblaciones quechuas del centro de Ecuador, el misionero David Butts discipula a Víctor, un nuevo creyente de 16 años. Convertir el tiempo del viaje en tiempo para entrenamiento es una de las maneras en que en los últimos cuatro años David ha discipulado a aproximadamente 200 creyentes quechuas como Víctor.

Cada vez que David viaja fuera de la ciudad de Ambato lleva consigo a por lo menos uno o dos nacionales. El pasar entre 30 y 40 horas semanales en el automóvil le permite compartir de Cristo y desarrollar relaciones con muchos creyentes quechuas. Estar involucrado a nivel personal en sus vidas le ayuda a entender mejor el trasfondo y potencial de los quechuas. Este es uno de los puntos más fuertes del ministerio de David, dijo su esposa Debbie.

“Se sabe sus nombres, todas sus historias,” comentó. “Es sorprendente.”

La pareja –- quienes ya dominan el español luego de pasar nueve años en Chile — comenzaron a aprender la lengua quechua después de su llegada a Ecuador en enero del 2000. Ellos saben que aprender a hablar su lengua es la clave para entender el corazón de los 1.9 millones de quechuas que habitan en las laderas de las montañas andinas justo al sur de Quito, pero también saben que para establecer relaciones con los nacionales, necesitan algo más que palabras.

“El idioma realmente no es un puente para la amistad,” dijo David. “La amistad se construye al pasar tiempo juntos y cuidar a la gente.”

Cultivar amistades con los quechuas –- el grupo indígena más grande de Ecuador — no es fácil. Los esforzados sembradores de papa y maíz y ganaderos de cerdos, ovejas y conejillos de Indias viven en pequeñas comunidades rurales y tienen fuertes lazos familiares.

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“Los quechuas son callados [pero] curiosos,” afirma David. “Quieren saber más sobre el mundo de afuera pero le tienen miedo.”

Otros grupos étnicos de Sudamérica subestiman a los quechuas por ser “sucios,” dijo. “Han sido culturalmente abusados y son tímidos. Se les ha encajonado y los demás los limitan; por eso, no sienten que tienen muchas opciones en la vida.”

Debido a esto, muchos de estos indígenas con poncho ven su herencia como un estigma y a menudo cambian sus coloridos sombreros de felpa por el estilo de vestir occidental de moda para así evitar ser discriminados. Esta mezcla cultural también se ve en sus creencias religiosas, un amasijo de catolicismo romano con animismo.

En la cultura quechua, el evangelio fluye libremente a través de la amistad, pero el pueblo quechua no tiene muchos amigos, señaló David. “Salimos y hacemos una siembra ancha del evangelio. En una semana, si logramos tres o cuatro buenas relaciones, significan nuevas áreas abiertas para el evangelio. [Internacional World Changers] es la [manera de] apertura.”

Ganarse la confianza de estas intricadas comunidades quechuas toma años, pero en los últimos cuatro los misioneros han discipulado a cientos de quechuas quienes proveen redes de amistades para expandir el ministerio.

Las presentaciones del mensaje del evangelio han producido grandes resultados entre los quechuas, afirmó David, porque les ofrece el ser libres de cómo se ven a sí mismos o de dejar que los demás definan quiénes son. Su meticulosa mentalidad se deja ver en su caminar cristiano y cualquier discriminación o persecución que sufran sólo cimienta aún más su compromiso, no su desánimo, afirmó.

“Cuando entienden [que Dios los ama y valora], el compromiso fluye de manera natural,” dijo. “Se emocionan mucho por las posibilidades de compartir su fe en otras poblaciones.”

Gracias a que los quechuas alcanzan a otros quechuas, los aproximadamente 24 grupos misioneros y casas-culto han florecido en más de 260 en los últimos tres años. Algunos grupos se han multiplicado llegando ya a su cuarta o quinta generación.

“Al ver a estos jóvenes quechuas y a miles como ellos,” dijo David, “con un deseo en su corazón por compartir de Cristo entre sus amigos y familiares me confirma que Dios está obrando aquí.”
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Lydia DeGozo es una escritora con la Junta de Misiones Internacionales (IMB, por sus siglas en inglés) de los bautistas del sur.