- Baptist Press - https://www.baptistpress.com -

EDITORIAL: ¿Conservas tu sabor?

[1]

NASHVILLE, Tenn. (BP)–De todos es conocido que una comida sin sal resulta insípida. Al mismo tiempo, el exceso de sal por lo general arruina el sabor de una comida y la hace incomible. ¿Qué les quiso decir Jesús, en Mateo 5:13, a sus discípulos cuando les dijo que ellos eran “la sal de la tierra”? ¿Qué quiso decir al plantear que si la sal pierde su sabor, se hace inservible y hay que tirarla?

Déjeme contarle una historia reciente que me ha hecho pensar mucho sobre este asunto. Hace apenas un par de semanas, un amigo que visitó mi casa y es constructor, me mostró una pequeña mancha en el techo del comedor y me dijo que eso era que estaba entrando agua por alguna parte. Se podrá imaginar el susto que nos dimos. Unos días antes habíamos tenido fuertes tormentas por casi una semana. Lo primero que pensamos fue que el techo de nuestra casa había sido dañado por el viento.

De inmediato me di a la tarea de hablar con algunos amigos para tratar de encontrar una compañía que pudiera evaluar los daños que pudiera tener el techo de mi casa y reparar, lo antes posible, lo que fuera necesario. Así conocí de la existencia de una compañía de construcción, operada por una familia, cuyo nombre es similar al de un pueblo de Palestina que se menciona en la Biblia. De inmediato llamé y pregunté si podían venir a chequear y a darme un estimado del costo de reparación y además, pregunté la razón del nombre de la compañía. Me prometieron enviar un inspector el mismo día por la tarde, pero lo que más me agradó fue escuchar que el nombre se debía a que el dueño era cristiano. ¡Guao! Eso era más de lo que yo podía esperar. Sin dudas, eso era un certificado de garantía.

Esa misma tarde, como había sido prometido, apareció un inspector quien diligentemente subió al techo de mi casa y luego de recorrer todo el techo, bajó para decirme que el techo estaba en perfectas condiciones. El agua, al parecer había entrado por una junta de una ventana que por los efectos del sol y el tiempo ya comenzaba a cuartarse. El inspector me informó que la solución era poner un nuevo material impermeabilizante. Me prometió hacerme un estimado y enviármelo al día siguiente. Y fue, dicho y hecho.

El costo era elevado y el seguro no cubriría ese tipo de reparación, pero bueno, es mejor sacrificarse que arriesgarse a tener males mayores, ¿no le parece? Acepté el estimado que era por un poco más de setecientos dólares y me pidieron hacer un depósito por adelantado del veinte por ciento. Lo siguiente fue que me fijaron la fecha de la reparación.

Yo no estaría en mi casa ese día, pero el trabajo se haría solo por el exterior, de manera que no era necesario que yo estuviera presente, además pensé que esta era gente en la cual se podía confiar. Llegó el día, y por casualidad, se encontraban en el exterior de mi casa tres amigos, arreglando un poco y pintando la puerta de entrada y unas columnas del portal. De manera que ellos fueron testigos del trabajo realizado para sellar las ventanas. Al regresar a mi casa esa tarde, uno de mis amigos me estaba esperando y me informó del trabajo que habían realizado los trabajadores de la compañía. Me dijo que pusieron el impermeabilizante nuevo sobre el material viejo que no fue quitado, como se suponía que hicieran, y por eso el trabajo les tomó menos de dos horas, incluyendo un viaje a comprar material impermeabilizante pues traían solo un tubo en su camión que se les terminó.

[2]

En verdad me pareció ridículo que me estuvieran cobrando una fortuna, por hacer algo tan mal hecho y con tanta rapidez. Pero pensé que se debía a una mala actitud de ciertos trabajadores. De manera que al día siguiente muy temprano, me puse en comunicación con la oficina de la compañía y a media mañana recibí la llamada del mismo amable inspector que me había visitado una semana antes. Solo que ahora, ya no era amable. Lo primero fue que no aceptó ni siquiera ir a ver lo que habían hecho sus empleados, por lo que asumí que era una práctica de trabajo. Lo segundo fue tratarme de convencer de que ese precio era adecuado, alegando que sus empleados habían estado más tiempo del que estuvieron en mi casa, ya que él desconocía que mis amigos habían estado presentes. Y por último, luego de decirme que él era “cristiano” trató de intimidarme, diciendo que yo había firmado un contrato y que no me podía negar a pagar.

Como podrá imaginar, yo en ningún momento me había negado a cumplir mis obligaciones de pago, simplemente estaba tratando de dar una queja por pensar que había un error en la mala calidad del servicio prestado por el que yo estaba pagando.

¿Y qué tiene que ver esta historia con nosotros? Aquel día, lo primero que vino a mi mente fue este pensamiento: “Esta gente tiene que cambiarle en nombre a esta compañía, porque esto es un engaño” si no actúan como cristianos, están amparándose en el cristianismo para hacer negocios sucios. Pero más tarde, comencé también a analizarme a mí mismo y me asaltó una preocupación. ¿Habré yo defraudado a alguien que pensó que por ser cristiano yo obraría de manera diferente ante una situación específica? ¿Cuántas personas confían en que porque somos cristianos vamos a actuar diferente? ¿Es mi manera de vivir un certificado de garantía para los demás?

Observe que lo que Jesús les dijo a sus discípulos fue que ellos eran algo importante y necesario y que tenían que servir para el fin que estaban destinados. Por eso añadió diciendo que la sal que perdía su sabor, solo servía para ser echada fuera. En Marcos 9:50 se habla del problema de una sal insípida y en Lucas 14:34 se insiste en la misma idea de Mateo y se indica el destino de la sal, cuando no sirve para sazonar.

Indudablemente esta compañía con nombre “bíblico” y este señor, que se confiesa cristiano, me dejaron con un sabor muy amargo y me hicieron recordar que los cristianos puedan actuar de esa manera. A la vez, me ayudó a reflexionar y a analizar detenidamente en mis relaciones con otras personas que no son cristianas y que seguramente están esperando lo mejor de mi parte. ¿Y usted? ¿Qué piensa usted? ¿Está dando sabor con su vida, o se ha convertido en un “cristiano insípido?” ¿Está actuando de la manera que se supone que debe hacerlo un cristiano, aunque le cueste hacerlo?

Hay formas de energizar nuestra influencia y sabor cristiano: El estudios diario de la Biblia, la oración con fe, el compañerismo con otros creyentes, el ministrar a las necesidades de los demás y el testificar de Cristo, son una buena manera de comenzar.

Oro por usted y me comprometo, invitándole para que analicemos y consideremos seriamente si en verdad estamos, en todo momento, siendo la sal y la luz que el mundo espera que seamos. Pidámosle a Dios que nos ayude a ser dignos discípulos del Maestro.
–30–
Óscar J. Fernández es el Editorial Project Leader para Leadership and Adult Publishing, en LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores de 20 países hispanos.