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EDITORIAL: Constantino Ponce de la Fuente: Un modelo para nuestro tiempo


FORT WORTH, Texas (BP)–El Dr. Constantino Ponce de la Fuente es uno de los personajes más importantes de la Reforma Española y un modelo a imitar por su fe y compromiso cristiano. Constantino era más erudito que muchos de sus contemporáneos y otros reformadores, incluso Lutero, pero su sencillez en la enseñanza y firmeza de convicciones bíblicas nos dejan un legado digno de conservar y celebrar.

Constantino Ponce de la Fuente nació en 1502 en la villa manchega de San Clemente, en la provincia de Cuenca, España. Estudió en la Universidad Complutense de Alcalá de Henares (Madrid). Llegó a Sevilla en 1533 en donde residió hasta su muerte y donde obtuvo el doctorado en teología en el Colegio de Santa María de Jesús. Constantino provenía de una familia judía conversa, fue un gran autodidacta y un excelente biblista y maestro de la lengua castellana. Fue canónigo predicador de la catedral de Sevilla, la cual por muchos años fue la iglesia más grande del mundo. Debido a su fama, fue llamado por el emperador Carlos V y por su hijo Felipe para servirlos en la corte como capellán y predicador real. Los acompañó en el viaje europeo que realizaron en 1549 para que las provincias de Alemania y Flandes reconocieran al futuro soberano, el príncipe Felipe.

La postura evangélica de Constantino fue descubierta por la Inquisición debido a que casualmente fueron encontrados sus escritos escondidos en los que abiertamente expresaba sus convicciones y creencias. El erudito historiador de la reforma española, el Dr. David Estrada, describe de la siguiente manera lo acontecido:

“El 16 de agosto de 1558, el Inquisidor Fernando de Valdés cursó la orden de apresamiento contra Constantino. El reformador predicó su último sermón en la Catedral de Sevilla el 1 de agosto de 1558. Éste confesó de la siguiente manera: “Reconozco mi letra y, por tanto, confieso que yo he escrito todas estas cosas las cuales también manifiesto sinceramente que son verdaderas. Y no tenéis por qué esforzaros más en buscar contra mí otros testimonios: aquí tenéis ya una confesión clara y amplia de mi opinión, actuad en consecuencia y haced de mí lo que mejor os parezca.”

El emperador Carlos V, al conocer en su retiro de Yuste la noticia del proceso inquisitorial de herejía contra su antiguo capellán, declaró: “Si Constantino es hereje, será grande hereje.” Su nombre fue borrado de la lápida de predicadores famosos de la catedral de Sevilla. Constantino murió aproximadamente el 9 de febrero de 1560 en una de las celdas del castillo de Triana (Sevilla) después de año y medio de prisión y antes de que se le diese sentencia. Se encontraba enfermo de disentería y no pudo soportar el sofocante calor de su celda. Sus restos fueron desenterrados y junto con su efigie (estatua de paja) fueron quemados en la hoguera el 22 de diciembre de 1560 al lado de otros miembros de la comunidad protestante sevillana.

A pesar de su gran fama y erudición, Constantino Ponce de la Fuente siempre buscó que su predicación y enseñanza estuvieran al servicio de la gente. Sus mensajes eran claros y, aunque profundos teológicamente, eran presentados de una manera sencilla para que su audiencia los entendiera y no para impresionarlos con su sapiencia. David Estrada resume así la fama de este maestro de las Escrituras: “Constantino Ponce de la Fuente ha sido uno de los grandes predicadores de la iglesia cristiana y de la reforma evangélica española en particular…tal era su fama y seguimiento que cuando tenía que predicar y predicaba por lo general a las ocho, la concurrencia de la gente era tan grande que a las cuatro de la mañana, muchas veces incluso a las tres, apenas se encontraba en el templo un sitio cómodo para escucharlo.”

Constantino era un sabio en el conocimiento de las lenguas latina, hebrea y griega y un maestro consumado de la lengua española y de la catequesis. Sin embargo, es ahora un gran modelo de predicación y fervor cristiano. Sus sermones basados en el Salmo 1 han sido recientemente publicados y curiosamente, la presentación pública de este libro se realizó hace unos meses en la biblioteca pública de Sevilla, a tan solo unos metros del lugar donde fue quemado en la hoguera. Constantino se convirtió al cristianismo a través del estudio de las Escrituras y ellas siempre fueron su fundamento de fe y conducta. En la actualidad no solamente lo recordamos como uno de nuestros padres en la fe sino como un ejemplo a imitar.
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Octavio Javier Esqueda es profesor de fundamentos de la educación del Southwestern Baptist Theological Seminary en Fort worth, Texas.

Programa de Estudios Hispanos en el Southwestern Baptist Theological Seminary enlace: http://www.swbts.edu/hispanicstudies.

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  • Por Octavio J. Esqueda