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EDITORIAL: Cuando Dios dice “no”

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SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — ¿Alguna vez ha orado y recibido un “no” como respuesta? Muchas veces he estado allí. Nos preguntamos ¿por qué? ¿Será que Dios no nos ama como dice o escucha? ¿Se habrá olvidado de nosotros? Dios sabe porque hace las cosas. Lo sabe todo y conoce mejor que nosotros mismos las circunstancias y las razones por lo que esto ocurre. Entiende mejor lo que necesitamos y podemos enfrentar. En vez de cuestionar su respuesta, debemos confiar en el y tratarlo como tal, el omnisciente Dios. Él no nos dará más de lo que podemos soportar. Al mirar hacia atrás podemos reconocer que no siempre nos presenta algo para lo cual estamos preparados. Cuando elige hacerlo, la lección es una difícil de aprender.

En lugar de enfadarnos y/o cuestionar la sabiduría de Dios al decir “no”, debemos aprender a vivir con la realidad de que Dios “sabe”. Literalmente él sabe lo que está haciendo y lo que está sucediendo. Nos equivocamos cuando dudamos de eso. Prolongamos el proceso en el que nos sentimos impacientes, orgullosos y ensimismados al rehusar aceptar su voluntad.

Hay dos maneras en que podemos aprender a lidiar con Dios dice “no”. La primera forma es aceptar que no estamos en control. No lo sabemos todo. Nuestro conocimiento es limitado. Dios no necesita un consejero especial. No necesita nuestra ayuda. Dios necesita que seamos voluntariosos y receptivos a Su voluntad. La segunda forma es minimizar la preocupación. Aprender a no preocuparnos es un viaje que comienza con vivir y aplicar las Escrituras a nuestra vida. Es entregarnos a la providencia y sabiduría de Dios en vez de nuestros propios planes.

El punto clave que no debemos de perder de vista en este proceso es renunciar a nuestra idealización de cómo debería ser la vida. Es decir, debemos estar listos a abandonar nuestras propias agendas, planes y caprichos para abrazar lo que Dios tiene delante de nosotros. Esto con la meta de llegar al punto en el que realmente creemos que Dios quiere lo mejor para nosotros. Así la vida puede volverse más sencilla y menos complicada.

En este proceso, la oración y la confianza van de la mano. Si confiamos lo suficiente en Dios para orar, ¿no deberíamos confiar lo suficiente en él para responder nuestras oraciones de la manera que él mejor considere? Recuerda que Dios ve lo que nosotros no podemos ver y “no” es también una buena respuesta. Si realmente pensamos en algunas de las cosas por las que hemos orado a lo largo de nuestra vida, deberíamos estar agradecidos de que Dios no dijo que sí a todo lo que le pedimos. ¡Nos ha salvado de unos cuantos problemas!

A veces oramos por cosas para las cuales no estamos preparados y el “no” de Dios es un escudo de protección. Debemos llegar a un punto en nuestra vida de oración en donde realmente confiemos en que Dios tiene nuestro mejor interés en su corazón y mente. Orar no se trata de cumplir nuestros deseos. Más bien se trata de hacer la voluntad de Dios. Una de las oraciones más poderosas que podemos hacer es simplemente decir: “Señor, que se haga tu voluntad en mi vida”. Si en algún momento su respuesta es “no”, agradécelo porque sus caminos son más altos y grandes que los nuestros.

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