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EDITORIAL: Cuando la tormenta amenaza

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–La mayoría de los seres humanos flaquea ante las dificultades y los problemas que nos presenta la vida.

La introducción del pecado nos convirtió en seres vulnerables y débiles. Sólo con el poder del Espíritu Santo actuando en la vida del creyente que ha sido transformado por el poder de la sangre expiatoria de Cristo es que se puede alcanzar la fortaleza y el poder que permite hacerle frente a las dificultades. Sólo Cristo puede darnos la certeza de que todas las cosas que sucedan en nuestra vida terminarán obrando en nuestro bien, si de verdad amamos a Dios y nos hemos entregado a Él.

Dice en Romanos 8.28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

TODAS incluye también al cáncer y otras enfermedades. Las dificultades económicas. La falta de empleo. Los problemas en la familia. No es que algunas cosas pueden terminar beneficiándonos y otras no. TODO lo que sucede en la vida de los creyentes está bajo el control de Dios que hará que se inclinen a nuestro favor.

Nuestra visión es limitada e inmediata. No llega mucho más allá de nuestra nariz. La visión de Dios es completa. Él es el dueño del futuro y ha planeado lo que es mejor para sus hijos, desde antes de la fundación del mundo.

Estamos diciendo que esto es así “para los que aman a Dios”. No debemos de confundir los designios y planes de Dios con el precio que hay que pagar por el pecado. Por ejemplo, si alguien comete un delito, lo más seguro es que vaya a la cárcel. Dios no lo puso allí. Esa persona se colocó a sí misma en esa posición. No obstante, hasta ese lugar puede ser usado por Dios para que la persona reciba sus bendiciones, pero no fue Él quien lo puso en esa situación.

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No obstante, muchos hijos obedientes de Dios han ido a la cárcel por no claudicar de su fe, sin más delito que ser obedientes a Él, lo cual es una situación diferente. Pero pienso que hasta de las situaciones más complicadas que el ser humano se puede buscar por su pecado y por sus malas decisiones, Dios tiene el poder y puede convertir un mal en bien cuando el hombre abre su corazón y se entrega incondicionalmente a Él.

Conocí a una señora que llegó a nuestra iglesia pidiendo dinero para poner gasolina en su vehículo. Venía en un microbús con cinco niños pequeños que lloraban de hambre. En aquel entonces yo ministraba en la ciudad de Albuquerque en el estado de New Mexico. La señora estaba desesperada. Habían matado a su esposo en California y se había lanzado con sus hijos y lo poco que tenía en una aventura que no sabía a dónde la llevaría. No tenía dinero ni fe. Sin embargo, llegó a nuestra iglesia.

Le preguntamos la razón por la que había llegado a nosotros y nos dijo: “vine aquí porque los cristianos son diferentes”. ¿Y es que acaso usted no quisiera también ser diferente? Le preguntamos. Ella comenzó a contar parte del horror de la vida que llevaba.

Aquel día, en el parqueo de nuestra iglesia en la calle Girard, ella le abrió su corazón a Cristo. Le llenamos el tanque de gasolina a su vehículo. Se les dio comida a los niños y se le dieron algunas provisiones. Nos dijo que no sabía qué haría, pero que ahora sentía paz en su corazón.

Unos meses más tarde, recibimos una carta en la que esta señora nos contaba que aquel día, cuando salió del estacionamiento de nuestra iglesia, decidió regresar a México. Había dejado el alcohol y se estaba congregando en una iglesia de su pueblo natal. Había conseguido un empleo y su familia estaba cuidando de los chicos. Ahora estaba sintiendo el llamado del Señor y estaba considerando ir a estudiar al seminario para dedicarse a ministrarle a las mujeres que estuvieran en situaciones similares a la que ella había enfrentado.

Terminaba su carta con la cita de Romanos 8:28 y nos decía que aunque estuvo desesperada y casi al borde del suicidio, hoy se daba cuenta que cuando recibió a Cristo en su corazón, Él tomó todos los pedazos de su vida y los unió de una manera admirable.

Creo que todos los cristianos hemos tenido que enfrentar alguna situación difícil en la cual podemos reconocer que ha estado la mano de Dios. Aunque de momento no podamos ver con claridad, tenemos la certeza de que si amamos a Dios, las cosas obrarán para nuestro bien. Cuando el cielo se torna gris y la tormenta amenaza, podemos tener la certeza de que Dios nos librará de todo mal.
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Oscar J. Fernandez es el editor jefe de LifeWay Español para Adultos de Leadership & Adult Publishing, LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn.