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EDITORIAL: Cuidando por toda nuestra familia en tiempos de dificultad económica

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SAN ANTONIO, Texas (BP)–La primer cosa que oí al despertar hace poco era, ¡Malas noticias en la pompa de gasolina! El reportero continuó delineando como el aumento del precio del petróleo a casi cien dólares el barril nos afectaría a todos en la cartera este invierno. En el noreste pagarán mas por el aceite para calentar los hogares, el precio de boletos de vuelo aumentaran para sufragar el costo del combustible, y por supuesto todos pagaremos más por el galón de gasolina.

En gran parte este aumento en el costo de las cosas esta atado a la devaluación del dólar en las casas mercantiles del mundo. En tiempos pasados se oía el refrán, “el dólar reina” (the dollar is king), pero aparentemente el rey dólar esta perdiendo su monarquía. No nos debe sorprender que Gisele Bündchen, supermodelo brasilera, haya insistido que le paguen en euros, moneda europea. Quizás piensa Bündchen que así asegurará el valor de su trabajo. Pero, ¿cuantos podemos demandar tales ajustes a nuestro salario?

Nuestras finanzas personales son un asunto muy delicado, pues afecta la vida presente de nuestro hogar y la calidad de vida que viviremos mañana. Y es precisamente por esta razón que no debemos dejar que las vicisitudes del comercio dicten nuestra seguridad financiera. Cuando un buque se encuentra ante la tormenta en la alta mar, el capitán sabio sabe lo que tiene que hacer.

¿Qué debemos hacer a la luz de estos tiempos inseguros?

Sobre todo podemos seguir confiando en Jehová. No digo esto como un simple perogrullo, un dicho trivial. Al contrario, son en tiempos como estos cuando verdaderamente podemos demostrar que nuestra confianza en el Señor trabaja. Confiar en Dios, es poner todo bajo su cuidado.

Por ejemplo, nuestra obligación de apoyar nuestra iglesia con diezmos y ofrendas seguirá siendo necesaria, ¿y porque no? Muchos convenientemente olvidamos que somos parte del cuerpo de Cristo—la iglesia. Es inconsistente reducir, o peor eliminar el apoyo a nuestra iglesia porque tenemos que cuidar de nuestra familia. Nos llamamos “hermanos,” por buena razón; también en la iglesia somos familia. Tenemos un Padre celestial en común; somos la familia de Dios. Nuestra contabilidad a los nuestros no es eliminada porque el dólar no rinde como antes.

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Mejor eliminar gastos discreciónarios, o costumbres costosas en tiempos de aprieto económico antes de descartar la responsabilidad de apoyar nuestra iglesia y sus ministerios. La realidad es que el amor por los nuestros nos hace sacrificar por el bienestar de ellos. Perdemos mas de lo que ganamos cuando la fuerza del dólar dicta el nivel o alcance de nuestra generosidad.

El Rey David ilustra esta realidad en su vida. Al querer comprar la era de Arauna para ofrecer holocausto a Dios (2 Samuel 24:18-24), David dijo al dueño, “Por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.” Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata (v. 24). Dar solo cuando lo podemos hacer porque tenemos en abundancia es dar sobras. Muchos dan de esta manera. Jesús mismo notó esta crítica diferencia en el dar de la multitud, y la ofrenda de una viuda pobre (Marcos 12:41-44).

Sea uno pobre o rico, la cantidad dada es relativa a la persona y sus capacidades económicas, pero en todo caso se verá la huella del sacrificio por amor a Dios. Esto es cierto en tiempos de bonanza económica como en tiempos de escasez. El que deja de dar porque le cuesta deberá examinar su motivación por dar en general (2 Corintios 8).

Aunque estoy acostumbrado a ser despertado por el radio programado al noticiero por la mañana, quizás es tiempo de cambiar la costumbre, o por lo menos la estación radial. ¿Quien necesita comenzar su día oyendo noticias tan negativas? Prefiero ser recordado de las palabras del Señor quien me asegura:

“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?… ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?… No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?… Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:26-33).

Ore que Dios le de amor por su familia—toda ella, la cual con quien vive, y la cual con quien adora al Padre celestial. Apoyemos nuestras iglesias y confiemos en Dios por todo lo demás.
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.