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EDITORIAL: Dios está en Su Trono

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LAUREL, Md. (BP) — “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” (Isaías 6:1)

En los últimos meses el virulento virus COVID 19 hasta cierta manera ha transformado nuestras vidas. Muchos han vividos encerrados en sus hogares sin mucho contacto con las cosas a su alrededor. Los estudiantes han aprendido a continuar su educación desde sus casas vía la tecnología. Otros han transformados sus hogares en oficinas. Los Grupos Familiares ahora se conducen a través de ZOOM. Pastores enseñan y predican desde sus hogares.
Pero para muchos, este virus ha traído un grande temor. Por favor, no mal interpreten lo que estoy diciendo. Este virus es muy peligroso y tenemos que tomar todos los medios para protegernos nosotros. Este temor lo he visto con las declaraciones de muchas personas alrededor que dicen, “Este es el final del mundo,” o en otros que exageradamente rehúsan salir de sus casas, aun para hacer compras. Lo único constante en medio de los rápidos cambios es el Dios que esta en Su trono. Él es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
Isaías experimentó algo parecido durante el reinado de Uzías. Isaías tenía una relación cercana con su amigo Uzías y lo admiraba. A veces, Isaías incluso iba al palacio (castillo) para quedarse con el rey Uzías. Juntos, iban al templo y oraban, y buscaban la voluntad del Señor por su pueblo. Ambos sabían que eran personas especiales, que fueron elegidos por Dios para dirigir al pueblo de Judá.
Uzías aprendió, de sus padres, desde una edad temprana las cosas de Dios. El comenzó su reinado sobre Judá a los 16 años y reinó por 52 años. Los primeros 24 años el reinó junto con su padre. Debido a su fe, Dios ayudó a Uzías a construir su reino y derrotar a sus enemigos. Durante su reinado se fortificó la infraestructura del reino; el ejercito y se construyeron torres para proteger al pueblo. La fama del rey Uzías se extendió por toda la tierra. ¡Su gente lo amaba y sus enemigos lo temían!
Con el tiempo, la arrogancia cambió su vida. Uzías quiso tomar el lugar que solo estaba reservado para los sacerdotes y entró al templo a hacer sacrificios. Eso era pecado ante Dios y por eso Dios lo castigó con lepra y así murió.
Dios amaba a Uzías, pero su ley era que solo un sacerdote debía quemar incienso en el templo. Ni siquiera el buen rey de Judá está por encima de la ley de Dios, por lo que Uzías murió pronto con la horrible enfermedad.
Esto le enseñó al profeta de Dios, Isaías, una valiosa lección. Sabía que Uzías era un gran hombre, pero debido a que salió de su lugar, Dios tuvo que llevárselo. Estando el profeta en el templo orando, vio una visión del verdadero Rey. Vio a Dios levantado, muy por encima de todos los cielos. Isaías pudo ver a Dios sentado en el trono.
Hoy día vivimos con temor de los eventos y momentos difíciles que estamos pasando. Escuchamos los triste reportes que han muerto más personas como victima del virus que murieron en las torres gemelas de Septiembre 11, 2001. Posiblemente tu que lees esto conoces a alguien que ha sido afectado por el virus. Pero, como Isaías, amigo, vuelve tus ojos al trono. Confía en Dios. El es lo único constante. Dios aún esta en el trono.
Toma un tiempo y escucha al Dios que esta en el trono, ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Isaías respondió, “Heme aquí, envíame a mí.” ¿Cómo responderás tu?