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EDITORIAL: Dos maestros de la gratitud

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DRY CREEK, La. (BP)–Es una preciosa palabra que sale de la boca –gratitud.

También es una palabra visible: se puede ver la gratitud cuando una persona está llena de ella.

Las mejores lecciones sobre agradecimiento que yo haya aprendido hasta ahora vienen de dos insólitos maestros: un guitarrista sureño y un adolescente africano huérfano.

Primero, permítanme hablarles sobre mi amigo de toda la vida Vance Gill. (Siempre digo que mi amigo el guitarrista está solamente a ‘un pelo’ de ser famoso.)

Vance una vez relató esta historia: “Tenía una fuga en el desagüe y pasé toda la mañana cavando y reparando la tubería. De rodillas en el lodo, solamente me detuve y le agradecí a Dios que tenía agua corriente.”

Esa es gratitud.

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Es una actitud. Gracias, Vance, por la lección.

Al igual que Vance, hemos de buscar la bendición en cada acontecimiento. El apóstol Pablo, quien frecuentemente escribió desde la celda de una cárcel, dijo: “Den gracias Dios en toda situación” (1 Tesalonicenses 5:18).

Como cualquier buen hábito, vivir agradecido toma práctica. Alguien como Vance Gill quien puede dar gracias cuando está de rodillas en el lodo mientras arregla una tubería de PVC lo ha practicado. No viene fácil ni instantáneamente.

Muchas veces, al parecer debemos perderlo todo antes de realmente aprender a ser agradecidos. Esa es la segunda lección que un estudiante adolescente llamado Marcus Perkins me enseñó recientemente en Liberia, África.

Mi esposa y yo conocimos a Marcus este año mientras trabajábamos en el Instituto Ricks, una maravillosa escuela cristiana cerca de Monrovia, Liberia. Debido a la tragedia de una larga guerra civil en su país de África del oeste, él no tenía familia. Durante los años de guerra, vivía de un lugar a otro antes de finalmente inscribirse en el Instituto Ricks.

La primera cosa que noté acerca de Marcus fue su sonrisa. Muy rápidamente él compartió su filosofía espiritual: “No hay nada más que podamos decir que ‘gracias’ Dios. Esto lo dice todo.”

Durante las tres semanas que pasamos en Liberia, Marcus repitió su mantra reincidentemente: “Estoy agradecido con Dios.”

Marcus compartió su historia, que ahora les paso a ustedes:

“Nunca conocí a mi familia — ni a mi madre, padre, hermanos ni hermanas. Es difícil no vivir con tus padres. Durante todos mis primeros años, nuestro país estuvo en medio de una terrible guerra civil.

“Viví con muchos miembros de la familia y pasé muchas pruebas y tribulaciones. Viví con mucha gente que no conocía, pero Dios proveyó para mí por su gracia.”

A pesar de su triste historia, Marcus mostraba gozo mientras continuaba: “Trabajé muy duro para sobrevivir. Supe lo que era la guerra en Liberia y describiría mi vida durante ese tiempo como ‘árida como el desierto.’

“Entonces encontré mi valor en Jesús. Cuando tenía cerca de siete años, comencé a entender los acontecimientos de mi vida. Confié en Jesús, sabiendo que un día nos veríamos cara a cara. Dios era mi esperanza. Le comprometí mi vida a él.

“Lo logré con grandes dificultades con la ayuda de Dios y con determinación. Ya que Dios vive en mí, sé que soy responsable de mí mismo, de tomar buenas decisiones. Debido a Jesús, sé que hay algo bueno delante de mí. Jesús me mostró la senda, cuando parecía que no había ninguna.”

Marcus terminó su testimonio con: “Si Dios puede hacer lo que ha hecho por mí, él puede hacer lo mismo por ti o por cualquiera.”

Marcus Perkins tiene algo de lo que quiero aprender: una profunda gratitud por cada bendición de su vida — sea grande o pequeña. Al parecer, él no da nada por sentado.

Dar nuestras bendiciones por sentadas o ser agradecidos son dos actitudes que no pueden existir juntas. Una se sobrepondrá a la otra. Eso es por lo que debemos en forma cuidadosa cultivar el hábito y la actitud de vivir con gratitud.

Siete viajes a África y a Asia me han enseñado mucho acerca de vivir simplemente agradecido. Maravillosamente, los cristianos en países pobres y en condiciones agobiantes a menudo poseen más gozo y gratitud de lo que normalmente vemos en EE. UU. donde aparentemente lo tenemos todo.

Esto está muy bien resumido por el teólogo católico David Stiendl-Rast: “La gratitud es la llave de una vida feliz que tenemos en las manos, porque si no somos agradecidos, entonces no importa cuánto tengamos no seremos felices — porque siempre vamos a querer tener alguna otra cosa o algo más.”

La gratitud, es una palabra de acción de gracias. Es más que ser agradecidos un día o durante una semana cada año. Es un hábito y una actitud. Una forma de vida. Una forma de vida que dos amigos me enseñaron: Vance y Marcus. Dos personas de dos mundos aparentemente muy diferentes — maestros de la maravillosa cualidad llamada gratitud.
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Curt Iles escribe desde su pueblo Dry Creek, Luisiana. El autor de siete libros puede ser contactado en www.creekbank.net. Su última novela se titula “A Good Place (Un Buen Lugar).” Para leer toda la historia de Marcus Perkins, visite www.whativaluemost.com y escriba su nombre. Para saber más sobre el Instituto Ricks, visite www.ricksonline.org.