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EDITORIAL: El Día de la Reforma

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HOLLYWOOD, Fla. (BP) — Hace ya 500 años en 1517, Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del palacio en Wittenberg, Alemania, dando lugar al inicio de la Reforma Protestante.
Este monje agustino quien era un profesor de teología de la Universidad cuestionó la praxis de la Iglesia Católico-Romana de sus días.
Muchos el día de hoy conocen el resultado del accionar de Lutero, lo cual fue la Reforma protestante.  Sin embargo, desconocen varios elementos importantes de las razones que llevaron a Lutero a reaccionar de tal manera.
Sucedió que Alberto de Brandeburgo, quien fuera un jovencito, tenía la aspiración de ser obispo de 3 ciudades. El quería ocupar el cargo de arzobispo de Maguncia, una ciudad situada suroeste de Alemania, a orillas del río Rin. Esta era una ciudad destacada en tiempos medievales y relevante por ser un puerto prominente.
Alberto ya ejercía el obispado sobre 2 ciudades, no obstante deseaba fervientemente el arzobispado. Es importante resaltar que era prohibido por el derecho canónico de la Iglesia Católico-Romana que un joven ejerciera el cargo de obispo y mucho menos de arzobispo.
Debido a esto, Alberto necesito el apelar al papa para que le diera una excepción de la prohibición que estipulaban las leyes de la Iglesia.
El papa en mención era Leo X quien por la cantidad de diez mil ducats (i.e. monedas de oro o plata, usada para los negocios en la Europa de aquellos días), accedió a concederle al joven Alberto la dispensa papal, para que obtuviera sus tres obispados.
No obstante, siendo que él no poseía esa cantidad de dinero en efectivo, el estaba en la necesidad apremiante de levantar dichos fondos. Para esto el se va a valer de la habilidad de persuasión del fraile Juan Tetzel para vender indulgencias a los feligreses.
Dichas indulgencias eran una mediación de la Iglesia Romana con la autorización del Papa para perdonar las penas temporales por los pecados que los feligreses debían purgar por sí mismos. Adicionalmente, estas concedían la remisión de las penas para sus familiares que se encontraran en el purgatorio de las almas.
Haciendo uso de sus capacidades de oratoria el fraile Tetzel comenzó a vender estas indulgencias, usando un cliché, que decía: “Tan pronto como una moneda suena en el cofre, el alma sale del purgatorio.”
Esto inquietó profundamente a Lutero, quien pudo observar cómo las personas se volcaron a comprar las quimeras que vendía Tetzel, las indulgencias por los pecados pasados, presentes y futuros.
Así que Martín Lutero, puso sus pensamientos en papel, escribiendo 95 tesis con las cuales pretendía hacer razonar a muchos (entre esos al mismo papa) y llamarlos al arrepentimiento. Lutero movido por el obrar de Dios (Filipenses 2:13), publica su invitación al debate justo la noche del 31 de octubre de 1517, en la víspera de la celebración católico-romana del “Día de todos los Santos”.
En 1518, Lutero en su “Tratado sobre la indulgencia y la gracia” expresó: “Se dice que el pecador, con lo que aún le queda por penar, tiene que ir al purgatorio o acudir a las indulgencias, pero ¡se dicen tantas cosas sin razón ni prueba de ninguna clase! … Es un error mayúsculo querer satisfacer uno por sus pecados, cuando Dios los perdona sin cesar gratuitamente por su inestimable gracia y sin ninguna exigencia a cambio”.
Lutero estaba en lo correcto porque la Escritura afirma que somos “Justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24b LBLA).
Su descubrimiento y valentía fue el acto providencial de Dios con el cual la luz del evangelio resplandeció en medio de las tinieblas.
Algunos han argumentado diciendo que inicialmente Lutero quería reformar la Iglesia Católica Romana, no obstante en el verano de 1520 el papa le dio 60 días para arrepentirse de sus ataques contra la Iglesia Católica Romana. A lo cual el respondió quemando la bula papal en público. En 1521, El emperador del Santo Imperio Romano, Carlos V convocó a Lutero a renunciar oficialmente sus escritos. Al siguiente día es que el dijo las famosas palabras “A menos que se me persuada por testimonios de las Escrituras o por razonamientos evidentes, porque no me bastan únicamente las afirmaciones de los papas y de los concilios, puesto que han errado y se han contradicho a menudo, estoy sujeto a los textos de la Escritura que he citado y mi conciencia continúa cautiva a las Palabras de Dios. Ni puedo ni quiero retractarme de nada, porque no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la propia conciencia”.
Como consecuencia Carlos V, condenó a Lutero como hereje y puso un precio sobre su cabeza.
A partir de esto Lutero comenzó su traducción de las Sagradas Escrituras al Alemán, lo cual sirvió de guía para las traducciones de la Biblia al Inglés y luego al Español. Al hacer accesible la Palabra De Dios para el pueblo común y corriente, las llamas de la Reforma protestante comenzaron a esparcirse rápidamente. Sin Lutero no tendríamos acceso a la Biblia y al entendimiento de que la justificación es solamente por gracia por medio de la fe.