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EDITORIAL: El Dios de la familia y la sexualidad


FORT WORTH, Texas (BP)–El Dios creador del universo es la base y el fundamento de toda nuestra existencia. Las respuestas a las grandes interrogantes del ser humano, ¿qué es la realidad? ¿Quién soy? ¿Por qué soy? ¿Dónde estoy? ¿Por qué hay bondad o maldad?, se encuentran solamente cuando se toma a Dios como el punto de partida. Por lo tanto, no es coincidencia que la primera declaración de la Biblia es que Dios es el creador de todo lo que existe (Gen 1:1). De la misma manera, la primera declaración de fe adoptada por la iglesia—conocida como el Credo de los Apóstoles—iniciaba con la misma afirmación “Creo en un Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”.

Debido a que toda la creación y nuestra existencia se centran en el Dios creador, la común dicotomía entre lo “sagrado o religioso” y lo “secular” no debería existir. En realidad no existe sino que las personas, y desgraciadamente en la mayoría de los casos, los cristianos mismos, la inventan. Como todo depende del Creador, todo es sagrado. Dios tiene influencia en todas las áreas de nuestra vida y no hay nada que no se relacione con Dios. Por lo tanto, el ser humano fue creado para representar al Creador en la tierra (Gen 1:26-28) y los cristianos somos embajadores de Cristo al mundo que nos rodea (2 Cor. 5:20).

Desgraciadamente, los cristianos reducimos el señorío de Cristo y su influencia a sólo un puñado de experiencias religiosas y, de esta manera comunicamos sin darnos cuenta, que el cristianismo se ocupa únicamente de lo “religioso” y que no tiene nada que ver con lo “secular”. Esto no es y no debería ser así. Si bien el evangelio o buenas nuevas se centran principalmente en la redención de nuestros pecados a través de la muerte y resurrección de Cristo, las buenas nuevas van mucho más allá que un perdón de pecados y un boleto al cielo. La vida que Cristo ofrece afecta todas las áreas de nuestra vida y sólo en Él encuentran su plenitud.

Es comúnmente reconocido que la familia es la base de nuestra sociedad. Los cristianos afirmamos que la familia no tiene su origen solamente en un acuerdo social sino en el Dios creador. Es lamentable, por lo tanto ver que nuestra sociedad está resquebrajando la base que la sustenta. Ya no es novedad observar la decadencia familiar a nuestro alrededor con el número cada vez mayor de padres solteros, divorcios, abortos, homosexualismo, actividades sexuales fuera del matrimonio y la cada vez mayor falta de compromiso al matrimonio.

Por lo tanto, la familia es un área crucial que necesita recibir la instrucción correcta para redefinir su propósito original en el Creador. Es imperioso que nuestra sociedad en general y los cristianos en particular reflejemos el modelo de Dios para la familia. Las iglesias necesitan dos estrategias para hacerlo, una preventiva y una restauradora.

Las iglesias necesitan enseñar el modelo divino de la familia a los padres. Con frecuencia les recordamos a los padres que son ellos los que tienen la obligación principal de educar a sus hijos en el temor de Dios, pero la mayoría de las veces no les decimos cómo hacerlo. Todas las parejas, no solamente las que buscan casarse, deben recibir asesoría matrimonial. La presentación del modelo divino para la familia y sus implicaciones prácticas deberían ser un elemento cotidiano de la enseñanza de las iglesias.

Las iglesias también deben ser agentes de redención para las familias. De la misma manera que el Señorío de Cristo afecta todas las áreas de nuestras vidas, su gracia y perdón también restaura todas las áreas afectadas por el pecado. En ocasiones solamente presentamos el modelo perfecto al que es necesario aspirar y se nos olvida que nadie es perfecto y que la santificación es un proceso que dura toda la vida. Los cristianos debemos ayudar a sanar las heridas que el pecado ha dejado en nuestras familias.

La sexualidad es quizá el área familiar más distorsionada por la sociedad. La inmoralidad sexual que nos rodea ha hecho que muchos cristianos vean al sexo como algo que combatir y no como un invento divino para celebrar. Con frecuencia nos referimos a la sexualidad en términos negativos como algo que evitar o apaciguar. Si bien es cierto que tenemos la obligación de evitar el pecado, también es cierto que como embajadores de Cristo debemos proclamar el diseño de Dios en términos positivos y quizá no haya otra área donde esto sea más necesario que la sexualidad.

Hace unas semanas asistí a una conferencia sobre sexualidad con el Dr. Doug R. El tema de la conferencia no podía ser más apropiado “Sexualidad sagrada” ya que el énfasis era la teoría correcta de la sexualidad. De hecho, el Dr. Rosenau, un famoso terapeuta sexual cristiano, se refiere a sí mismo como un “evangelista sexual” porque su ministerio es compartir las buenas nuevas del modelo de Dios para la sexualidad en un mundo que ha distorsionado su plan perfecto.

Los líderes cristianos tenemos la obligación de enseñar a las personas cómo “renovar su entendimiento” para que puedan disfrutar el plan perfecto de Dios para todas las áreas de sus vidas. Creo que la enseñanza sobre la familia en general y sobre la sexualidad en particular, debería estar al inicio de la lista de prioridades de todas las iglesias.
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Octavio Javier Esqueda es profesor de fundamentos de la educación del Southwestern Baptist Theological Seminary en Fort worth, Texas.

Programa de Estudios Hispanos en el Southwestern Baptist Theological Seminary enlace: http://www.swbts.edu/hispanicstudies.

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