BRENTWOOD, Tenn. (BP) — Toda la nación sabe que el lunes 21 de agosto hubo un eclipse total de sol que pudo ser observado en muchos lugares de nuestro país. De manera especial, la ciudad de Nashville y todo Middle Tennessee fueron de los lugares privilegiados que pudieron observar este extraño fenómeno que se puede observar una sola vez en la vida, por el tiempo que demora en repetirse.
Desde varios días antes las autopistas de nuestra ciudad se comenzaron a congestionar, todos los hoteles estaban llenos a su máxima capacidad y personas de todas partes del país y muchas personas de diferentes partes del mundo llenaron la ciudad.
Se experimentó una extraña sensación de júbilo con una gran expectativa. Las escuelas públicas cerraron sus puertas, las oficinas dentales y los consultorios médicos en muchos casos cerraron sus puertas porque los pacientes llamaron cancelando sus turnos. Se agotaron los espejuelos para ver el eclipse, y muchos comercios tenían muy pocos empleados y menos clientes.
Yo lo describiría como “un jubiloso caos”. Y al final llegó el día esperado y la hora crítica. Todos los canales locales de TV comenzaron a transmitir en vivo el fenómeno. En muchos centros de trabajo, los empleados salieron a la calle o a los estacionamientos para ver el fenómeno tan esperado.
El eclipse comenzó poco a poco, como cuando el cielo está nublado, y fue avanzando hasta que todo se puso muy oscuro, como si estuviéramos en medio de una noche sin luna ni estrellas. El alumbrado público se activó, y no se podía ver absolutamente nada sin una luz. Y de la misma manera que llegó, comenzaron a disiparse las tinieblas y todo volvió a la normalidad de un placentero día de verano en Middle Tennessee.
Muchas cosas me vinieron a la mente en ese momento como: El Salmo 8; Salmos 24, Salmos 46 y recordé la grandeza y la majestuosidad de nuestro Dios, así como la perfección de Su creación. Lo débiles e insignificantes que somos los seres humanos ante nuestro Dios y de manera especial me puse a reflexionar en Mateo 5:14 que recoge aquel día cuando Jesús luego de subir a un monte les dijo a Sus discípulos y a la multitud que se había congregado para escuchar Sus enseñanzas: “Vosotros sois la luz del mundo”.
Y en realidad, un eclipse total de sol produce eso: ¡Falta de luz! La luna se interpone entre el sol y la tierra y no permite que la luz del sol llegue hasta nosotros. Y eso mismo ocurre en este mundo loco en el que estamos viviendo. No se trata de que haya más tinieblas ni oscuridad que nunca antes en la tierra. Simplemente es que hay “falta de luz”. Y si nosotros los cristianos estamos llamados a ser la luz del mundo, tal vez sea que no estamos brillando lo suficiente.
Mi pastor Mike Glenn, siempre nos dice que el problema del mundo con nosotros los cristianos no es que seamos diferentes, sino que no somos suficientemente diferentes. Y esa es una gran verdad. El mundo, aunque nos condena y ataca, espera que nosotros reaccionemos de una manera diferente.
El eclipse me recordó que tenemos que alumbrar para disipar las tinieblas que están envolviendo al mundo. Que tenemos que ser “suficientemente diferentes” para que el mundo note la diferencia. Que Jesús fue quien dijo esto y que como seguidores de Él tenemos ese mandato que no es una opción. Que no podemos participar de las cosas en las que participa el mundo ni hacer lo que hace el mundo.
Yo nací bautista del sur. Fui bautista del sur antes de ser cristiano, porque desde que abrí los ojos al mundo mis padres me llevaron a una iglesia bautista del sur. Y de mis años de la infancia recuerdo que muchas cosas se hacían de una manera diferente en nuestra iglesia, a como se hacen hoy en muchas iglesias de nuestra denominación. Pienso que tal vez sea un buen momento para reflexionar y pensar si nosotros estamos influyendo en el mundo o si es el mundo el que está influyendo en nosotros.
¡Estamos llamados a ser luz y a ser diferentes!