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EDITORIAL: El Movimiento Migratorio: ¿Problema u Oportunidad?

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–El fenómeno migratorio es un elemento común del siglo 21. Las corrientes rápidas de inmigración global que vemos hoy presentan desafíos y oportunidades sin precedentes para ministrar en nombre de Cristo. El fenómeno es complejo. Sus causas y efectos van desde una búsqueda de mejoría social y económica hasta los horrores de la guerra, la guerrilla, los conflictos étnicos y el genocidio.

Es un desafío misionero que empuja a la iglesia cristiana a regresar a sus propios fundamentos de fe. Los inmigrantes son gente en transición, los cuales experimentan la pérdida de sus raíces y están abiertos a nuevos compromisos, listos para abrazar la fe de una manera personal.

El hermano J. Samuel Escobar, quien preside el Consejo de Recomendaciones de Lausana III (Ciudad Cabo 2010, Sudáfrica) y quien enseña en el Seminario Bautista Teológico de la UEBE en Madrid subraya de forma clara que este movimiento masivo y global indica que “los campos misioneros de hoy están en movimiento.” La Organización Internacional para la Migración estima que el número de migrantes foráneos alrededor del mundo está en el orden de los 200 millones de personas. Otros 100 millones están migrando dentro de sus propias fronteras.

Un estudio nacional hecho por LifeWay Español confirma la realidad de que gran parte del pueblo hispano en nuestra nación está en movimiento. Conscientes de este fenómeno, la iglesia debe poner en práctica una visión del reino y procesos continuos que nos permitan desarrollar y formar discípulos multiplicadores constantemente.

En el Nuevo Testamento vemos que la migración fue un factor determinante en el avance de la iglesia. Leer Romanos 16 en donde Pablo termina saludando a un gran número de hermanos nos recuerda que el apóstol los había conocido en sus viajes a través del imperio romano. Luego estos terminaron en Roma. El movimiento migratorio era constante y común en el imperio romano así como lo es en el siglo XXI.

Como un gran centro económico, cultural y político, Roma atrajo a muchos inmigrantes así como nuestra nación atrae a gentes de todas partes del mundo buscando trabajo, seguridad y un futuro que no encontraron en su lugar de origen.

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Todo el Nuevo Testamento muestra gente moviéndose de un lado a otro. En medio de ello, los creyentes utilizaron este fenómeno para sembrar y fortalecer iglesias por todas partes. En pocas palabras, hicieron discípulos intencionalmente a fin de llevar a cabo el cumplimiento de la Gran Comisión. Priscila y Aquila la primera pareja a quien Pablo saluda en Romanos 16:3 provee un elemento clave en el entendimiento de la formación de nuevas congregaciones en tiempos del Nuevo Testamento.

Las crisis sociales y económicas pueden revelar lo peor del racismo. Pueden mostrar los desagradables fantasmas de la discriminación y la atrocidad de crímenes de odio en una sociedad. La resistencia a aceptar a aquellos que son o vienen de diferentes orígenes o culturas puede afectar a los cristianos también. Por eso, debemos aprender a no caer en provocaciones y ver el problema a través de los 20 siglos de la historia de la iglesia neo testamentaria.

Algunas iglesias reunidas en casas en Roma estaban compuestas de creyentes judíos y otras de gentiles. Algunas tenían de ambos grupos. En estas congregaciones existía un nivel de aceptación que hacía que la gente se sintiera bienvenida. Por esto Pablo animó a los creyentes a darse la bienvenida los unos a los otros “por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios.” Romanos 15:7. Pablo señalaba el camino en el que Cristo recibe a aquellos quienes vienen a Él. Esto es parte del corazón de la epístola a los creyentes en Roma y sin duda del Dios de la Biblia.

La aceptación mutua incluía aceptar diferencias culturales tales como hábitos de comida y prohibiciones culturales arraigadas. Mientras escribo, pienso en nuestras iglesias que son una mezcla de culturas, unidas en algunos casos por el idioma pero más importante por Jesucristo. Pienso también en todas las iglesias de nuestra Convención y siento que necesitamos desarrollar más acciones e iniciativas que fomenten la aceptación entre nuestras congregaciones, hispanas, anglos, afro-americanas, asiáticas, etc. La ofrenda que tomaron las iglesias gentiles por iniciativa de Pablo para ayudar a los creyentes judíos empobrecidos en Judea puede servirnos de ejemplo. ( Rom 15:25-29)

Esta aceptación mutua que se reflejaba en la hospitalidad práctica se destaca como una característica sobresaliente de las iglesias cristianas del primer siglo. Las palabras de exhortación de Pablo a Febe quien probablemente fue la que llevó la epístola a los romanos, no podía ser más relevante para nuestros días. “Os recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor de una manera digna de los santos, y que la ayudéis en cualquier asunto en que ella necesite de vosotros, porque ella también ha ayudado a muchos y aun a mí mismo.” Romanos 16:1-2.

Porque ha resucitado,
Luis R. López
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol