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EDITORIAL: ¿Eres un testigo?

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–En los últimos tiempos se ha hablado mucho del decrecimiento de la Convención Bautista de Sur, que se traduce en menos bautismos, menor número de miembros y reducción en las contribuciones. Aunque esto en realidad no se aplica por completo al trabajo de los hispanos, la CBS es mayoritariamente anglosajona. Los estudiosos se han puesto a analizar las tendencias y se han empleado muchas horas de análisis y estudios para tratar de encontrar la raíz del problema con el propósito de buscar una solución.

Desde que se comenzó a hablar del asunto me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que si bien es verdad que eso es lo que indican las estadísticas, no es menos cierto que mientras esto ocurre, hay otras iglesias que están experimentando un crecimiento explosivo en la misma Convención. Lo cual me hace pensar que hay algo que tal vez estamos obviando en este “crucigrama”. La iglesia de la cual soy miembro tiene que realizar tres cultos de adoración el domingo y dos durante la semana para los adultos jóvenes porque no hay capacidad en el templo para acomodar a las personas que asisten. A pesar de haberse realizado una ampliación muy costosa con una expansión muy grande del lugar de estacionamiento, cuando se celebró la inauguración oficial de la ampliación, ya los estacionamientos estaban de nuevo abarrotados.

Rara es la semana que no se realiza algún bautismo, hay tres misiones étnicas funcionando y la iglesia colabora con varios programas y ministerios nacionales e internacionales y ha comenzado otras dos iglesias. ¿Qué se hace diferente? La gran mayoría de los miembros estamos sensibilizados y comprometidos en hablarles del evangelio a todas aquellas personas con las que nos encontremos en nuestro camino. En una congregación de más de 8,000 miembros es difícil poder conocer a la gente, fuera de nuestro grupo de la Escuela Dominical. Rara es la semana que no me encuentro en algún lugar y o alguien me habla o yo le hablo a alguien del evangelio y descubrimos que somos miembros de la misma iglesia. Es como si estuviéramos en una campaña constante y permanente de evangelización.

Tal vez esta sea la clave. A lo mejor en lugar de tratar de echarle la culpa a alguien, o de condenar a las Agencias o a los Seminarios de la SBC y criticar los programas y asumir una actitud pesimista de derrota y llegar a augurar la muerte de la Organización, pienso que lo que hay que cambiar no es el estilo sino nuestros corazones. No es un problema de cosas nuevas o viejas, ni de costumbres. El producto es el mismo y dice la Palabra de Dios que Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos. No se trata de adorar con piano e himnario o con orquesta y coritos. Es algo más profundo. Se trata de cambiar nuestros corazones para tener un corazón nuevo que sea obediente al mandato de Jesucristo cundo mandó: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). Tenemos que ser obedientes a su llamado cuando dijo: y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8).

Pero lo que sucede es que nos hemos acomodado, nuestros corazones se han encallecido y nos hemos vuelto insensibles ante un mundo que se hunde en sus pecados. Hemos cambiado, en muchos casos, el estudio de la Palabra por el control remoto. Hemos convertido el internet en un vicio, en muchos casos destructivo y hemos olvidado que tenemos un mandato de Dios para pregonar su evangelio.

Para hablar de Cristo no hace falta ir al seminario, ni tener una profunda educación teológica. Todos tenemos una historia que contar. Todos podemos decir las grandes cosas que ha hecho Dios con nosotros. Y eso es lo que el mundo quiere y necesita oír. Lo que necesitamos es tener un corazón transformado, renovado y obediente. Lo que Dios espera es que estemos dispuestos a ir y pregonar las grandezas de su amor. Estoy convencido de que si cada uno de nosotros se propusiera hacer esto, usando todos los medios disponibles que estén a su alcance, muy pronto seriamos testigos del más grande avivamiento que haya conocido nuestra nación. Pienso que en lugar de preocuparnos y lamentarnos, debemos lanzarnos a pregonar al mundo la buenas nuevas de salvación. No se trata de reinventar la rueda, es simplemente poner en práctica un mandato que es atemporal, porque quien nos lo manda es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Yo quiero ser un testigo eficiente de mi Señor, ¿y tú?
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Óscar J. Fernández es el Editorial Project Leader para Leadership and Adult Publishing, en LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores de 20 países hispanos.

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