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EDITORIAL: Evitando los conflictos en la iglesia


NASHVILLE, Tenn. (BP) — Si su iglesia es como la mía, tal vez esté de acuerdo conmigo en que hay infinidad de asuntos en los que podemos no estar de acuerdo. Interesantemente, no se trata de asuntos teológicos o doctrinales. En la mayoría de los casos, son asuntos completamente irrelevantes, pero que pueden crear malos entendidos, desavenencias y divisiones en el Cuerpo de Cristo. Yo acostumbro a decir: “Recuerden que tenemos el derecho a estar de acuerdo, en que no estamos de acuerdo”.

Los conflictos pueden comenzar por cuestiones al parecer inofensivas, que si no se controlan eficazmente, terminan en problemas mayores. Hace un par de domingos llegué temprano, como de costumbre, al salón donde enseño mi clase de la Escuela Dominical. Utilizo este tiempo para acomodar las sillas de acuerdo al plan de enseñanza que he desarrollado para ese domingo, colocar los cartelones y otros medios que he preparado para presentar el tema de estudio de manera que la enseñanza se pueda capte de una manera adecuada.

Me encontraba enfrascado en estas tareas cuando uno de mis alumnos me sorprendió llegando tan temprano. Pero mi sorpresa fue aún mayor cuando me dijo: “Hermano vine temprano porque quería hablar con usted. Tengo un motivo muy especial de oración por el que quiero que oremos hoy”.

¿Qué respondería usted en una situación similar? Seguramente lo mismo que yo: ¡Claro que sí! ¿Y de qué se trata? Y la respuesta fue como un rayo cuando nos encontramos dentro del agua de la playa: ¡Pues hermano quiero que oremos para que […] resulte electo Presidente de los Estados Unidos de América en las próximas elecciones de noviembre!

Yo no me había preparado para semejante petición. Por supuesto que yo tengo mis preferencias políticas y mi opinión. Pero reconozco que de los alumnos de mi clase algunos coinciden conmigo y otros no. Lanzar semejante “motivo de oración” en medio de nuestra clase sería como lanzar una granada de mano y los efectos serían bastante parecidos.

Por supuesto que yo podía argumentar a favor o en contra de esta “petición de oración”. Pero las oraciones no se escatiman, ¿no es cierto? Alguna vez ha cruzado por su mente el deseo de decirle a alguien: ¡Mire yo no voy a orar por eso! ¿Pero es esa la mejor manera de manejar este tipo de conflictos en la iglesia?

Para empezar, yo ni siquiera sé si esta persona tiene el derecho legal para votar, ni es algo en lo que yo deba emplear mi tiempo para averiguar. También pudiera ser que esa petición reforzara mi preferencia personal o estuviera en contra de ella. ¿Qué hacer? ¡Y debía tener una respuesta rápida y adecuada, antes de que llegaran otros y se produjera un debate contraproducente!

El Espíritu Santo puso en mi mente uno de los Salmos de Ascensión: Salmos 103:1 que dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”

No hay nada más destructivo y doloroso que la falta de armonía en un grupo y mucho peor en la iglesia. Es como un tumor que tiene que ser erradicado o terminará por contaminarlo y enfermarlo todo. Aunque algunas veces es un procedimiento penoso y doloroso, es necesario.

¿Cómo lograr la armonía en este caso? Le dije a esta persona: Mire, no podemos enfrascarnos en este tipo de asuntos que terminará enfadando a algunos y creando un conflicto y una división entre nosotros. Vamos a orar usted y yo ahora para que Dios nos dé sabiduría para ir a votar en noviembre por el candidato presidencial que pueda hacer que esta gran Nación vuelva sus ojos a Él y se aparte del secularismo, para que Estados Unidos vuelva a ser una Nación bajo la dirección de Dios.

Por supuesto que me hubiera sido muy difícil manejar la situación si la petición se hubiera hecho pública, o si esta persona hubiera insistido en hacer su petición en el grupo, pero Dios obró para que en esta oportunidad, todo quedara allí, sin mayores consecuencias ni efectos.

Indudablemente en estos tiempos hay muchas cosas en las que podemos estar en desacuerdo en nuestras congregaciones. Pero debemos buscar por todos los medios posibles la manera de que reine la armonía, sacrificando si fuera necesario nuestro derecho, cuando no sea por un asunto doctrinal o teológico, porque en verdad, es delicioso estar en armonía en el Cuerpo de Cristo.

Podemos llegar a estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo, para no dejar “que la sangre llegue al río”. Luchemos por lograr la armonía en nuestro grupo y oremos por ella.
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Dr. Óscar Fernández es Senior Team Leader, publishing en Adult Ministry, en LifeWay Church Resources Division, LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y un estudioso de la Biblia. Su blog https://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores en 45 países.

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