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EDITORIAL: La estrategia opresiva del gobierno grande


SAN ANTONIO, Texas (BP)–En días recientes hemos visto al presidente Mohamed Hosni Mubarak abdicar de su puesto después de tres décadas como dictador de Egipto. Pero en su fuga ha quedado la incertidumbre sobre el futuro de la nación. Mientras unos anticipan el comienzo de un camino a la democracia en El Cairo, otros temen la intrusión de elementos islámicos extremos. El futuro de Egipto, como el de otros países del Medio Este, está por escribirse de nuevo, como lo estamos viendo hoy.

Los acontecimientos en Egipto han traído a la luz ciertas cosas que pueden tener aplicación en nuestro contexto Norteamericano. Admito de antemano que antes no le ponía mucha atención a lo que sucedía en Egipto. Mientras conozco la historia moderna del país y la importancia del canal de Suez para el comercio global, desde los acuerdos de “Camp David” en 1978 formalizando la paz entre Israel y Egipto, mi atención se enfocó en la frontera norte de Israel y la amenaza de Siria.

Con el regreso de Egipto a las noticias, nos hemos dado cuenta de las condiciones económicas tristes que causan que el pueblo se levante contra un gobierno opresivo. Algo que ha sido revelador es que la mitad de la nación vive en la pobreza. Es irónico que el nombre “Egipto” provenga del árabe misr, y significa “civilización”, pues el gobierno no ha actuado con civilidad para con sus ciudadanos. El Banco Mundial estima que cerca del 50 por ciento de la población gana menos de lo equivalente a dos dólares diarios. Pero hay otra realidad económica que debe ser considerada. Durante la administración de Mubarak 50 por ciento de la fuerza laboral del país (13,500,000) a trabajado para el gobierno en una forma u otra. La implicación de esto no se nos debe escapar. Aparentemente, el egipcio común tenía dos opciones más o menos. Podían trabajar en el gobierno y apoyar los dictados de Mubarak, o vivir en la pobreza. En comparación, la fuerza laboral de los Estados Unidos es de 154 millones, con el catorce por ciento (21 millones) trabajando en el gobierno, pero, ¡con apetito de crecer aun más!

Estos datos económicos me motivaron a visitar de nuevo la historia bíblica de la opresión de Israel en Egipto (Éxodo 1-13) y he notado un punto de similardad significante. Con esto no quiero insinuar que los hebreos de ayer y el pueblo egipcio de hoy experimentan circunstancias idénticas. Hay mucho que los separa, como todos sabemos, pero en ambos casos la estrategia gubernamental ha sido sorprendentemente similar.

Comencemos por admitir que tanto el faraón de la antigüedad como el dictador Mubarak fueron opresores. Mantenían su control del país subyugando a aquellos que consideraban una amenaza a su poderío. La brutalidad de Mubarak contra los que se oponían a él es notoria. El faraón, por su parte, instituyó un programa para mantener a los hebreos bajo control por dos razones: quería eliminarlos como potenciales enemigos, y a la misma vez mantenerlos en esclavitud por tiempo indeterminado (Éxodo 1:10). Para cumplir esta estrategia, los hebreos fueron enviados a edificar para el faraón “las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés” (Éxodo 1:11). En pocas palabras, tanto Mubarak como el faraón aumentaron el número de empleados del gobierno. Esto siempre es una estrategia de los regímenes tiránicos, pues usan los medios del gobierno como instrumento para mantener al pueblo de su lado y bajo su control.

En este contexto, no debemos olvidar que Mubarak aplicó un aumento del 15 por ciento al salario de los empleados federales. Esto no era nada más que un intento de mantener el apoyo de la fuerza laboral durante las demostraciones que se hacían contra él. En esto también podemos ver un recuerdo de la estrategia del faraón hacia los hebreos. En el desierto, los Israelitas se acordaban del pescado y los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que recibían “de balde” (gratis) de la mano del faraón (Números 11:4-5). Israel llegó a creer que esa comida era gratuita, sin recordar que se les entregaba a cambio de su esclavitud.

El gobierno tiene su responsabilidad (por ejemplo, la defensa nacional), y podemos discutir si tiene un rol legítimo en otras áreas sociales (por ejemplo, regular el comercio, la educación, etc.) pero nunca fue instituido para servir de guardaespaldas a un dictador, ni tampoco a un partido político. Los gobiernos que crecen más de lo debido se tornan tiránicos, tarde o temprano, pues bajo los auspicios de la benevolencia el ciudadano va perdiendo paulatinamente sus derechos, sus libertades y también sus responsabilidades.

En relación a nuestro país, no hemos estado bajo la mano opresiva de dictadores, pero la intoxicación del poder difícil de resistir. ¿Alguien duda de que aun en nuestra república nuestros representantes populares usan el tesoro para comprar votos, asegurar su reelección, y avanzar sus propios futuros? Cuando dejamos esto pasar el resultado es algo similar. Dinero en las manos de los políticos tiende inflar el gobierno que nos roba la iniciativa personal. Esto lo hemos visto en ambos partidos, y nos ha dejado con una deuda que nuestros bisnietos no podrán pagar. Muchos han pensado que la “benevolencia” del país no tenia fin, ni costo, pero hoy sabemos que nada es gratis.

La Biblia nos dice que “los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y los reconoció Dios” (Éxodos 2:23-25). Aunque tomó tiempo, cuarenta años para ser exacto, Dios preparó un libertador, que los sacaría de su servidumbre. No deberíamos pensar que la glotonería gubernamental, manipulada para el provecho de un dictador, un faraón o un partido político, desaparece instantáneamente. Lo que si podemos hacer hoy es rechazar el viejo cuento que oímos hoy, que el gobierno siempre tiene la respuesta para nuestras malas decisiones personales o para nuestras dolencias sociales. No esperemos que el gobierno asuma por nosotros la administración de nuestras responsabilidades. Lo hará al costo de asumir eso y mucho más. Recordemos, la Biblia dice de Cristo: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Juan 8:36).
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.

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  • Por Rudy Gonzalez