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EDITORIAL: La iglesia y la inmigración

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–La historia de nuestra denominación tiene sus raíces en muchas iglesias plantadas por inmigrantes de distintas partes. A lo largo de los años, la iglesia bautista sureña ha crecido y ha sido fortalecida por inmigrantes de muchos países. Como denominación tenemos una inmensa diversidad y herencia étnica que debiéramos recordar más frecuentemente.

Como creyentes estamos llamados a dar la bienvenida a los extranjeros en nuestras congregaciones y comunidades. Esto es especialmente importante recordar cuando en los últimos tiempos hemos visto a nuestro gobierno crear leyes de inmigración más rígidas y estrictas enarbolando la bandera de la lucha contra el terrorismo. Mientras es cierta y correcta la labor de nuestros gobernantes en proteger nuestra nación, existe mucha preocupación en cuanto al estatus que millones de inmigrantes tienen. Específicamente, me preocupa como cristiano la manera en que son tratados por causa de su etnia, raza, nacionalidad o identificación religiosa.

Basados en las Sagradas Escrituras no podemos si no rechazar el maltrato a los inmigrantes en nuestro país cualquiera sea su estatus legal. La Biblia nos da valiosos y relevantes perspectivas de cómo tratar y recibir a los extranjeros. “Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios” (Lev.19:33-34).

No podemos olvidar, aunque es probable que a algunos les cueste aceptar o reconocer, que nuestra nación en alguna medida depende económicamente y culturalmente de las muchas contribuciones de los inmigrantes. Empresarios, profesionales, artistas, deportistas, carpinteros y trabajadores de distintas áreas quienes siguen contribuyendo de forma especial a la riqueza y diversidad de nuestra nación. No puedo dejar de mencionar que a menudo son los trabajadores inmigrantes los que hacen los trabajos menos deseados.

Al mismo tiempo, para muchos inmigrantes las oportunidades de vivir en nuestro país son neutralizadas por penalidades y muestras de discriminación. Muchos de ellos trabajan en los empleos más difíciles y peligrosos por la paga mas reducida. En algunos casos, los inmigrantes sin documentos son estafados en sus salarios y se les priva de compensación cuando sufren lesiones relacionadas con su trabajo.

Estoy consciente que tratar este tema es complejo y despierta muchas emociones. El asunto se hace aún más complicado cuando reconocemos que políticas injustas de inmigración hacen difícil el cuidado de nuestras fronteras mientras sistemas injustos de cuotas discriminan ciudadanos de otros países. A esto se suma, las largas demoras en el proceso de documentación.

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No hay duda que a partir del 11 de septiembre de 2001, la administración Bush ha emitido políticas y puso en vigencia antiguas leyes que infunden temor en el corazón de muchos inmigrantes. Esto ha creado la sensación que cualquier contacto con las autoridades gubernamentales puede tener como resultado un arresto o la deportación. En algunos casos, ha hecho que algunos vean en los extranjeros una amenaza para nuestra seguridad física y económica.

Particularmente sabemos que hay inmigrantes — documentados o indocumentados — entre los miembros de muchas de congregaciones. Esto pone a las iglesias de inmigrantes frente a una sociedad cuyas políticas corresponden al trato justo de todas las personas. En algunos casos, las iglesias inmigrantes con miembros indocumentados son afectadas por el temor que experimentan muchos miembros de sus comunidades. Con frecuencia, las iglesias comparten costos de alimentos, vivienda, ropa, ayuda para encontrar trabajo y apoyan a las familias cuando alguno de sus miembros es deportado.

Como creyentes, necesitamos afirmar a los individuos e iglesias que ya están luchando y trabajando para superar la pobreza y el temor entre las comunidades de inmigrantes. Pienso que debemos cooperar con aquellos quienes están hablando con el gobierno sobre nuestras leyes injustas de inmigración.

Necesitamos reconocer que nuestro país controla más recursos materiales que cualquier otro país en el mundo y que la gente continuará inmigrando hacia acá en busca de mayor estabilidad económica y política. Esto hace eminente una reforma migratoria eficaz que permita resolver el problema de los millones de indocumentados en nuestra nación.

Como cristianos debemos buscar establecer relaciones con los recién llegados a nuestras congregaciones. En lo que podamos, debemos ser proactivos en ofrecer lugar y personal voluntario para servicios de documentación, clases de inglés, celebraciones étnicas y otros programas de ayuda. Necesitamos aprender y crear mayor conciencia sobre los temas que afectan a los inmigrantes a través de los medios de comunicación y unirnos a organizaciones locales y nacionales que traten sobre los derechos de los inmigrantes. Abogar por políticas justas y humanas para inmigrantes y refugiados es parte de nuestro rol en ser sal y luz del mundo. Por sobre todo, como creyentes es necesario crear conciencia entre nuestro pueblo del trato justo que debemos dar a todas las personas porque son criaturas de Dios.

Estoy convencido que la iglesia de Cristo puede ser el lugar en donde la gente no se sienta discriminada o inferiormente atendida. Más bien, cada individuo es visto a la luz de que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, un lugar en donde todos son tratados con dignidad. En la iglesia de Jesús no existen extranjeros.

Porque Él vive,

Luis R. López

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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol.