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EDITORIAL: La importancia de plantar iglesias saludables en el contexto de discípulos vs. convertidos

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[2]Alguien dijo: un enfoque falso en la misión de la iglesia da lugar a patrones falsos a seguir y de repetir.  Esto se puede aplicar cuando se piensa que la meta de la plantación de iglesias está en tener solo “convertidos”, que al final solo llegan a ser “cristianos nominales”.

La plantación de nuevas iglesias debe de enfocar su propósito de su existencia primordialmente al mandato de Cristo de “ir, y hacer discípulos”.  Si una iglesia no está enfocada al mandato de Cristo de ir y hacer discípulos, esa iglesia no es una iglesia saludable; está enferma y empieza a morir, no importa de que tamaño sea. Quizás tenga todas las apariencias externas de vida, como el continuar reuniéndose, etc., pero en un sentido práctico está enferma y posiblemente ha empezado a morir.

La clave de la importancia de plantar iglesias saludables está centrado en el “discipulado”, o mejor dicho en “hacer discípulos,  y no tanto en tener solo “convertidos” o “conversos”. Nuestra misión no es ganar convertidos, es hacer discípulos.  Los convertidos son los nuevos creyentes.  Todos nosotros comenzamos como convertidos, pero muchas veces paramos ahí. ¿Cuál es la diferencia?  Los convertidos van a la iglesia, los discípulos son la iglesia.  Los convertidos están envueltos en la misión de Jesús, los discípulos están comprometidos con ella. Los convertidos escuchan la palabra de Dios, los discípulos la viven. Un “discípulo” es una persona que REFLEJA un constante crecimiento espiritual en semejanza a Cristo mismo.  O sea, tiene vida de oración y es efectivo en el evangelismo, en el discipulado y se reproduce porque actúa bajo la dirección, control y el poder del Espíritu a través de un proceso de vida.

Para plantar iglesias saludables, estas son dos áreas importantes que el plantador de iglesias puede implementar para ayudar a los nuevos seguidores de Jesús a que funcionen como discípulos que hacen discípulos, más que como creyentes nominales o convertidos solamente.

Fomentar una cultura de hacer discípulos a los nuevos seguidores de Jesús.

Jesús mandó a los discípulos (Mat. 28:18-20) a desarrollar una cultura de hacer discípulos, donde toda la vida del creyente se convierte en la plataforma para hacer discípulos. Creo que el indicador más definitivo en la plantación de una iglesia saludable es la presencia de una cultura de hacer discípulos que hacen discípulos. Una cultura de hacer discípulos que hacen discípulos se desarrolla cuando las iglesias ayudan a los creyentes, a ordenar su diario vivir en base al llamado del Gran Mandamiento de amar a Dios, lo cual resulta en amar a los demás (Mateo 22:34-40). Cuando la cultura de una iglesia estimula a todas las personas a ser discípulos, quien a su vez hace discípulos, la iglesia tiene el mayor potencial para el cumplimiento eficaz de la Gran Comisión de Mateo 28:18-20 y Hechos 1:8.  Con esto, nos aseguramos  de que los nuevos seguidores de Jesús vivan en  misión.

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Invertir la vida y hacer que otros inviertan sus vidas en los nuevos seguidores de Jesús

Con frecuencia pensamos que el discipulado sólo significa una transferencia de información que se da en un salón de clase siguiendo un manual de discipulado. Pero este no es el caso. La información no es suficiente para tener un discipulado eficaz. Se necesita que haya una transferencia de vida de persona a persona.  Yo le llamo a esto tener un “Discipulado integral”.  El discipulado integral es un proceso por medio del cual un discípulo se invierte intencionalmente en otros creyentes en Cristo para que sean más semejantes a El, vivan las disciplinas bíblicas y lleguen a ser discípulos reproductores.  O sea, es mucho más que enseñar, educar, capacitar, entrenar o adiestrar a otros. Es servir de ejemplo y modelar un estilo de vida Cristo céntrico. Es transformar la vida de otros con el poder del Espíritu de Dios.

Una iglesia con un proceso de discipulado integral es una iglesia que cuenta con personas comprometidas para que sirvan como discipuladores a otros, para que a la vez se produzca en esas personas que están siendo discipuladas, un “movimiento continuo, progresivo y efectivo de oración, de escudriñar las Escrituras, de compartir el evangelio, de hacer discípulos, y reproducirse en otros discipulos”.  Con un “discipulado integral” tratamos de cerrar la “puerta de atrás”, o sea, la salida de los que abandonan la iglesia porque no entraron dentro de un proceso de crecimiento, desarrollo, madurez espiritual y de obediencia en “hacer discípulos”. 

La Biblia nos enseña que la meta de la vida cristiana es llegar a ser como Jesús. Un proceso de discipulado es la plataforma para que los creyentes lleguen a ser como Jesús.   Pablo dice en Romanos 12:2, “No os conforméis a este siglo, sino trasformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta ” Esto significa que Dios espera ver a Su Hijo en nuestras vidas.. Pablo dice en Colosenses 2:9-10, “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”  Esto significa que cuando nosotros nos convertimos a Jesús como el Señor y Rey de nuestras vidas, nacemos de nuevo juntamente con todo lo que es necesario para crecer a la imagen de Cristo.  Todo lo que nosotros necesitamos tener en el fruto del Espíritu (Gal. 5:22-23), viene a ser nuestro en el instante que entramos a ser parte de la familia de Dios a través de nuestra fe en Jesucristo.  Nuestro segundo nacimiento es completo y eterno. Todo lo que necesitamos para ser transformados a la imagen de Dios está ya en su lugar.