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EDITORIAL: La verdad…


El poeta y filósofo español del siglo 18, Ramón de Campoamor, escribió: “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, pues depende del color, del cristal con que se mira. No me voy a detener a analizar el relativismo ni cómo casi desde que el hombre cayó, en el huerto del Edén, trató de tergiversar la verdad. Tenemos que comprender que solo hay una posibilidad, los hechos o son verdad o no lo son, y en ese caso son mentira.

Desde no hace mucho se ha hecho famosa la frase de “noticias falsas” cuando algunos medios de prensa han tratado de amoldar ciertos hechos para que sirvan a sus propios intereses. Y la justificación para tales hechos es que esa es: “su verdad” como si la verdad pudiera tener dueño. A mi modo de ver, esa no es más que una versión moderna de los versos de Campoamor y una manifestación relativista.

Pero el asunto se ha generalizado más y de cierta manera ha permeado un poco hasta a ciertos sectores del mundo religioso. No quisiera que mis palabras fueran a ser ofensivas para alguien, pues mi propósito no es criticar a nadie sino exponer un fenómeno que he venido observando desde hace unos años. Cuando inicié mi ministerio en la ciudad de Albuquerque en New México a inicios de los años 90, noté que se estaba dando la tendencia de eliminar la palabra “bautista” del nombre de algunas iglesias, que sin embargo mantenían su filiación con la Convención Bautista del Sur, con la Asociación y con la Convención Bautista del Sur del Estado. Tampoco pretendo analizar los motivos, las ventajas o las desventajas, de esa tendencia, sino simplemente señalar un hecho que llamó mi atención.

Al mudarme a Tennessee encontré que la palabra “bautista” aparecía indistintamente, unas veces estaba y otras no. Era algo casi natural y que no llamaba mucho la atención. Al mudarme para el suroeste de Florida y comenzar a buscar una iglesia para congregarnos, el asunto se tornó mucho más complicado, pues en esta región, al parecer, muchas congregaciones toman como segundo nombre el de “bautista” y como apellido otras palabras que van desde “apostólicas hasta bíblicas” con un enorme matiz de nombres en el medio, sin estar afiliadas ni con la Convención Bautista del Sur ni con la Convención Bautista de Florida. Tal es la confusión que en más de una ocasión tuve que llamar a mis amigos que trabajan en la Convención Bautista de Florida para aclarar si esta o aquella iglesia pertenecía a nuestra Convención.

Esto que parece una broma sin importancia, crea una especie de vacío cuando estamos tratando con personas no creyentes y estamos tratando de iniciar conversaciones evangélicas con ellas. Debido al sentimiento que se ha generalizado en nuestra sociedad con las campañas y las noticias falsas, sin mencionar las promociones que muchas veces no reflejan la verdad. Y es que al parecer, como sociedad nos hemos apartado de la verdad. Y esto comienza desde los niños escolares, a veces con exageraciones y otras veces tratando de eludir la responsabilidad, sin que se les corrija y señale el daño que ellos mismos se están haciendo.

Esta misma semana, en tres ocasiones, fui el objetivo de tres intentos de fraude. Primero recibí un mensaje electrónico de una supuesta compañía de protección contra virus extendiendo mis beneficios. Solo que yo no uso a esa compañía desde hace más de quince años. Por supuesto que todo era falso para tratar de tener acceso a informaciones con las que pudieran lucrar.

Luego recibí otro email, supuestamente de la compañía que sí uso, pretendiendo prolongar mi contrato por tres años. Les seguí la corriente hasta que logré desenmascararlos y llamarles la atención por lo que estaban haciendo. Curiosamente no están ubicados en Estados Unidos y usan un sistema de robot para que sus llamadas no puedan rastrearse.

Por último una llamada de una “compañía fantasma” tratando de vender un servicio que no prestan. Lo grave de estos hechos es que las personas cada día se ponen mas recelosas y desconfiadas, porque ninguno de nosotros tiene una placa de bronce atornillada en la frente que diga: “Este es cristiano y es buena gente”. Estamos presentando la única verdad verdadera que es Jesucristo (Juan 14:6) pero el entorno en el que nos encontramos ha hecho que las personas recelen de todo. Ya no basta con tratar de asumir una apariencia genuina, las gentes hoy demandan mucho más que eso.

Nuestro señor Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (Mateo 7:16ª) Y eso implica un modo de vida, eso requiere que la manera en que vivimos respalde lo que decimos. Y de nuevo enfrentamos un conflicto, el problema es que la gente no ve que los cristianos seamos suficientemente diferentes al resto del mundo.

Debemos tener presente que en el contexto que estamos viviendo, ya la gente no cree en nadie. Jesús declaró que Él es la verdad (Juan 14:6), pero la gente ha aprendido a desconfiar de la “verdad” del mundo, porque esa verdad es falsa. Nos toca a nosotros mostrar y proclamar que la única verdad verdadera es Jesús y es a esa verdad a la única que tenemos que representar y mostrar.

Estamos llamados a ser discípulos que vivan como su Maestro, mostrando la verdad de una vida transformada. Un testimonio adecuado, es más poderoso que cualquier otra cosa. Ese debe ser nuestro mensaje. Lo que decimos tiene que estar respaldado por lo que hacemos cada día y todos los días.