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EDITORIAL: ¡No mires para atrás!

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–Si quieres alcanzar una meta, si deseas obtener un galardón, tienes que mirar para el frente y no volver la vista atrás. La Palabra de Dios está llena de ejemplos valiosos de personas que alcanzaron las promesas de Dios, confiando en Él, mirando hacia lo que era desconocido, y de otras muchas que fracasaron por mirar atrás. Por ejemplo, la mujer de Lot y el joven rico.

Después de la muerte de José, subió al trono un Faraón que no lo había conocido. Dios bendijo a los hijos de Jacob que se multiplicaron como las estrellas del cielo y se comenzó a cumplir la promesa hecha a Abraham, de que de él nacería un pueblo por el cual serían benditas todas las naciones de la tierra.

Pero habían pasado muchos años y el pueblo de Egipto temía que el pueblo de Israel pudiera volverse contra ellos. De manera que una de las formas utilizadas para mantenerlos bajo control, fue esclavizarlos. Pero Dios oyó el clamor de los hijos de Israel y levantó a Moisés, a quien había preservado desde su nacimiento, para levantarlo como líder para liberar a su pueblo y llevarlo hasta la Tierra Prometida a fin de que se convirtiera en el pueblo escogido de Dios del cual nacería el Mesías.

Pero todavía faltaba mucho tiempo para esto, y justo nos encontramos con este Moisés que regresa a Egipto desde Madián a donde había huido y donde había vivido por un tiempo, que va a Faraón y le pide que deje ir al pueblo de Israel, pues Dios así lo ha dicho. Si trata de imaginar la escena, se dará cuenta de lo inusual de la situación. Faraón es amo y señor de vidas y haciendas. ¿Quién es este Moisés para venir a decirle que libere a la mano de obra esclava que él tiene? Por supuesto que no le va a hacer caso ni le va a prestar atención a lo dicho por este “extranjero”. En definitiva, Faraón creía que los dioses de Egipto eran más poderosos que este Dios del que hablaba este hombre.

Pero la mano de Dios estaba con Moisés que fue fiel en cumplir el mandato que Él le había dado. Y vinieron las plagas sobre la tierra de Egipto para quebrantar el corazón endurecido de Faraón. Una tras otra, cada vez más devastadoras, hasta llegar a la muerte de todos los primogénitos en la tierra de Egipto, con la única excepción de las casas de los hijos de Israel en las que se hubiere hecho la señal con la sangre del cordero. Esta fue la primera pascua que celebró el pueblo de Dios.

Tan terrible fue esta plaga que Faraón dejó que el pueblo de Israel saliera de Egipto, en Éxodo 12:31-36 se describe brevemente esta salida de unos 600,000 hombres sin contar las mujeres y los niños con sus animales y las riquezas tomadas de los egipcios. Imagine la escena, toda esta enorme multitud caminando por el desierto. De esclavos a libres, andando por un lugar tal vez desconocido. Por más de cuatrocientos anos Israel había permanecido en Egipto, de manera que eso era lo único que conocían. De pronto apareció este Moisés y les dice que Dios les librará de Faraón y les entregará una tierra que fluye leche y miel. Y aquí están ahora, en medio del desierto que bordea al Mar Rojo de camino a esa tierra. Y como son precavidos, llevan armas para conquistar la misma.

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Pero Faraón cambió de manera de pensar y se arrepintió de lo que bahía hecho y ordenó a sus ejércitos que salieran a perseguir a los hijos de Israel y los trajeran de vuelta a Egipto. Aquí está el pueblo. Ha sido testigo de las maravillas que Dios ha hecho para librarlos de la mano de Faraón, pero… se ve en la distancia la nube de polvo que levantan los cascos de los caballos de los soldados y los carros de Faraón, si se pone el oído en tierra se puede escuchar claramente el ruido que hace la muchedumbre que ha salido a perseguirlos. ¡Hay que huir! ¿Pero hacia dónde? Delante esta el Mar Rojo y no hay forma de cruzar a esta multitud ni usando todos los barcos de Egipto. ¡Todo parece indicar que no hay más salida que la muerte o la esclavitud!

Éxodo 14:13-16 recoge una de las historias más conmovedoras y una de las promesas más hermosas: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. ¿Y esta historia que tiene que ver contigo? Piensa por un instante. Tal vez, en este momento, te encuentres ante un Mar Rojo y perseguido por una multitud de enemigos que amenazan con destruirte. La esclavitud está a tus espaldas. Satanás siempre trata de llevarnos de vuelta al sitio del cual Dios nos liberó. Se ve en la distancia el polvo que levantan los caballos, y delante hay un profundo mar que nos separa de la tierra firme. ¿Qué podemos hacer? ¡No mires para atrás! Dios abrirá el mar para que puedas cruzar en seco. El mismo Dios que libró al pueblo de Israel de manos de Faraón envió a su Hijo a morir por nosotros para que pudiéramos ser libres por Él. Recuerda todas las grandes cosas que Dios ha hecho contigo y confía en las que va a hacer. Él abrirá el mar de las dificultades para que cruces y te librará de los problemas que te persiguen. Confía en Dios que Él peleara la batalla por ti.
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Óscar J. Fernández es el Editorial Project Leader para Leadership and Adult Publishing, en LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores de 20 países hispanos.