Ya se aproxima el fin del año y con él vienen las resoluciones para el año nuevo. También será inevitable crear una lista mental de los proyectos inconclusos o que nunca comenzaron. Definitivamente todos los retos que estamos enfrentando a nivel personal o mundial, de alguna manera contribuyeron para que algunos de nosotros despidamos el 2021 con proyectos sin terminar. Después de todo, ante una pandemia mundial que parece que nunca se va a terminar, y la cual ha trastocado tantas áreas de nuestras vidas, podríamos sentirnos estancados en medio del camino.
Las circunstancias que hemos vivido han cambiado nuestra manera completa de vivir porque tuvimos que reinventar las comunicaciones y la socialización, complicó nuestras salidas, nos forzó a vivir sin un ser querido y a otros los llevó a experimentar crisis muy fuertes a nivel emocional. Lo más poderoso de todo esto es, que, a pesar de tantos obstáculos y sufrimientos, Dios no ha permitido que las circunstancias difíciles nos detengan. Mas bien, nos han servido como un reto para reinventarnos y también para ajustarnos a un escenario distinto para seguir viviendo. La situación simplemente nos puso en pausa o posiblemente nos cambió de rumbo, pero no nos detuvo en el camino.
Hubo un pueblo que experimentó algo parecido. En el libro de Éxodo se presenta la historia del pueblo de Israel, y relata cómo ellos pasaron por una jornada en donde su vida y destino cambió de escenario completamente y tuvieron que vencer muchos obstáculos para sobrevivir. Este pueblo dejó un lugar en donde tenían comida y hogar permanentemente, para vivir por 40 años como nómadas en un desierto y depender de Dios diariamente para suplir sus necesidades. Tuvieron que dejar de vivir bajo las reglas y costumbres que ya seguían por tantos años, para que su entendimiento pudiese ser renovado. Esto, aunque fue un camino largo y lleno de retos e incomodidad, fue necesario.
El desierto los formó y les devolvió su identidad como pueblo de Dios, les dio estructura y orden, los llevó a conocer las leyes divinas, y comenzaron a tener una relación más cercana con Dios. Ellos vieron y vivieron milagros y prodigios de los cuales nunca habían sido testigos. El desierto los preparó para esa tierra prometida por Dios que iban a conquistar y la cual les dio un nuevo propósito. Dios prefirió llevarlos por una ruta más larga y desértica, porque era necesario para que sucediera una transformación en sus vidas. Porque de lo contrario, no iban a poder conquistar la tierra prometida y su nueva vida como seguidores de Dios. (Éxodo 13:17-18)
Así mismo Dios se manifiesta en nuestra vida cuando ponemos nuestra esperanza en Cristo. Sólo por medio del sacrificio de Jesús podemos mantenernos firmes en Su gracia que hace que nuestro sufrimiento produzca perseverancia, entereza de carácter y una esperanza que no nos defraudará. (Romanos 5:3-5)
Estoy segura de que, a muchos, la crisis que han estado viviendo, ha ocasionado que, así como el pueblo de Israel, se sientan como nómadas en algún área de su vida; ya sea económica, espiritual, social o emocional; y que esto los ha llevado a depender de Dios día tras día. Si es así, permíteme afirmar en tu corazón que la Palabra nos enseña que hay ganancia eterna en medio de las pruebas que estamos viviendo (2 Corintios 4:17-18). Este proceso difícil que estás viviendo, es necesario para que haya crecimiento, transformación y restauración en tu vida.
Santiago nos dice, “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte.” Santiago 1:2-4 NBLA
La crisis no te detuvo a seguir batallando las circunstancias de la vida, simplemente te llevó por el camino más largo como le pasó al pueblo de Israel. Sólo así Dios pudo mostrarles algo necesario y prepararlos para esa “tierra prometida”, igual a la que nos espera a nosotros por medio de Cristo. (Juan 14:1-3) Las crisis o pruebas no son un castigo, sino más bien, son tiempos para esperar en Dios y por parte de Él, obtener mejor resultado. Las crisis no son puertas cerradas, son ventanas de oportunidad para los que creemos en Cristo.
A pesar de lo que estés enfrentando, hoy Dios quiere animarte a seguir adelante. No te detengas, mantén a Dios como tu eje, y verás cómo Él te brindará las fuerzas para que puedas sobrellevar tu crisis, abrazar tu nueva jornada de vida, aprender de ella y seguir caminando para cumplir lo que Dios te ha dirigido a hacer.
Y al culminar este año, te invito a decir como Pablo: “No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Mas bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-14 (NVI)
¡No te detengas, sigue avanzando y Feliz Año Nuevo!