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EDITORIAL: Nuestro Consuelo Navideño

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[2]En Lucas 2:21-35, leemos sobre la presentación de Jesucristo en el templo por José y María 41 días después de haber nacido Jesús, según las leyes y costumbres judías. Ya lo habían circuncidado en el octavo día y lo habían nombrado Jesús que significa “Dios es salvación”.

Al entrar al templo, se encuentran con Simeón que era reconocido como “justo y piadoso” (Lucas 2:25). Él era parte del remanente fiel que cumplía cuidadosamente con la ley por fe debido a su profunda reverencia por Dios. Por eso, “el Espíritu Santo estaba sobre él” y él “esperaba la consolación de Israel”. Dirigido por el Espíritu Santo, su esperanza era ver realizado en su tiempo la promesa de Dios a Isaías 40:1-2, “¡Consuelen, consuelen a mi pueblo!”, dice su Dios. “Hablen al corazón de Jerusalén y proclámenle que su condena ha terminado y su iniquidad ha sido perdonada…”

Dado que los judíos vivían oprimidos y humillados bajo el dominio Romano, y no habían oído de Dios mediante un profeta por 400 años, el anhelo de su redención era abrumador. Ellos vivían en una época de división política y religiosa, incertidumbre económica, y la enfermedad mortal de la lepra. Al ver a Jesús, Simeón lo reconoce según Isaías 25:9, “¡He aquí, este es nuestro Dios! En él hemos esperado, y él nos salvará: ¡Este es el SEÑOR! En él hemos esperado. ¡Gocémonos y alegrémonos en su salvación!” Se debe notar que su esperanza no fue meramente política o socioeconómica.

Lo maravilloso es que la salvación de Dios ha venido no solamente a Israel, sino “en presencia de todos los pueblos: luz para revelación de las naciones” (Lucas 2:31-32). Es decir, “Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Cor 5:19). Por lo tanto, nuestro consuelo en Cristo, aunque tiene un impacto social mediante nuestro “hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con…Dios”, (Miqueas 6:8), es, sobre todo, relacional y espiritual.

En esta navidad todos necesitamos el consuelo de Dios. Semejante a los judíos, nosotros también vivimos en una época de división política y religiosa, incertidumbre económica, y la enfermedad mortal del coronavirus. Sin embargo, tanto como Simeón, nosotros también podemos experimentar el consuelo de Dios en esta navidad cuando hacemos lo siguiente:

Esta navidad, como Simeón, todos podemos disfrutar del consuelo de Dios siendo guiados por el Espíritu Santo, testificando, y glorificando a Dios de manera pública por su amor hacia nosotros en Cristo Jesús.

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Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro.

Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6)

¡Feliz Navidad!