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EDITORIAL: Oscuridad, penumbras y luz

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Durante la gran tormenta de nieve y hielo en el estado de Texas, en el mes de febrero, se pudo observar la necesidad que tenía la gente. Por causa de la tormenta, hubo muchos accidentes automovilísticos, millones de gente se quedaron sin luz, agua y alimentos. Las organizaciones cristianas auxiliaron a muchos, pero ¿qué de aquellos que siguieron en la oscuridad, sin agua, atención médica o comida después de la tormenta? ¿Cuántos cristianos, fuera de las organizaciones, compartieron su fe con ellos? Cristo es la luz del mundo (Juan 8:12) y Él ofrece agua viva para todos (Romanos 10:13); el pan de vida (Juan 3:35) y la cura para los corazones enfermos por el pecado (Marcos 2:17). Al cristiano considerar las tormentas personales en las que vive, necesita pensar en sí mismo y en aquellos quienes todavía viven en la oscuridad, en las penumbras, y en la luz:

La luz eterna llegó a su alma y se terminó la oscuridad que existía en su corazón por el pecado. Comparta esa luz con otros, no permita ser dominado por las penumbras, revistase con la armadura de Dios (Efesios 6:10-14) y ore para poder sobrevivir las tormentas que tratan de apagar su luz. “La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz” (Romanos 13:12-RVC).