
NASHVILLE, Tenn. (BP)–Huracanes, desplome en la bolsa financiera, aumento de la gasolina, guerras civiles, perdidos en la migración, avance de enfermedades, tragedia de niños atrapados en conflictos militares, terremotos, conflictos familiares. Todos estos parecen ser noticias que escuchamos, vemos y son parte del mundo en que vivimos hoy. ¿Será posible experimentar paz y seguridad en un mundo tambaleante? ¿Podremos como creyentes mantener estabilidad en medio de la tormenta? ¿Habrá una tabla de seguridad que de balance a nuestros días? ¿Decidiremos actuar basados en las circunstancias solamente o confiaremos en Dios?
No hay duda que las noticias que han encabezado los diarios y programas de información en estos últimos días pueden ser abrumadoras y tienen a muchos desesperanzados. Una noticia triste tras otra noticia negativa puede desalentar, preocupar y desgastar aún a los creyentes más maduros y positivos. Una crisis, emergencia, tragedia o cualquier lucha severa con un ‘gigante’ nos recuerda que vivimos en un mundo imperfecto. Vivimos en un mundo caído, en pecado, necesitado de redención. Lo cierto es que el mundo se tambalea. No solo ahora. Ha sucedido así desde hace ya bastante tiempo. Adán y Eva pueden dar testimonio de ello. Unas veces más y otras veces menos, pero así lo sentimos.
En medio de las luchas debemos preguntarnos en quién o en qué vamos a enfocar nuestra atención. El enfoque determinará nuestra conducta. Nuestra forma de pensar influye en nuestro comportamiento ¿Viviremos enfocados en las circunstancias o enfocaremos nuestra atención en el Dios vivo? El salmista dijo en el Salmo 46.1 “Dios es nuestro amparo y fortaleza.” Sabía bien que nuestro Ayudador divino es uno que entiende y conoce de nuestras luchas. Él es nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Es nuestra ayuda en medio de los tiempos cambiantes. En consecuencia, podemos centrarnos en Dios como nuestra fortaleza y vivir confiados ó podemos dejar que las preocupaciones de la vida nos abrumen y nos hagan actuar como aquellos sin esperanza.
Me gusta mucho lo que el salmista concluye al poner su confianza en Dios. El dice “Por tanto, no temeremos.” Salmo 46.2ª. Esto es exactamente lo que necesitamos no tener, pero cuántas veces experimentamos temor, temor a no sentirnos “seguros” de lo que va a pasar, temor a que tengamos que desprendernos de algunas cosas a las que tanto nos hemos aferrado, temor a que ya no podamos sentirnos “confiados” de lo que sucederá mañana. El consejo es bueno y pertinente. No temeremos aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar. No temeremos aunque bramen y se turben sus aguas. No temeremos aunque tiemblen los montes a causa de su braveza. Esto sólo es posible enfocándonos en Cristo. El dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:27
¡Cuanto necesitamos experimentar ese tipo de paz hoy! No solo para nuestro beneficio personal y el de los nuestros, sino también para dar testimonio al mundo en que vivimos. Necesitamos mirar hacia arriba y no mirar horizontalmente para experimentar la paz verdadera. La invitación de Jesús a nuestras almas, muchas veces agobiadas y turbadas por las luchas del día a día, puede hacer que algunos pregunten, ¿de dónde vendrá el socorro? Hoy, el Ayudador divino nos recuerda que si permanecemos en Él y buscamos su ayuda podemos estar tranquilos. ¿Por qué? Porque nuestro socorro está en camino. Está cerca. El que hizo los cielos y la tierra nos protegerá. El no dará nuestro pie al resbaladero. El Creador, que hizo los cielos y la tierra, no duerme y está pendiente de todo lo que nos pasa. Y con toda prueba, siempre nos dará una salida. ¡Ese es nuestro Guardador! Lo dice Abel. Lo probó Enoc. Lo confirma Noé y Abraham. Sara y el Israel victorioso lo comprobaron. Moisés se sostuvo como viendo al Invisible. Faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Su testimonio es “que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.” Heb.11.33-34. Todo esto al enfocar toda su atención en Dios y no en las circunstancias.
El mirar lo inestable y lo frágil de este mundo nos recuerda que nuestra confianza no puede estar en nadie más, en nada más y en ningún otro que no sea Jesucristo. “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios.” Salmo 146.5. Mirar alrededor es natural y humano. Pero enfocarnos y creer que la fuente de nuestra estabilidad y paz está en las circunstancias o en las proyecciones humanas es vano.
¡Ánimo! Mira hacia arriba. Levanta tus ojos hacia Dios. Mira al que hace justicia a los agraviados. Mira al que da pan a los hambrientos. Mira al que levanta a los caídos y liberta a los cautivos. Mira al que abre los ojos a los ciegos y ama a los justos. Mira al que guarda a los extranjeros. Mira al que sostiene al huérfano y a la viuda. Mira al que trastorna el camino de los impíos. Mira y descansa en Él. Toma un respiro y mira Su rostro. Agarra Su mano y suelta todo aquello que te impida confiar en Él. Mírale porque Él y solamente Él es la fuente de tu estabilidad verdadera. Mírale porque es tu sombra a tu mano derecha. Mírale porque al hacerlo el sol no te fatigará de día y la luna de noche. Mírale porque te ama y guarda tu alma. Mírale porque Él tiene al mundo, incluyéndote a ti y a todas las circunstancias de tu alrededor en Sus manos. ¡No temas!
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol
