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EDITORIAL: Porque los niños cuentan

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–La población hispana sigue creciendo a una velocidad sin precedentes en nuestra nación.

Parte importante de este crecimiento lo vemos reflejado en los niños. Estudios recientes del Censo indican que la tasa de nacimiento entre la población hispana sigue aumentando. Uno de cada cuatro nacimientos en nuestro país es hispano. En estados como California y Texas, uno de cada dos niños que nacen son hispanos. Los hispanos representan el 22 por ciento de todos los niños menores de 18 años en la nación. Proyecciones de la Oficina de Censo de los Estados Unidos indican que para el 2025, cerca de tres de cada diez niños en nuestro país será de descendencia latina. ¿Qué implicaciones tiene esto para la iglesia hispana de hoy?

En primer lugar, necesitamos desarrollar ministerios más intencionales y efectivos que nos permitan evangelizar a nuestra niñez. ¿Pareciera que los niños y niñas entran a nuestros templos, se sientan y esperan solo que los entretengan? Es de vital importancia entender el por qué debemos alcanzarlos a la edad más temprana posible. George Barna, reconocido investigador, comenta que los niños entre las edades de cinco a trece años tienen un 32% de probabilidad de aceptar a Jesús como su Salvador personal. La probabilidad de aceptar a Cristo baja a 4 por ciento para aquellos entre las edades de 14 a 18. Aquellos de más de 18 años de edad tienen un 6 por ciento de probabilidad de aceptar a Cristo como su Salvador. La conclusión es contundente, necesitamos reforzar el ministerio a nuestros niños y asegurarnos que no sólo los estamos alcanzando pero discipulando apropiadamente. Es decir, estamos siendo intencionales al desarrollar esfuerzos evangelísticos que nos permitan llegar a ellos con las buenas nuevas y ayudarles a madurar en su fe. No es un secreto que también llegamos a los padres a través de estos tan importantes para el reino.

Ese mismo estudio indica que la conducta de las personas de casi toda la vida y sus puntos de vista se forman generalmente cuando las personas son niños, particularmente antes de que estos lleguen a ser adolescentes. Es por ello que el discipulado en esta etapa no puede verse como algo ocasional o sin una estrategia clara. Estamos influenciando toda una vida. Necesitamos evaluar nuestro ministerio con los niños y ver cómo estamos ayudando en su transformación espiritual. Necesitamos ayudar también a los padres a ser más efectivos en esta tarea. Esto implica proveer más y mejores oportunidades para capacitar a los líderes de este ministerio y ofrecer grupos de apoyo para los padres. Buscar más y mejores formas de asociarnos con ellos para impactar su crecimiento espiritual. Cabe destacar la necesidad de desarrollar más y mejores ministros de niños. Esto comienza con el pastor. Nosotros los pastores debemos sensibilizarnos y entender que esto no es cuestión de “delegarlo” a un grupo o a las damas solamente. Esto está en el mismo corazón de Dios. Es pertinente que veamos esto como una parte esencial del ministerio que Dios nos ha dado. Aprendamos del Maestro.

Nuestros niños hispanos enfrentan a la vez retos y desafíos tremendos. La mayoría (52 por ciento) de los 16 millones de niños hispanos en nuestro país es ahora “segunda generación.”. Esto significa que son los hijos o hijas nacidos en Estados Unidos de por lo menos un padre extranjero. Un 11 por ciento de los niños hispanos son de “primera generación”, lo que significa que nacieron en un país extranjero. En muchos casos viven entre dos culturas, la de sus padres y la del colegio. Muchos de ellos regresan al hogar después del colegio y no encuentran a nadie en casa porque ambos padres están trabajando. Otros son empujados a tomar roles de adultos cuando aun son muy pequeños. Gran parte dedica más tiempo a la televisión que a otras actividades de mayor importancia. ¿Cómo es ser un niño hispano en los Estados Unidos hoy? Quizás esta deba ser la primera pregunta que debemos hacernos a fin de reforzar nuestro ministerio con ellos. Lo cierto es que hoy los niños necesitan a Jesús. Sin duda, tenemos la responsabilidad de capacitar a los padres y a los maestros en cómo ayudarles a conocerle a Él. Las palabras de Deuteronomio 4:10 parecen hacer eco en nuestros corazones “Recuerda el día que estuviste delante del Señor tu Dios en Horeb, cuando el Señor me dijo: “Reúneme el pueblo para que yo les haga oír mis palabras, a fin de que aprendan a temerme todos los días que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus hijos.”

Fraternalmente en Cristo,
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn., http://www.LifeWay.com/espanol.

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