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FORT WORTH, Texas (BP) — Otra vez. Después de terminar otra de mis clases sobre la naturaleza de Dios, volví a escuchar las mismas preguntas que he escuchado muchas veces en labios de tantos. Esta vez se trataba de uno de mis estudiantes. ¿Si Dios es amor y bondad, por qué no simplemente perdona al ser humano? ¿Por qué tiene que haber necesidad de la cruz? ¿No sería más fácil simplemente perdonar y pasar por alto todo lo que el ser humano ha hecho? ¿Acaso no el mismo Dios y Jesús nos piden que perdonemos de manera infinita? ¿Por qué exigir un sufrimiento tan terrible como el de la cruz? ¿Por qué se le tiene que compensar a Dios para que perdone?

¿No ha oído esas preguntas usted también? Yo, muchas veces. Y debe confesarse que desde una perspectiva puramente humana son preguntas lógicas. Son preguntas que aparentemente desde una perspectiva puramente humana desarman cualquier necesidad de la cruz. Escúcheme bien, aparentemente. Pero, entonces ¿por qué la Escritura sigue insistiendo que la obra de Jesús era necesaria. Jesús debía ir a Jerusalén (el famoso término griego “dei” de obligación absoluta). ¿Por qué? Yo, me dijo alguien, quisiera creer que Dios tarde o temprano terminará perdonando a todo el mundo… pues él es amor infinito… ¿De verdad? ¿Nosotros quisiéramos de verdad que al fin de cuentas toda la maldad, toda la injusticia del ser humano, toda la violencia, todo el engaño, los asesinatos, las violaciones, los abusos a menores, los genocidios, las infidelidades, las mentiras, la crueldad, la envidia, la arrogancia, el racismo, la discriminación, la coruppción, el terrorismo, la explotación, la indolencia, la indiferencia… todo todo fuera completamente perdonado sin nada más? Lo dudo. Esto correspondería en la práctica a un universo en lo que todo es válido y sin ninguna consecuencia… Yo no quisiera vivir en un universo así. Y la comunicación que Dios ha dado nos dice que este universo no es así… Pero, y ¿entonces?

SOLO DOS OPCIONES

¿Cómo trata Dios con el pecado? Una de dos. O lo acredita a la persona de su hijo y en él lo castiga, o cada uno tarde o temprano terminará pagando por su pecado.Pero ¿cómo es que lo puede acreditar a su Hijo? Jesús, siendo uno de nosotros toma nuestro lugar voluntariamente y se ofrece por nosotros para hacerlo. ¿Pero acaso no es esto inmoral, por qué castigar a alguien que es inocente por alguien culpable? Jesús se hizo uno de nosotros y se identificó totalmente con nosotros para poder compartir con nosotros lo que somos y así poder realmente representarnos delante de Dios. Pero, ¿Cómo puede Dios castigar a un tercero por el pecado de otro, este no parece ser un Dios de amor…? Si se tratará de un tercero propiamente quizá podría pensarse así, pero el caso es que Jesús es Dios mismo. No se trata de un juez castigando a un tercero inocente en favor del culpable. Se trata del juez castigándose a sí mismo por el culpable. Y si a alguien le parece todavía que esto no es “legal,” debería recordarse aquí que ese mismo juez es el legislador universal. Nadie o nada más hace las leyes sino él mismo.

Pero, esto todavía no contesta la pregunta inicial. ¿Por qué Dios no simplemente perdona, y así se evita de tanto problema, incluyendo el hecho de ser él mismo el que tenga que sufrir para salvar a los seres humanos? ¿No sería esto más fácil?

ALGO UNICO EN DIOS

Existe algo en Dios que los seres humanos no pueden entender y tampoco están dispuestos a hacer. El no puede negarse, traicionarse a sí mismo (2 Timoteo 2:13). Cuando la Biblia habla de su “verdad” y su “fidelidad” habla de esta cualidad divina (e.g. Ex 34:6). En otras palabras, su voluntad coincide totalmente con su naturaleza. No existe nada en lo que él desea que esté en desacuerdo con lo que él es. Y al revés. No hay nada en su naturaleza que no esté de acuerdo con sus deseos y voluntad.

En el caso de los seres humanos la cosa es diferente. Frecuentemente nos encontramos ante la realidad de padres humanos que ante la falta de respeto de su hijo, simplemente se hacen los desentendidos, “le dejan pasar tal o cual ofensa,” y situación arreglada. Todavía más, cuantas veces no hemos oído — y hasta quizá participado — en el caso de un padre que justifica a su hijo aun sabiendo que el tal es culpable. Parece ser que en ciertos momentos la bondad del padre por el hijo se convierte en complicidad hasta hacerse partícipe de la falta del hijo. En otras ocasiones hasta se llega a elogiar a una madre que “aun cuando todos condenen” ella perdona sin castigar nada. Pensamos nosotros que esto es ideal. Por supuesto, siempre y cuando se trata de nuestro hijo o de nuestra madre. No pensamos lo mismo, cuando aquel hijo nos ha hecho mal a nosotros, o cuando aquella madre encumbre al asesino del nuestro.

¿Qué ha pasado con todo esto? Al ser humano no le cuesta nada negar y contradecir las demanda que su conciencia y su naturaleza como imagen de Dios. Debido a su condición de separación de Dios el ser humano se puede “hacer del ojo pacho,” (pasar por alto) y permitir que algo se haga, diga, piense, sienta, en contra de la voluntad y la ley de Dios sin intervenir o corregir. Más bien a veces se tapa, se ignora. Y, entonces pensamos Dios podría hacer lo mismo.

Dios, por su parte, es justo. Cuantos versículos afirman esto, no cabrían en un corto artículo como este. Su justicia es parte de su santidad. Esa santidad es definida y estipulada en la naturaleza, conciencia, y sobre todo en las Escrituras judeocristianas. Lo interesante es mirar también cuántas veces prácticamente en el mismo verso en donde se menciona la justicia de Dios se menciona su gracia, su favor y perdón. Tome por ejemplo estos dos versos, el primero de los cuales es la descripción que Dios hace de sí mismo:

“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.” Exodo 34:6-7.

“Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.” Num. 14:18.

LA CRUZ: DISEÑO DIVINO INELUDIBLE

Si las cosas están así. Si Dios es justicia y es gracia y perdón, y si él no puede negarse a sí mismo, ¿Cómo podrá perdonar al ser humano que ha violado una y otra vez su santidad y justicia? ¿Cómo podrá perdonar y ser fiel a su bondad sin negar su justicia? ¿Cómo perdonará sin que su justicia sea negada? ¿Cómo podrá ser amor sin dejar de ser justo?

La única respuesta es la cruz. La cruz es el lugar en donde tanto la bondad y la justicia de Dios se ven al mismo tiempo. En la cruz Dios perdona al ser humano que quier ser perdonado. En la cruz Dios castiga los pecados de aquellos que se refugian en su Hijo. La cruz es la única respuesta válida para la salvación.

En esta semana santa recuerde que Dios nos amó de tal forma que dio a su Hijo para que todo aquel que en el cree no se pierda sino que tenga vida eterna. No hay otra forma de salvación. El Dios de la Biblia es justo y es bueno. El Dios de la Biblia es el que diseñó la cruz para salvarnos. ¡¡¡Su nombre sea bendito!!! ¿Has recibido esto tú?
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Gerardo A. Alfaro es profesor de teología sistemática y director de la división de estudios teológicos del Southwestern Baptist Theological Seminary en Fort Worth, Texas.

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  • Por Gerardo A. Alfaro