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EDITORIAL: Preparado para la vejez


NASHVILLE, TENN. (BP)–El otro día conversaba con un amigo que es pastor en la ciudad de Phoenix en Arizona. La iglesia en la que sirve ha experimentado un crecimiento constante, no solo con la adición de nuevos miembros, sino con el inicio y establecimiento de nuevas iglesias en Arizona, México, Centro y Sur América y un dinámico y variado programa para ministrar a las necesidades en las cárceles, los hospitales y a los pobres.

Mi amigo lleva más de cuarenta años de pastor de esa iglesia que comenzó como un estudio bíblico en la sala de su casa. Una cosa que llama la atención es que la congregación mantiene la misma actividad y dinamismo de los primeros tiempos. Le pregunté a mi amigo cuál era el mayor reto que estaba enfrentando y su respuesta fue casi automática: “Aprender a envejecer con dignidad”. Su respuesta me tomó por sorpresa. En verdad no esperaba eso, por lo que le pregunté: ¿Y eso que quiere decir? Me respondió: Eso es algo que se aprende, pero toma mucho tiempo y esfuerzos y solo se pude alcanzar con la ayuda de Dios. Y añadió, siempre habrá riesgos y por eso, tenemos que confiar plenamente en Dios. Y terminó diciéndome, hay varias cosas que hacer:

1. Ayudar a los necesitados

2. Evaluar constantemente nuestra capacidad, no pensando en lo que hicimos, no soñando con lo que quisiéramos haber hecho sino enfrentándonos con lo que tenemos que hacer.

3. Alentando, entrenando, preparando, empujando y dejando hacer a los jóvenes.

4. Pensando, cada día, en cómo quiero que esta gente me recuerde.

Mi amigo hace años que tomó como modelo para su vida y ministerio el ejemplo de Barzilai, de la forma en la que ayudó al rey David y de la manera en la cual supo ponerse en su lugar cuando otros, en su posición, tal vez hubieran asumido otra postura (2 Samuel 19:31-37).

No me pude contener y le pregunté: De todo lo que has hecho y de toda tu preparación, ¿qué ha sido lo más difícil? Sin dudar un segundo me respondió: Aprender a decir que no. No me refiero a dejar de hacer las cosas, añadió, sino a entender cuándo tenemos que dejar que sean otros lo que hagan las cosas, sin servir de obstáculo ni criticar o hacer comentarios.

Considero que este hombre de Dios está en lo cierto y Dios ha premiado sus esfuerzos y su dedicación. Hay capacidades que se pierden con la edad y es importante aprender a reconocer esa situación. Hay cosas que se pueden hacer bien, y es en esas que debemos concentrarnos. Hay que tener mucho cuidado con aquellos comentarios “aduladores” de la gente que nos aman, que pudieran darnos una información falsa tratando de estimularnos y no herirnos halagándonos con comentarios favorables por cosas que hacemos que en verdad merecen una crítica y no un halago.

Es importante ayudar y no ver como enemigos a aquellos que ahora son capaces de hacer las cosas mejor que nosotros. Es necesario verlos como aliados y “socios” en el ministerio que es de Dios y no nuestro. Si Él nos permitió hacer algo para su reino, hay muchas más cosas que nos preemitirá hacer para Su gloria y no para nuestra vanidad.

Considero que esta es una actitud muy positiva y le pido a Dios que me ayude a hacer mía la oración que este siervo ha tenido en los últimos veinte años de su vida: “Señor ayúdame a ver cuando esté sirviendo de obstáculo y dame fuerzas para quitarme de tu camino”. Pienso que esta oración ha servido para que este pastor pueda envejecer con dignidad. Desafortunadamente, no todos pueden ser como Caleb (Josué 14:6-11).
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Óscar J. Fernández, es el Editorial Project Leader del Non-English Language Team en Leadership and Adult Publishing de LifeWay Church Resources, es además escritor independiente y estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores de 20 países hispanos.

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  • Por Oscar J. Fernandez