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EDITORIAL: ¿Qué más necesito saber?


NASHVILLE, Tenn. (BP)–Hay muchas cosas para las cuales yo no tengo una respuesta teológica o bíblica. Aunque a veces es difícil hacerlo, tengo que reconocer que hay muchas cosas en la vida que ignoro. Justamente y con mucha más frecuencia de lo que quisiera, algunos de mis amigos me preguntan acerca de esas cosas que no conozco. No sé cómo se siente usted cuando alguien a quien estima, se le acerca buscando una respuesta que espera que usted le pueda dar, y usted se enfrenta a la situación de no tener una respuesta que darle. En ocasiones, hay personas que llenas de buenas intenciones, arman una respuesta que ellos no tienen para tratar de ayudar, creando un nuevo problema que en ocasiones es mayor. Esto es un fenómeno al cual todos estamos expuestos.

Por ejemplo, yo no sé por qué a las personas buenas, les suceden cosas malas. No sé por qué razón algunas personas enferman de cáncer, y por qué en algunas de ellas no funcionan los tratamientos. Es difícil de comprender la razón por la cual mueren los niños después de sufrir largas y penosas enfermedades. Me entristece mucho cuando veo ancianos que dedicaron sus vidas al cuidado de sus hijos y familiares y que al final de sus vidas son abandonados y se sienten olvidados, sin más refugio que sus arrugas y sus lágrimas. No sé tampoco por qué algunas personas pierden su empleo y tienen que luchar a brazo partido para poder dar de comer a su familia, mientras otros derrochan fortunas que no trabajaron ni sudaron. No tengo una explicación que me satisfaga para explicar el chisme, la envidia, los deseos de grandeza, el empecinamiento, la manipulación, y el odio. Mucho se ha escrito, muchas son también las teorías; sabemos que son “pecados” pero no puedo explicarme el por qué.

En verdad, son muchas las cosas que desconozco o ignoro y con las cuales tengo que lidiar casi a diario. Me resulta en realidad muy difícil poder imaginar situaciones por las que no he tenido que pasar y siempre trato de evitar la tentación de intentar explicar lo que no conozco. He tratado de ser honesto conmigo y con mis amigos y decir siempre esta verdad, por dura que esta sea: “En verdad, no sé por qué suceden estas cosas.” Me he visto en situaciones extremas, cuando para una persona joven se han terminado las opciones y mirándome, con una mirada ya perdida me ha dicho, ¿por qué? Dios me ha ayudado a entender que yo no tengo que preocuparme por conocer la respuesta de las cosas que no conozco.

Esto en realidad no es importante ya que hay cosas que sí sé, y que he experimentado en mi propia vida; por ejemplo, sé que Dios me ama mucho más de lo que yo pueda imaginar, comprender o explicar. Sé que Jesucristo, su Hijo, vino al mundo a entregar su vida para pagar por mis pecados. También sé que Dios no envía el cáncer ni las enfermedades ni los sufrimientos, y que estas no son un castigo por algo que hayamos hecho, o por un pecado que hayamos cometido sino que son oportunidades que encajan en los planes de Dios para nuestras vidas. Dice la Palabra que “toda buena dádiva proviene de Dios. Él no nos hace ningún mal, pero las pruebas siempre fortalecen nuestra fe y nos acercan más a nuestro Creador, por lo que Dios permite que nos sucedan ciertas cosas.

También sé que Jesús fue crucificado, murió, resucitó al tercer día, ascendió al cielo y está sentado a la diestra del Padre intercediendo por mí y que envió al Espíritu Santo que mora en mí. De manera que a pesar de las muchas cosas que no sé, me siento feliz porque sé muchas más cosas de las que necesito saber.

También sé que esos deseos de conocer lo desconocido no provienen de Dios. Recuerde que en el jardín del Edén, Satanás le dijo a la primera pareja de seres humanos que si ellos hacían lo que él les decía las casa cambiarían para ellos y les prometió : “serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” Génesis 3.5. De manera que desde el principio de la raza humana, Satanás ha usado el instinto del hombre de conocer lo desconocido en su favor para apartar al hombre de Dios. Y claro está que en aquel tiempo Satanás mentía y ha mentido siempre. Sin dudas él es el padre de las mentiras.

Hay algo más que sé y es que todas las promesas de Dios están al alcance de todas aquellas personas que reciben a Cristo como su Señor y Salvador, entonces, ¿qué más necesito saber?
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Óscar J. Fernández es el Editorial Project Leader para Leadership and Adult Publishing, en LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y estudioso de la Biblia. Su blog https://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores de 20 países hispanos.

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