
Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libre, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. Gálatas 5:1
Los eventos de las últimas semanas en Afganistán trajeron a mi memoria mi experiencia personal que impactó y comenzó a moldear mi vida 58 años atrás. Recuerdo cuando mis padres me dijeron, de manera que yo entendiera, “vamos a salir de Cuba y nos vamos a Panamá”. Como un niño de nueve años mi corazón estaba quebrantado y mi mente muy confusa. Unos años antes mi hermana mayor había salido para Canadá a estudiar. Mis preguntas “¿Por qué nos vamos?, aquí están todos mis amigos, ¿con quien vamos a vivir?” Naturalmente no fueron contestadas a mi satisfacción. Así comenzó mi vida de refugiado en junio de 1963. Khalid Amiri, en su cuenta de twitter, expresa mis sentimientos cuando dice, “no hay palabras que puedan describir mis sentimientos y nada curaría este trauma y dolor. Nunca imaginé que dejaría mi país con un pequeño bolso de mano. Sumergido en el dolor, el miedo y el corazón roto. Todo por lo que he trabajado y todos los sueños que tuve se desvanecieron y quedaron atrás”.
Afganistán como Cuba y otros países que son muchos, buscan libertad. En mí experiencia yo recibí libertad de la opresión comunista en el año 1963 pero aún más precioso y valioso para mí fue recibir la libertad de la opresión de pecados que recibí al recibir a Cristo como Salvador en enero 1978. ¡Eso sí es libertad!
En este artículo no es mi deseo hablar de política sino de presentar maneras en que tu y tu iglesia pueden ayudar a refugiados de Afganistán o cualquier otro país que están a tu alrededor. Dios está trayendo personas de otros países que buscan libertad política. Tu y yo tenemos el gran privilegio de ministrarle a sus necesidades físicas, emocionales y muy en especial espirituales. Una persona que goza de libertad política es aún esclavo a sus pecados a menos que busquen la libertad espiritual.
¿Qué podemos hacer para ministrar al pueblo afgano?
- Lee y aprende más sobre su cultura. Esto incluye la historia del pueblo, los tres grupos étnico-principales, la religión, la comida, etc.
- Desarrolla una relación con tus nuevos amigos. Esto toma tiempo.
- Provéele un lugar en donde vivir
- Provéele comida
- Provéele muebles
- Enséñale inglés (puedes usar la Biblia para parte de la clase en inglés)
- Ayúdalos con su comienzo en un país nuevo. Llévalos a las citas de médicos, empleos, seguro social, etc.
- Con el tiempo, cuéntales la historia de Cristo de una manera muy simple.
Hay muchas cosas más que tu y tu iglesia pueden hacer. Haz una lista de ellas y póngala en acción. Espero que esto te motive a ministrarle a los refugiados que viven en tu área. Dios te ha dado una gran oportunidad en estos momentos para ofrecer la esperanza y la libertad en Cristo. ¿Qué vas a hacer tú con esta oportunidad?
