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EDITORIAL: Un Asunto del Corazón


NEW ORLEANS (BP)–Hay un músculo que palpita aproximadamente 100.000 veces al día, bombea cerca de cinco litros de sangre por minuto, aproximadamente 7.570 litros de sangre cada día a través de todo el cuerpo. El camino que toma su sistema sanguíneo, que incluye arterias, venas y capilares mide más de 96.540 kilómetros. ¡Es una extensión suficiente como para darle más de dos vueltas al mundo! Y para un adulto, este músculo es del tamaño de dos puños apretados.

Para las parejas cuyos corazones no están cimentados en el pacto de gracia de Dios, estos puños apretados les recuerdan la constante e inflexible postura de un comportamiento combativo en vez de dos corazones divinamente unidos en mutuo amor y apoyo.

Con un peso de 283 gramos, el corazón es el símbolo universal del amor. Desde aretes dorados en forma de corazón, pasando por corazones de chocolate, a tatuajes de diferentes tamaños, el corazón transmite una experiencia común. ¿O, no es cierto?

En un momento o en otro, la mayoría de la gente será atropellada por el amor y experimentará un salto del corazón e incluso un fuerte palpitar. La vida se paraliza y nada más importa. Algunas parejas gemirán al tono de un “adolorido corazón roto” (¡lo que sea que esto signifique!). Otras enfrentarán un impredecible dolor de corazón y aun un corazón roto cuando un seudo llamado “buen” matrimonio se vuelve malo. Una vez más, la vida se paraliza. Sin embargo, otros encontrarán y disfrutarán de las bendiciones del amor que tan maravillosamente Dios designó para el hombre y la mujer. Los dos entonces se vuelven uno. ¡No es una buena matemática… pero es una asombrosa teología!

William Gurnall, en su clásico puritano “El Cristiano en Armadura Completa, Volumen 1,” escribe, “El conocimiento intelectual de las cosas de Cristo no es suficiente; seguir a Cristo es principalmente una cosa del corazón. Si su corazón no está establecido en sus propósitos, sus principios, no importa lo bueno que sean, estarán sueltos y no funcionarán en el calor de la batalla.”

¿Está su corazón, como pareja cristiana establecido en sus propósitos? ¿Cuáles son los principios que guían su matrimonio? ¿Estarán estos principios sueltos y sin propósito y no proveerán la ayuda necesaria en los tiempos difíciles? Cuando dos corazones están unidos juntos para palpitar como uno, entonces las mejores lecciones de la vida pueden aprenderse. Considere estas lecciones, estos principios provenientes del propio corazón (H-E-A-R-T) de Dios.

Nota de la traductora: en este acróstico, se conservará la palabra original en inglés “heart” correspondiente a la palabra española “corazón” para no perder el sentido del mensaje.

H — Honre al Señor a través de su matrimonio.

El mejor testimonio que les puede dejar a sus hijos es que ellos vean y oigan sobre las obras de Dios en y a través de su matrimonio (Salmo 78:1-7). El mejor testimonio que le puede dar a un mundo enfermo es la evidencia de que Jesús hace una diferencia en y a través de su matrimonio. Sea la luz y la sal en un mundo oscuro y sin sabor. Existimos en esta tierra para darle gloria a nuestro Padre. Ustedes existen, como pareja cristiana, para hacer lo mismo.

E — Estimúlense el uno al otro al amor incondicional.

Esposos, ¿saben ustedes que su prioridad al hacer discípulos es discipular a su esposa? Esposas, ¿saben ustedes que su prioridad como animadoras y estimuladoras es apoyar a su esposo? “Edificar el cuerpo en amor” (Efesios 4:16) no puede tomar lugar en la iglesia cuando las parejas cristianas actúan destruyéndose fuera de la iglesia. Encuentre maneras para edificar verbalmente y en comportamiento a su cónyuge.

A — Anímese a pedir perdón y a perdonar.

Tal vez cada semana, si no cada día, usted tendrá la oportunidad (e incluso oportunidades) de pedir perdón o de perdonar a su cónyuge por algo que dijo o hizo. Actúe pronto en cualquiera de los dos casos. Dios hace con nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos (1 Juan 1:9). De la manera en la que Dios nos perdona cuando se lo pedimos, ¿no espera él que hagamos lo mismo con nuestro cónyuge? ¡Qué ejemplo tan maravilloso tenemos para darnos el uno al otro! No permita que el orgullo del corazón le robe los momentos íntimos de pedir y dar perdón a su cónyuge.

R — Realinee sus prioridades cada día.

Todos hacemos lo que pensamos (o sentimos) que es importante que hagamos. Fuera de su relación con el Señor, su cónyuge tiene el segundo lugar de importancia y significado en su corazón. ¿Cuáles cambios necesita usted hacer para reflejar esta prioridad? Mark Twain dijo una vez: “Uno aprende de la gente a través del corazón, no de los ojos o del intelecto.” ¿Qué es lo que su cónyuge aprende acerca de usted y sus prioridades? ¿Qué le está usted enseñando a su cónyuge por medio de lo que hace durante el día?

T — Trate fuertemente de entrenar a sus hijos a conocer y amar el corazón de Dios.

En relación a nuestras responsabilidades espirituales como padres, Deuteronomio 4:9 nos compele y manda a “enseñar [los estatutos de la ley] a los hijos y a los nietos.” Tenemos que nutrir a nuestros hijos en la fe. ¡Usted es el mejor mentor espiritual de su hijo! No se alarme, pero esté advertido. No hay mayor urgencia hoy en el hogar. Ningún entrenamiento mayor llevará a sus hijos hacia el corazón de Dios. La iglesia tiene la responsabilidad de habilitar a los padres para esta fundamental y esencial tarea.

Cleland B. McAfee experimentó de primera mano una lección del corazón de Dios. Cuando la difteria tomó la vida de dos de sus amadas sobrinas, compuso una canción para consolar su alma y el corazón de los sufridos miembros de su familia. A nosotros, también, como parejas se nos recuerda ahora encontrar consuelo y fortaleza en este lugar:

“Hay un lugar de dulce descanso,

Cerca al corazón de Dios.

Un lugar donde el pecado no molesta,

Cerca al corazón de Dios.

O Jesús, bendito Redentor,

Enviado desde el corazón de Dios,

Sostennos, esperando en ti

Cerca al corazón de Dios.”

Corazón…H-E-A-R-T…aquí está el comienzo de las lecciones aprendidas desde el corazón de Dios.
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Jerry W. Pounds Sr. sirve como asistente del presidente y profesor de Discipulado en New Orleans Baptist Theological Seminary. Él puede ser localizado en [email protected].

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  • Por Jarry W. Pounds Sr.