- Baptist Press - https://www.baptistpress.com -

EDITORIAL: Una fiesta de despedida

[1]

SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — ¿Alguna vez has asistido a una fiesta de despedida? ¿Cuándo fue? ¿Qué tipo de despedida era? ¿Trabajo, estudios o mudanza? ¿Qué te motivo a hacerlo? Las fiestas de despedida se hacen por diversas razones. Ellas son una oportundad muy especial para mostrar nuestro afecto a las personas que realmente apreciamos.

La visita del Señor Jesús a sus amigos en Betania, seis días antes de la pascua, era una visita de despedida. El relato de Juan 12: 1-9 es también registrado en los evangelios de Marcos y Mateo. Es una reunión que muestra el amor tan grande que Jesús tiene por una familia y lo que hizo esta en gratitud por este amor tan transformador. Era la familia de Lázaro, María y Marta. Una familia, como cualquier otra, a quién Jesús ama tanto como a tu familia.

El milagro que Jesús había hecho al resucitar a Lázaro llegó a darle más renombre y notoriedad a la ciudad de Betania. Para muchos, Betania era la ciudad donde vivía “el resicitado”. Cuando Cristo impacta una familia también impacta una vecindad y todo un pueblo. En otras palabras, donde Cristo siembra allí se produce una hermosa cosecha. Jesús había marcado eternamente la vida de esta singular familia. Ella preparó una cena especial en su honor. El grupo de por lo menos diescisiete incluía a Jesús, los Doce, Lázaro, Marta, María y Simón. Era un agape familiar brindado en respeto, gratitud, pero también como una expresión de un servicio lleno de gozo.

Marta toma el honor de servir. Probablemente habían otros sirvientes en la casa. Pero Marta reconoce que Cristo estaba entre los invitados. Cuando reconocemos a Cristo en medio nuestro, su presencia nos impulsa a servir con alegría. El problema de muchos de nosotros es que no vemos a Jesús caminando en medio nuestro. Si recordamos bien, Cristo había reprendido a Marta en un encuentro anterior, pero no en esta ocasión. No le pasa como algunos de nosotros que cuando nos reprenden nos enfadamos y tiramos la toalla rapidamente. Decimos: “hasta aquí llego yo, no tengo porque soportar esto”. Marta sigue sirviendo. ¡Cuánto necesitamos aprender de Marta en estos días!

Al mismo tiempo, Lázaro se reclina a la mesa con Jesús. Allí está comiendo con aquél que es la Resurrección. Un día estaremos tú y yo sentados junto con Él en su Mesa. El buen anfitrión recuerda dónde había estado y cómo había sido su experiencia antes de su encuentro con Jesús. Su corazón está lleno de gratitud. Su actitud es la correcta. Me pregunto si guardaba memoria de la tumba donde antes lo habían puesto. ¿La recordaría? ¿Qué tal las vendas y el lienzo con que lo habían enrollado? Su ejemplo de comunión y agradecimiento trae a nuestra mente lo olvidadiso que a veces somos. No recordamos cómo eramos antes de Cristo. Su conversación libre y gozosa con el Maestro junto a los discípulos refresca nuestra perspectiva. Nos habla de la importancia de nuestra comunión con el cuerpo de Cristo. Lázaro, Lázaro, ¡cuánto puedes enserñarnos!

En seguida, María toma un frasco con casi medio litro de un costoso perfume y unge al Maestro. Esta es una familia que sirve al Mesías. El perfume era de nardo puro. La casa se llena del olor del perfume, un perfume de amor agradecido y generoso, un santo derroche hacia el Salvador. El descontento de Judas comienza con la murmuración. Revela su avaricia. Al instante, Cristo vindica la conducta de María diciéndole: “Déjala” (v.7). Permítele que haga esto. Esto es muestra de su amor y buena voluntad. Y es que Dios honra cada acto de servicio en su nombre.

[2]

Vivimos en un mundo contaminado por el pecado. Algunos creyentes están sentados en las gradas, contentos con el status quo. Están conformados al mundo y a sus afánes. Hoy, la obra carece de la actitud de María y su familia. Esta dama junto a sus hermanos no tuvieron después la oportunidad de embalsamar al Señor. Era una fiesta de despedida y ellos no lo sabían. Las oportunidades de servir están acá en este mundo y muchos no las aprovechan.

Es fácil olvidar que cada cosa que hacemos en su nombre, Cristo lo tiene en cuenta. Dios honra toda buena acción y muestra de aprecio que le damos. ¿Cuándo fue la última vez que rendisteis en servicio algo valioso por Jesús, algo extravagante? ¿Cuándo participasteis junto a tu familia en algo de dimensiones eternas? Creo que en el cielo nos llevaremos muchas sorpresas. Tu próximo encuentro con el Maestro puede ser una fiesta de despedida. Tú y tu familia pueden ser los anfitriones. Hoy es tu oportunidad de servir al Maestro.