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EDITORIAL: Viviendo consistentes con el día de resurrección

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SAN ANTONIO, Texas (BP)–En su primer carta a los Corintios, Pablo pregunta sobre la práctica entre algunos herejes de bautizar personas y esto sin creer en la resurrección (1 Cor 15:29). Para él era incompresible que la una se practicara negando la otra, y con razón. El bautismo ilustra la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Negar la resurrección pone en cuestión el simbolismo de la ordenanza del bautismo y nos hace pensar que tal vez eran ignorantes de la concordancia entre el evento y el simbolismo, o quizás no les importaba.

El problema de la concordancia entre el simbolismo de la iglesia cristiana y las grandes verdades de nuestra fe sigue hasta hoy. En nuestros tiempos muchos adoptan costumbres y tradiciones cristianas completamente desinteresados de su significado. Se dice que en Japón, por ejemplo, la boda cristiana es muy popular y especialmente entre parejas budistas y de la religión ancestral shinto. Aparentemente, el rito y la pompa de la ceremonia cristiana les atraen sin tener preocupación alguna de su significado sagrado, o el choque con sus propias creencias no cristianas. Pero no hay que viajar al otro lado del mundo. Muchos en nuestro país usan símbolos de la fe cristiana; la cruz, el pez, la biblia, la paloma de paz y otras pero como algo decorativo, sin interés en el significado.

Quizás es de esperarse que personas y culturas sin un conocimiento íntimo de la fe cristiana puedan vivir en contradicción de sus propias creencias, pero esto no se puede tolerar entre el pueblo que confiesa fe en Cristo Jesús. Este domingo celebraremos el día de la resurrección; el evento histórico que transformó la historia de la humanidad. Gran parte del mundo define los tiempos alrededor de aquel que nació en Belén, fue crucificado en Jerusalén y resucitó al tercer día. Sin la resurrección la memoria de Jesús seria solo una nota al pie en la historia de la antigüedad. Pero no lo es, y todo verdadero creyente tiene la responsabilidad de asegurar que su vida concuerde con esta gran realidad. Permítame sugerir tres maneras cómo podemos concordar personalmente con la resurrección de Cristo.

Primero, el cristiano vive consistente con la resurrección cuando demuestra un espíritu de optimismo incansable. Hay muchas cosas hoy en día que intentan robar a la persona la esperanza y la fe en su semejante – Bernie Madoff viene a la mente. Como él hay muchos, pero el creyente sabe sobre todas las cosas que la resurrección de Jesús es las primicias de algo que todos esperamos a nuestro tiempo. Mi papa a menudo decía que él era como el pájaro posado sobre una rama. Cuando venia alguien queriendo cortar la rama bajo sus pies, como el pájaro él seguía cantando, ¿y porque? ¡Porque el pájaro tenia alas para volar! La resurrección de Jesús es nuestro “par de alas”. Como dice el himno: “Porque él vive, ¡triunfaré mañana!”

Segundo, el cristiano también vive consistente con la resurrección cuando manifiesta una vida trasformada por el Espíritu Santo. Jesús fue muerto y sepultado en humildad, pero en su resurrección reveló la grandeza de su gloria y poder. Pablo nos recuerda que somos nuevas criaturas en Cristo Jesús (2 Cor 5:17). Más que los servicios que se tendrán a través del mundo, nada ilustra el poder de la resurrección mejor que una vida transformada. Quizás antes se embriagaba con vino, ahora eres lleno del Espíritu Santo. Antes maltratabas a la familia, pero ahora los guardas con esmero. Antes te dedicabas solo a la ganancia material, pero ahora estas almacenando tú galardón en los cielos. La vida transformada en Cristo tiene su sentido en la resurrección del Señor.

Por fin, el cristiano manifiesta consistencia con la resurrección cuando vive con propósito. Tal persona deja de ser víctima a las vicisitudes de la vida. En contrario, empieza a manifestar en su actitud y sus hechos lo que sabe que Dios ha preparado para su futuro. Para tal persona, ya no hay coincidencias; todo es parte de los diseños de un Dios soberano en control de todo. Un cristiano que vive a la luz de la resurrección sabe que tanto la vida como la muerte tiene su propósito perfecto en el Señor (Rom 13:9).

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La iglesia celebra la fecha histórica cuando Jesús dejo el sepulcro vacio el primer domingo después de la primera luna llena a las vísperas del equinoccio vernal. Pero en realidad es una celebración de todos los domingos. Jesús resucitó el primer día de la semana, y de allí tomo la iglesia su patrón para reunirse en adoración (Juan 20:1; Hechos 20:7; 1 Cor 16:2; Rev.1). Cada domingo es día de resurrección con su desafío constante que nuestra vida concuerde con el significado tras el símbolo del glorioso Cristo resucitado. ¡Aleluya!
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.