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El legado pro-vida de Bush es mayor que el de Reagan, dice Land


WASHINGTON (BP)–Richard Land tiene en alta estima al ex presidente Ronald Reagan, pero cree que el presidente George W. Bush será recordado en la historia como el máximo presidente pro-vida de la historia reciente.

Aunque Bush deja la oficina con un índice de aprobación de su trabajo de un 30 por ciento, Land y otros líderes pro-familia ven a Bush afectuosamente, en particular con una administración pro-vida que tomó responsabilidad.

“[Bush] logró hacer más que lo que hizo Reagan,” le dijo Land a Baptist Press, en referencia a la política pro-vida. “Reagan fue inmutablemente pro-vida, pronunció algunos preciosos discursos, apoyó la [Convención Nacional Republicana pro-vida] plataforma de cambio en 1980 y salió electo como un presidente pro-vida. Y Reagan enfrentó más oposición en el Congreso que la que enfrentó Bush. Pero en términos de cosas hechas, el presidente Bush fue mucho más consistente en sus nominaciones judiciales, mucho más consistente en sus elegidos para política pública. Esta ha sido la administración más pro-vida desde Roe contra Wade.”

El legado pro-vida de Bush comenzó un mes antes de los ataques terroristas del 2001, cuando el 9 de agosto de ese año dirigió un discurso a la nación en el cual prohibía que dinero federal fuera usado en casi toda investigación de células madre. Tal investigación implica la destrucción de embriones humanos, en contraste con otros métodos de investigación que usan células madre adultas de recursos como la sangre del cordón umbilical y la médula ósea.

El legado de Bush continuó en el 2003, cuando firmó una prohibición del aborto por nacimiento parcial, y en el 2005, cuando nominó a John Roberts y Samuel Alito — dos jueces altamente respetados por ser social conservadores — a la Corte Suprema. Estos dos jueces votaron en el 2007 con una mayoría de 5-4 para mantener la prohibición del aborto por nacimiento parcial, y sucedió por primera vez desde Roe que la corte federal mantuvo una prohibición en un procedimiento específico.

“Creo que el presidente hizo más para humanizar al feto durante las discusiones sobre la investigación de células madre embrionarias que ningún político estadounidense desde que se decidió Roe contra Wade,” dijo Land, señalando específicamente el discurso de Bush en agosto del 2001. “La opinión cambió de la noche a la mañana, de casi un tercio a favor de su prohibición a una mayoría, casi dos tercios, a favor de la prohibición. En ese solo discurso, hizo más para humanizar al feto ante el público en general de lo que creo que nunca haya hecho ningún político estadounidense. Y continuó haciéndolo en elocuentes discursos que confrontaban al público estadounidense con la humanidad de los embriones nonatos.”

Bush dos veces vetó proyectos de ley que habrían revocado su política de células madre. En el 2006, firmó su primer veto enfrente de la audiencia de la Casa Blanca que incluía a 18 familias que habían adoptado bebés “snowflake” — esto es, bebés que nacieron después de ser adoptados cuando aun eran embriones congelados, el mismo tipo de embriones que muchos científicos quieren usar para la investigación. Bush caminó por el salón y tomó en los brazos algunos de los bebés ayudando así a ponerle cara al asunto. “Estos niños y niñas no son partes de repuesto,” dijo durante su discurso de ese día. “Ellos nos recuerdan lo que se destruye cuando se destruyen los embriones en nombre de la investigación. Ellos nos recuerdan que todos comenzamos nuestra vida como una pequeña colección de células.”

Bush firmó la prohibición del aborto por nacimiento parcial después de la campaña de elección general del 2000 que lo vio repetidamente contrastando su posición con la del presidente Clinton, quien dos veces había vetado prohibiciones similares. De hecho, Bush inclusive hizo el asunto parte de su discurso de aceptación de la Convención del Partido Republicano en el 2000, prometiendo que “cuando el Congreso me envíe un proyecto de ley en contra del aborto por nacimiento parcial, lo firmaré en ley.”

El debate por el aborto por nacimiento parcial, dice Land, ha sido el momento crucial en el movimiento pro-vida. Las encuestas están de acuerdo. En septiembre de 1995 — antes de que el Congreso y Clinton comenzaran a debatir el proyecto de aborto por nacimiento parcial — 56 por ciento de los estadounidenses se autodenominaban pro-escogencia, el 33 por ciento pro-vida, de acuerdo a la Encuesta Gallup realizada en ese momento. En agosto de 1997 — después del veto de Clinton — 47 por ciento se autodenominaba pro-escogencia, 44 por ciento pro-vida. Desde entonces, el porcentaje de estadounidenses que se autodenominan pro-vida no ha descendido de 40 por ciento sugún la Encuesta Gallup.

“Creo que el debate sobre la prohibición del aborto por nacimiento parcial es la Cabaña del Tío Tom del movimiento pro-vida,” dijo Land. “La Cabaña del Tío Tom humanizó la penosa situación de la esclavitud. El debate sobre el aborto por nacimiento parcial humanizó el asunto del aborto para un significativo segmento de la población estadounidense. Éste confrontó al público estadounidense con la humanidad del feto, de la misma manera que la Cabaña del Tío Tom confrontó al público general con la humanidad de aquellos en esclavitud humana.”

Alito y Roberts, dice Land, son las “joyas de la corona del legado pro-vida y pro-familia” de Bush.

“No hay promesa que él mantuviera más fielmente que su promesa de nominar solamente conservadores entre los judiciarios, juristas del intento original a la corte, lo que significa jueces pro-vida,” dijo Land. “… [Alito y Roberts] son jóvenes, son elocuentes, son brillantes y van a ser estrellas de esta corte durante 20 años.”

En parte, el legado pro-vida de Bush es muy alto debido a que sus creencias pro-vida son sinceras, dice Land.

“Ha sido mi privilegio haber conocido un significativo número de figuras públicas,” dijo Land. “Y no sé de ninguna figura pública a la que yo conozca personalmente donde haya menos diferencia entre la persona pública y la persona privada que George W. Bush. Él es quien es. Sea que la gente guste de él o no, hay una autenticidad y una integridad en George W. Bush que es rara en un período de figuras públicas, mucho menos en políticos.

“Esto es por lo que creo que él enfrenta el futuro con ecuanimidad. Él ha hecho lo que creía que era correcto para el país a pesar de las consecuencias de los ocho años que ha estado en la oficina.”

Aunque el legado pro-vida de Bush es visto con admiración por los líderes pro-vida, todo su legado — por lo menos desde la perspectiva de los principales historiadores — no recibe altas calificaciones. Land, sin embargo, cree que eso cambiará con el tiempo.

“Creo que él será el Harry Truman del siglo 21. Cuando Harry Truman dejó la oficina, obtuvo un 24 por ciento de aprobación,” dijo Land. “Y ahora, es ampliamente considerado el tercer presidente más importante del siglo 20, detrás de Roosevelt y Reagan. Creo que George W. Bush tendrá una rehabilitación similar en la historia. Truman vivió en un tiempo muy controversial y fue impopular por hacer muchas cosas controversiales — cosas que en retrospectiva han sido consideradas muy sabias: el anticipado entendimiento de la amenaza comunista, la NATO, el puente aéreo de Berlín, el Plan Marshall, poner en su lugar la política de contención global, la decisión de intervenir en Corea. Creo que este presidente ha hecho la misma cosa. Creo que ha puesto la misma clase de estructura y estrategia en su lugar para ayudarnos a ganar la guerra mundial contra el jihadismo radical musulmán.”

Todo el legado de Bush mejorará a medida que la situación en Irak mejore, añadió Land.

“Yo le digo a la gente; ‘Asumamos que en 25 años Irak es la Corea del Sur del Medio Este,” dijo Land. “Si esto sucede, levantarán estatuas de George Bush el libertador en el centro de la ciudad de Bagdad. No había más razón en 1953 para creer que Corea del Sur llegaría a ser Corea del Sur [como la conocemos ahora] que la que hay ahora para creer que Irak se volverá la Corea del Sur. Esto transformará toda esa región.”
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Michael Foust es editor asistente de Baptist Press.

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  • Por Michael Foust