LOUISVILLE, Ky. (BP) — El mundo evangélico, al que se le han unido no pocos observadores seculares, ha sido enardecido por el último mensaje notable de los pastores Osteen — en esta ocasión ofrecido por Victoria Osteen mientras su esposo sonreía en un segundo plano.
En su mensaje, Victoria Osteen le dice a la masiva congregación que se dé cuenta que su devoción a Dios no se trata realmente de Dios, sino de sí mismos. “Solo quiero animar a cada uno de ustedes para que se den cuenta que cuando obedecemos a Dios, no lo estamos haciendo para Dios — es decir, esa es una manera de mirarlo — lo estamos haciendo para nosotros, porque a Dios le produce alegría que nosotros estemos felices… Eso es lo que le da a él mayor gozo….”
Ella continuó: “Así que, quiero que sepan esta mañana — Solamente hagan el bien para sí mismos. Hagan el bien porque Dios quiere que ustedes sean felices… Cuando vienen a la iglesia, cuando lo adoran, realmente no lo están haciendo para Dios. Lo están haciendo para ustedes mismos, porque eso es lo que hace feliz a Dios. ¿Amén?”
Juzgado en términos teológicos, el mensaje de Osteen es la última y hábil versión de la teología de la prosperidad. La teología de la prosperidad, que promete que Dios recompensa la fe con salud y riqueza, primero interesó a aquellos descritos como “los desposeídos” — los muy pobres. Ahora, su versión actualizada atrae a la clase con aspiraciones de los suburbios.
No hay nada realmente nuevo en este mensaje. Cualquiera familiarizado con el movimiento Nuevo Pensamiento y posteriores libros como Piense y hágase rico de Napoleon Hill verá un tema persistente. El asunto importante es este — la teología de la prosperidad es un falso evangelio. El problema con la teología de la prosperidad no es que promete mucho, sino que aspira a muy poquito. Lo que Dios promete en Cristo es mucho más que cualquier cosa que nadie pueda medir en riqueza terrenal — y a los creyentes no se les ha prometido la riqueza terrenal ni el don de la salud.
Pero hablar de las promesas de Dios al creyente es realmente saltar afuera de la audiencia de Osteen. El mensaje de Osteen no hace diferencia entre creyentes y no creyentes — verdaderamente no en términos del evangelio de Jesucristo. En sus sermones, escritos y apariciones en los medios, los Osteen insisten en que Dios tiene buenas intenciones para todas las personas y quiere que todos florezcan, pero no hay prácticamente mención del evangelio de Jesucristo. No hay referencia al pecado como el asunto fundamental. No hay explicación de la expiación y la resurrección como actos salvadores de Dios; no hay claridad de ninguna clase sobre la necesidad de fe en Cristo y el arrepentimiento del pecado.
En vez de eso, se enfocan en la felicidad y en el “inmensurable favor” de Dios que va ser vertido en toda la gente, si solamente corrigen su pensamiento.
Como un ejercicio de pensamiento, limitemos la consideración a esas personas que se han identificado como cristianos a través de los siglos. ¿Se aproxima el mensaje de Osteen a su experiencia? ¿Siquiera tiene sentido?
Solo considere el hecho de que la mayoría de los cristianos a través de la historia de la iglesia han sido pobres, y a veces desesperadamente pobres. Ellos no tenían la esperanza de mudarse a una mini mansión en los suburbios, ellos tenían la esperanza de alimentar a sus hijos un día más. Esa ilustración es todavía verdad para millones de millones de cristianos alrededor del mundo hoy.
Y eso es solo el principio.
¿Qué de todos los que inclusive ahora sufren persecución debido a su fe en el Señor Jesucristo? ¿Qué de los seres queridos de los mártires en Mosul? ¿Qué de los cristianos forzados a dejar sus hogares y que son amenazados con el genocidio? ¿Qué de los niños de cristianos sacrificados en Irak y Siria justo en semanas recientes, o aquellos martirizados por Boko Haram en África? ¿Cómo les funciona la teología de la prosperidad a ellos?
En su reciente trabajo sobre la teología de la prosperidad, la historiadora Kate Bowler traza el cambio de lo que ella llama el mensaje de la “prosperidad dura” de los primeros pentecostales al mensaje de la “prosperidad suave” de los predicadores modernos como Joel Osteen. Como Bowler lo explica, la nueva versión “más suave” del mensaje de la prosperidad se “ha vuelto la principal teología cristiana del vivir moderno.”
Bueno, quizá. La teología de la prosperidad verdaderamente vende libros y atrae multitudes en EE.UU., pero ¿qué le dice a una afligida viuda y madre cristiana en Irak? ¿Cómo puede cuadrar con el mensaje real del Nuevo Testamento? ¿Cómo cualquier pecador puede ser salvo, sin una clara presentación del pecado, la redención, la cruz, la tumba vacía y el llamado a la fe y al arrepentimiento? La teología de la prosperidad falla cada examen, y falla cada examen miserablemente. Es un evangelio falso, y uno que debe ser repudiado, no meramente reformateado.
La alegría de Dios en sus creaturas humanas se centra en su deseo y voluntad de que ellos lleguen a la fe en Jesucristo y sean salvos. La gran línea divisoria en la humanidad no está entre el rico y el pobre, el enfermo y el sano, o inclusive el feliz y el infeliz. La gran división está entre aquellos que, en Cristo, han sido transferidos del reino de las tinieblas al reino de la luz gloriosa de Dios.
La felicidad sola no puede cargar el peso del evangelio. El mensaje del verdadero evangelio se encuentra en Juan 3:16: ” Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Ese es un mensaje que puede ser predicado con la cara impávida, un espíritu valiente y un corazón apremiante en Múnich, en Miami, o en Mosul.
Si nuestro mensaje no puede ser predicado con credibilidad en Mosul, no debe ser predicado en Houston. Esa es la difícil situación de Osteen.
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R. Albert Mohler Jr. es presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky. Esta columna apareció primero en su sitio web, here.