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En Chile, se comparten el amor de Dios y una comida caliente

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TALCA, Chile (BP)–Mercedes Iturra tiene algo que no tenía antes del terremoto de magnitud 8.8 que azotó a Chile—un nuevo amor por las Escrituras.

Un grupo de voluntarios bautistas chilenos llegó el 10 de marzo a Pangue Abajo, una comunidad rural donde vive Iturra en una tienda improvisada afuera de su casa a punto de colapsar. Las familias de sus hijos –incluyendo a 14 nietos- viven con ella.

Cuando los voluntarios visitaron a su familia, les llevaron globos y libros para colorear para los niños y folletos evangelísticos para los adultos.

“Uno de los voluntarios que visitó a mi familia marcó ciertos lugares en mi Biblia para que los leyera,” dijo Iturra. “Las tenemos a la mano, así que cuando vino la réplica del terremoto, las sacamos y nos pusimos a leer la Biblia.”

Ya que Iturra no sabe leer, su nieta de 14 años le lee los pasajes marcados en Romanos: “si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo.”

“Mucha gente está asustada, así que muchos están poniendo más atención a Dios,” dijo una de las hijas de Iturra.

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Aunque Iturra y su familia todavía están buscando algo espiritual, la ayuda que han recibido de los esfuerzos bautistas en el desastre que dejó el terremoto les ha dado fe en la Palabra de Dios. Los voluntarios que compartieron su fe con Iturra y con su familia vinieron de un esfuerzo combinado entre bautistas chilenos y bautistas del sur (estadounidenses).

Una cocina temporal instalada en el estacionamiento de la Iglesia Evangélica Bautista El Sembrador en Talca es la matriz del proyecto. El equipo de la cocina y los alimentos son provistos por Baptist Global Response (BGR), un aliado bautista del sur que ha estado coordinando equipos de dos personas voluntarias provenientes de los Estados Unidos para que trabajen con los voluntarios chilenos por una semana a la vez. Estos equipos ayudan a mantener la cocina, planificar las comidas y comprar lo necesario.

Cuando Steve Wise y George Kay, el primer equipo voluntario, llegó a la Iglesia El Sembrador, no había una lista del personal para la cocina ni alguna persona que hablara inglés. Haciéndose entender con señas, los nativos de Carolina del Sur luchaban por lograr instalar la cocina. Pero con la ayuda de los misioneros de la Junta de Misiones Internacionales, pronto consiguieron al personal y a los traductores. Y en los primeros días de su operación, su cocina produjo alimentos para 750 chilenos por día.

“Los chilenos son gente buena y trabajadora,” dijo Wise. Un miembro de la Primera Iglesia Bautista en Spartanburg, Carolina del Sur. “Se pusieron a trabajar duro hasta que terminamos. Son como profesionales.”

La cocinera líder, María Teresa Cerda, ayudó a organizar a los voluntarios de las varias iglesias bautistas en el área alrededor de Talca.

“Es una buena experiencia trabajar con los estadounidenses,” dijo Cerda. “Están disponibles sin importar la hora del día o lo que tenga que hacerse. No son exigentes.”

Cerda y su esposo fueron misioneros chilenos en Ecuador por 11 años. Durante ese tiempo, Cerda levantó fondos para las iglesias ecuatorianas horneando y vendiendo empanadas –un alimento popular en América Latina. Ahora ella usa sus habilidades en la cocina para servir a las víctimas del terremoto.

“Estoy motivada para servir—para dar algo de lo que Dios nos ha dado,” dijo Cerda. “Hemos visto sufrir a mucha gente. La gente realmente lo necesita y es muy bien recibido. Están agradecidos.”

Desde su llegada, Wise y Kay han encontrado los mejores lugares para comprar ingredientes y han desarrollado una relación con los voluntarios chilenos. Ya que los alimentos enlatados no están disponibles al mayoreo, los cocineros tienen que pelar, cortar y preparar todos los ingredientes— un proceso que aumenta el tiempo de preparación a cada comida.

Debajo de un toldo de tela, los voluntarios chilenos cortan vegetales y cuidan las cazuelas calientes sobre las estufas de gas.

“Es una labor muy intensa,” dijo Wise. “Tienes que traer a toda una tripulación, pero se la están pasando bien.”

Mientras se terminaba su tiempo con los chilenos, Wise y Kay se preparaban para que la cocina funcionara de manera independiente hasta que llegue el próximo equipo norteamericano. Durante ese tiempo, la cocina comenzará a producir 1,500 comidas al día, más del doble de la producción actual. Pero Wise y Kay están seguros de que los voluntarios chilenos pueden manejar el aumento por sí mismos.

“Ayer estaba de pie tratando de localizar problemas. No pude encontrar ninguno,” dijo Wise. “Una vez que les enseñamos nuestro sistema… ya saben qué hacer.”

“Así es su cultura. Saben cocinar,” dijo Kay, un miembro de la Iglesia Bautista de Barkers Creek, en Honea Path, Carolina del Sur. “Todas estas personas tienen una gran actitud y corazón de servicio.”

Una vez que se prepara la comida, se guarda en hieleras para ser distribuída. Cada hielera tiene una capacidad para 100 porciones. Los chilenos bautistas de la Unión Nacional de Jóvenes Bautistas están ayudando con la distribución de los alimentos.

“Cuando escuché que [el terremoto] era un desastre nacional, sentí el deseo personal de ser un voluntario,” dijo Manuel Castro Garrido, un estudiante de ingeniería eléctrica de Tenuco, Chile. “Quiero poder mostrar el amor de Dios de una manera integral.”

Algunos de los jóvenes voluntarios entregan comidas a aquellos que no pueden cocinar en su situación presente o que están muy ocupados reparando su casa y no tienen tiempo para cocinar. De cualquier modo, las comidas son una bendición.

Otros jóvenes voluntarios transportan cargamentos de comidas para llevarlas a las áreas de las comunidades circunvecinas. Una vez que se establecen para hacer la distribución, tocan el claxon para señalar a las familias locales que pueden venir a recoger la comida. Algunas veces los voluntarios organizan juegos para los niños o un pastor lleva el mensaje del Evangelio. Siempre, los voluntarios construyen amistades y oran con las personas.

“Nuestra ayuda ha sido espiritual, no tan sólo física,” dijo Garrido.

Los voluntarios bautistas del sur ayudarán en esta y otras cocinas temporales hasta el final del mes de abril, cuando la distribución de los alimentos será entregada a los voluntarios chilenos.

“Queremos hacer todo lo que podamos para facilitar una transición que ayude a las familias a independizarse de nuevo,” dijo Wise.
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Tristan Taylor es un escritor de la Junta de Misiones Internacionales enfocado en Latinoamérica. Se pueden hacer donaciones para los esfuerzos de los bautistas del sur en Chile a través de http://imb.org yendo al gráfico de respuesta ante el terremoto de Chile. Se pueden ver las peticiones de oración actualizadas en imb.org/pray. También se actualizará la información en Twitter, yendo a #QuakeResponse.