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EN PRIMERA PERSONA: ¿Qué tal si Jesús no hubiera muerto?


NUEVA ORLEANS (BP)–“¿Qué tal si…?” es una serie de libros con mucho éxito en sus ventas, recopilada por Robert Crowley y en la cual los historiadores observan algunos eventos claves en la historia y tratan de imaginar qué tal si no hubieran pasado así.

Por ejemplo: ¿Qué tal si Poncio Pilatos hubiera dejado libre a Jesús?

Ése es el título del capítulo escrito por Carlos M.N. Eire, presidente del departamento de estudios religiosos en Yale University. El subtítulo dice, “El cristianismo sin la crucifixión.”

Eire se imagina a Poncio Pilatos tomando en cuenta la advertencia de su esposa cuyo sueño había sido interrumpido esa noche con pensamientos sobre un “hombre justo.” Su mensaje para el Gobernador era, “No te metas con ese hombre.”

Así que, pregunta Eire, ¿qué tal si Pilatos hubiera rechazado a los líderes religiosos y a la muchedumbre que estaba gritando que se ejecutara a Jesús? ¿Qué tal si le hubiera dejado libre?

En una de las páginas del libro, debajo de una pintura del siglo XIII de Pilatos con los líderes judíos, se encuentra esta frase: “La decisión que dio a luz a la religión.”

Eire pregunta, “¿Qué tal si Jesús no hubiera sido clavado a la cruz por órdenes de Pilatos? ¿Qué tal si hubiera vivido una muy larga vida? ¿O incluso tan sólo diez años más? ¿O uno? ¿Qué tal si su persona y su mensaje se hubieran intepretados de diferente manera, como de seguro hubiera pasado?”

Las respuestas fácilmente serían muy diversas, como lo reconoce Eire. Él dice, “Especular sobre lo que hubiera pasado si algo hubiera sido diferente en la historia de Jesús y de sus seguidores es como navegar en un océano de posibilidades infinitas.”

En otras palabras, lo que se te ocurra a ti, es tan bueno como lo que se le ocurra a él.

Una cosa sí es segura: Sin la crucifixión no hay resurrección. Y sin una o la otra, una cruz o una tumba vacía, nos quedamos con nada, excepto una buena historia sobre un hombre maravilloso que vivió una vida ejemplar. En otras palabras, estamos metidos en graves problemas.

Preguntar “¿Qué tal si Jesús no hubiera ido a la cruz?” es una interrogante equivalente a “¿Qué tal si Dios se hubiera equivocado?”

Y cuando abres esa Caja de Pandora, irrumpe el caos en todas direcciones.

En esta época de la Pascua, está de moda que los predicadores y los maestros de la Biblia hablen sobre el evento clave de la resurrección. Sin él, nada. Con él, todo.

Sin embargo.

La crucifixión es la primera mitad de esa historia. Separar la muerte de Jesús de Su resurrección y tratar de hacer lucir a una como más importante que la otra, es como pasar una serrucho por tu torso e intentar decidir cuál de las dos partes es más esencial para tu existencia.

A veces me pregunto por qué Robert Crowley no le pidió a alguien más escribir un capítulo mucho más intrigante sobre otro tema: “¿Qué tal si Jesús no hubiera resucitado de la tumba?”

Creo que sabemos por qué no encontraremos este capítulo. Sería como admitir que Jesús sí resucitó de entre los muertos. Y si alguien lo admite, tiene que abordar un mundo de implicaciones y consecuencias. Así que, se vuelve más fácil para ellos (supuestos) historiadores objetivos el ignorar la resurrección, la cual muchos de ellos han negado como algo posible por el simple hecho de que “la gente no regresa de entre los muertos,” y sólo abordar la crucifixión, un hecho que no representa ningún problema para los historiadores.

Es interesante que el Apóstol Pablo escribió en la 1ª carta a los corintios 15:12-19 su propia versión abreviada de “¿Qué tal si Jesús no hubiera resucitado de la tumba?”. Él identifica siete consecuencias para nosotros si el cuerpo de Jesús se hubiera descompuesto en la tumba:

* Nuestra predicación carece de cimientos.

* Y lo mismo de aplica a nuestra fe.

* Somos falsos testigos de Dios, clamando que hizo algo que no hizo.

* Tú fe no tiene ningún valor.

* Sigues en tus pecados.

* Todos los que han “muerto en Cristo” están realmente muertos.

* Somos dignos de lástima.

Lo que Pablo no hizo, sin embargo, es especular sobre las que hubieran sido las consecuencias si Jesús hubiera sido puesto en libertad por Pilatos y hubiera vivido el resto de Su vida en el tipo de ministerio de predicación y sanación que le caracterizó los primeros tres años.

No obstante, aventurémonos un poquito en este tipo de especulación tonta. Preguntemos: ¿Qué tenemos si Jesús no hubiera muerto en la cruz por nuestros pecados?

1. No hay una ofrenda por el pecado. Después de todo, ¿qué podemos ofrecer? Esa es la pregunta que el profeta Miqueas se hizo: “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?” (Miqueas 6:6-7 RV 1960).

2. No hay perdón. Todos estaremos por cuenta propia delante de Dios. ¿Perdón de todos tus pecados en contra del Espíritu Santo? Ni soñando.

3. No hay Evangelio. Ya que Evangelio significa “buenas noticias,” no tendremos ninguna. Nuestra predicación consistiría de: “Son pecadores y se van a ir al infierno.” Punto final.

4. No hay cristianismo. No hay iglesia. No hay salvación. Nada. En lugar de un “movimiento cristiano” tendríamos cuando mucho una Sociedad en Memoria de Jesús. Unas cuantas personas con un amor por la historia que pudieran reunirse ocasionalmente para repetir los mensajes de Jesús y estudiar la tradición popular que creció a su alrededor. Nada más.

El historiados Eire piensa que hubiera habido un movimiento religioso a partir de las enseñanzas y de la vida de Jesús, pero más similar a aquellos que honran a Buda o a Confucio. Sin embargo, dice que los miembros de esta religión seguirían buscando al Mesías que ha de venir.

Creo que en eso tiene la razón.

Sin la cruz, Jesús no es el Mesías.

Después de todo, el Salmo 22 e Isaías 53 señalan la muerte del Mesías por los pecados del mundo. Y sin derramamiento de sangre, no hay remisión de pecados. (Hebreos 9:22)

No obstante, Jesús sí fue a la cruz, y las noticias son muy buenas.

Dios sí sabía lo que estaba haciendo. Pilatos se dejó influenciar por la muchedumbre y envió a Jesús a su propia muerte. Jesús murió en la cruz como Él lo esperaba. Cargó con nuestros pecados. Lo enterraron en una tumba prestada. Y a la siguiente mañana, los discípulos encontraron la tumba vacía y a un Salvador vivo y activo.

No solamente reconocemos Su muerte, la celebramos. Le llamamos a ese día “Viernes Santo.”

“Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.” (Isaías 53:4 RV 1960)

Gracias a Dios por la cruz de Jesús.
–30–
Joe McKeever sirvió cinco años como director de misiones en la Asociación Bautista de Nueva Orleans, (anteriormente la Asociación Bautista del Área Metropolitana de Nueva Orleans), de donde se jubiló en el 2009. Los catorce años anteriores, fue pastor de la Primera Iglesia Bautista del Área Metropolitana de Nueva Orleans, en Kenner. También es un caricaturista para Baptist Press. (http://www.bpnews.net/bpfun.asp?ID=JM).

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  • Por Joe McKeever