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En prisión con su hija, madre clama a Dios

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SPRINGFIELD, Missouri (BP) — Sandy Harrell había estado en prisión durante algunos meses cuando un guarda le dijo que su hija Casey estaría ahí pronto.

Y no solamente como visita.

La hija menor de Sandy estaba a punto de unirse a ella en el Centro Correccional Chillicothe de Missouri.

La caótica vida de usar y vender metanfetaminas las alcanzó — de nuevo.

“Había estado en la cárcel antes, pero nunca con mi hija. Esa realidad me abofeteó,” dijo Sandy.

“Ella y yo estábamos en la celda una mañana y mientras tomaba café la observaba mientras dormía. Pronto se despertó y nos sentamos juntas y ella dijo: ‘¡Mira mamá! ¿No es esto excelente? ¡Es la primera vez que no hemos peleado por una pipa de anfetamina ni siquiera una vez!'”

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El corazón de Sandy inmediatamente se quebrantó. Después de que su hija salió de la celda para tomar una ducha, Sandy recuerda haberle clamado ayuda a Dios. En ese momento se dio cuenta de que la vida de abuso de drogas era la única vida que su hija, ahora de 30 años, había conocido.

“Recuerdo haberle pedido a Dios que me ayudara porque no había vivido de otra manera y algo tenía que cambiar,” dijo. “Sentí su presencia y algo como una apacibilidad, y recuerdo que me cubrió una cálida sensación. Supe que él me estaba escuchando.

“Fui criada en un buen hogar; quisiera poder decir lo mismo de mis propios hijos,” dijo Sandy.

Sandy, madre soltera de tres hijos, comenzó a usar metanfetaminas después de tener a su segundo hijo, Chad. Comenzó a usarla como método para perder peso después de tener un bebé, pero eso se convirtió en años de abuso de la droga. Sandy dijo que inclusive usó metanfetaminas cuando estaba embarazada de Casey.

“Debido al uso de la droga con Casey, ni siquiera me di cuenta que estaba embarazada hasta que tenía siete meses,” dijo. “No dejé de usarla ni aun entonces. Mi bebé, mi hija menor, nunca me había visto limpia.”

Aunque Sandy siempre había creído en Dios, nunca había creído ser digna de su amor. Pero ella sabe que Dios la salvó en el Centro Correccional Chillicothe. Sin embargo, Sandy no tenía idea de cómo vivir una vida diferente a la que había vivido los anteriores 34 años.

Luego tuve que hacer una de las cosas más difíciles que nunca había hecho: “Tuve que dejar a mi hija en la prisión cuando fui liberada el 2 de julio de 2014.”

Sandy tenía solamente una amiga que estaba “limpia” y vivía una vida piadosa, pero estaba en otra ciudad.

Al principio se quedó con su hijo, Chad, quien milagrosamente escapó de la vida de drogas y crimen que era normal para el resto de la familia. Pero no pasó mucho tiempo antes de que se mudara a su propio apartamento.

Sandy estaba sola por primera vez en su vida.

“Estaba preocupada,” dijo. “Todavía no tenía una iglesia ni ningún amigo limpio, así que leía la Biblia y oraba — muchísimo. Chequeé un par de iglesias, pero no pude encontrar un lugar que me calzara.”

Entonces recibió una llamada de su primo, Barry Agee, quien le preguntó si ella había estado usando metanfetaminas desde que salió de la prisión.

“Le dije que no quería nunca más estar bajo los efectos de la droga,” dijo Sandy.

Agee entonces la invitó a una reunión de sábado por la noche en Ministerios Freeway (vía libre), un ministerio fundado en parte por la Iglesia Bautista Crossway en Springfield, Missouri, y fundado por un miembro de CBC. Ministerios Freeway se enfoca en ayudar a la iglesia local presentando el evangelio a hombres y mujeres difíciles de alcanzar de una manera en la que ellos puedan relacionarse — a través de personas que han estado en las mismas circunstancias.

“Era exactamente lo que yo estaba buscando; me encantó,” dijo Sandy.

Comenzó una clase de discipulado de 20 semanas en Freeway que contestó muchas de las preguntas que ella tenía sobre Dios. También conoció a mujeres que le mostraron cómo vivir una vida sin el abuso de las drogas.

“Siempre fui a la iglesia con mi mamá,” dijo Sandy, “pero nunca había tenido una relación con Jesucristo.

“Con Jesús,” dijo ella, “aun los peores días que tengo ahora son mejores que los mejores días de mi vieja vida.”

Desde el primer día que traspasó las puertas de Freeway hace más de un año, Sandy ha sido bautizada, se ha convertido en miembro de Crossway y es voluntaria en Freeway y en Recuperación Claridad y Bienestar, un centro de tratamiento para la adicción a las drogas.

“He podido involucrarme y ver vidas cambiadas cada semana en Freeway,” dijo Sandy. “Dios siempre se manifiesta los sábados en la noche.”

“Sandy es una luz brillante,” dijo John Stroup, plantador de ministerio y evangelista de los Ministerios Freeway. “Dios ha hecho un gran trabajo en el corazón y en la vida de ella.”

Pero todavía hay dolor y consecuencias del pecado. La hija de Sandy, su hijo mayor y su esposo continúan en prisión. Ella ora por ellos diariamente y les escribe cartas que comparten su recién encontrada fe y conocimiento.

Y Dios está obrando. Recientemente su esposo Gary, que nunca había leído una Biblia desde que Sandy lo conoció, fue salvo en la prisión y ha estado leyendo la Biblia diariamente.

“Dios restaura familias y espero ese día en el que estemos todos juntos de nuevo,” dijo Sandy. “Mientras tanto, Dios ha llenado el vacío de mi vida con la maravillosa familia de la iglesia.”

Y cuando Sandy piensa en su pasado y en algunas de las situaciones peligrosas y oscuras a las que sus decisiones la llevaron, siempre recuerda Jeremías 29:11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (NVI).

“Mi anterior vida caótica me llevó a casas donde había peleas de pandillas y la gente era apuñalada…cuando yo debía haber estado en casa con mis hijos,” dijo Sandy.

“Dios me protegió a través de todo; siempre me proveyó una manera de salir; yo veo eso ahora. Estoy muy emocionada de ver cuáles son sus planes para mí. Solo tengo que ser obediente.”