FORT WORTH, Texas (BP) — Los estudiantes y la facultad del Seminario Teológico Bautista Southwestern en Fort Worth, Texas, pueden fácilmente reconocer a la estudiante de primer semestre Putti Sok cuando monta su monopatín, a menudo con una flor en el pelo. Algunos podrían decir que su pasión por Jesucristo y el evangelismo es aun más reconocible.
Sin embargo, solo hace unos pocos años, ella ni siquiera había escuchado el mensaje del evangelio.
Los padres de Sok son camboyanos, pero ella nació en Long Beach, California, y creció en Dallas. A pesar de haber sido criada en EE.UU., la cultura camboyana todavía influencia su vida.
“Mi identidad cuando era una jovencita, me veía a mí misma como una chica camboyana budista,” dice Sok. “¿Por qué? Porque mis padres así me lo decían.”
Camboya es cerca de 95 por ciento budista, dice Sok, y su familia continuó con las tradiciones religiosas cuando vinieron a EE.UU. Pero esas tradiciones significaban poco para Sok.
“En cuanto al significado detrás de lo que ellos hacían en la creencia budista, era confuso para mí,” dice Sok. “Realmente no lo entendía.”
Sok consideraba el budismo un ritual que venía con la cultura, así como veía el cristianismo como una religión solo para los estadounidenses.
En el primer ciclo de secundaria, Sok comenzó a ver la religión como una decisión y no como una herencia cultural. Pero en lugar de escoger entre budismo y cristianismo, ella se convirtió en una “evangelista atea.” Ella les preguntaba a otros qué creían acerca de Dios y los desafiaba a tratar de convencerla de que Dios existía.
Al comenzar su educación universitaria en la Universidad de Texas en Arlington en 2008, una de las metas de Sok era edificar relaciones profundas. Ella tenía éxito en eso a medida que hacía muchos amigos, varios de ellos cristianos y activos en el Ministerio Estudiantil Bautista en el campus.
A pesar de las diferencias en las creencias, Sok participaba en estudios bíblicos y asistía a la iglesia con sus amigos, quienes ella decía que eran fieles en hablarle de Cristo.
“Ellos compartían el evangelio conmigo una y otra vez,” dice Sok.
A veces, Sok inclusive servía a otros en la comunidad junto con sus amigos cristianos haciendo menesteres u otros proyectos para aquellos que conocían. Mientras que sus amigos les decían a aquellos que servían que lo hacían porque querían mostrar el amor de Cristo, Sok podía solo decir que lo hacía debido al amor de ella.
“No fue sino hasta después que vi que todo lo que estaba haciendo perdía todo significado y era en vano si no tenía un significado eterno,” dice Sok.
Sok comenzó a darse cuenta durante su segundo año de universidad que si Dios era real, podría oír sus oraciones. Cada noche, comenzaba a orar que Dios la ayudara a entender lo que ella oía de sus amigos y leía en la Biblia porque a ella eso le parecía tontería.
Entonces un día, Sok entró a un closet en el edificio del Ministerio Estudiantil Bautista (BSM por sus siglas en inglés) que había sido convertido en cuarto de oración.
Adentro, encontró un tazón lleno de pedazos de papel con los nombres de los amigos perdidos de los estudiantes. Uno tras otro, Sok miró los pedazos de papel, y una y otra vez, encontró su propio nombre en los papelitos. Al ser testigo de la fidelidad de sus amigos después de todo un año, a pesar de haberles dicho anteriormente que no oraran por ella, Sok estalló en llanto ese día en el pequeño cuartito de oración.
“Yo les había dicho,” dice Sok. “Yo era muy inflexible sobre esto — ‘Dejen de orar por mí. Nunca me voy a hacer cristiana; eso nunca va a pasar.’ Dios estaba ablandándome el corazón entonces, y comencé a pedirle a Dios: ‘Dios, por favor permíteme tener esta fe que no tengo.'”
Al día siguiente, Sok fue a un centro de retiro con el BSM donde ellos escuchaban a un orador invitado.
“Sentí que Dios me estaba pidiendo que respondiera,” dice Sok. “Todas mis preguntas y preocupaciones y dudas que tenía, finalmente las dejé a un lado, y entonces esa noche oré para recibir a Cristo.”
La mañana siguiente, Sok todavía se sentía insegura de que su decisión fuera suficientemente genuina, pero en su tiempo durante año anterior con el BSM, ella había oído que habría fruto de su fe. Ese fruto se hizo evidente en su vida después de regresar del retiro y volver al campus.
“De buenas a primeras, solo tenía el deseo de ir y compartir con la gente,” dice Sok. “Dios es real, y él me ha cambiado el corazón.”
Después de hacer la decisión de seguir a Cristo, Sok también decidió seguir su dirección al ministerio. Luego de completar su trabajo de diplomatura en la Universidad de Texas en Arlington, Sok sirvió como misionera en el campus durante un año, dirigió el grupo de evangelismo de BSM los viernes y un ministerio de dormitorio, y este año está sirviendo como interna de BSM discipulando líderes estudiantiles además de a nuevos creyentes.
Sin embargo, también creía que para continuar en ese ministerio debería continuar su educación en una escuela teológica que la equipara y la preparara.
“Busqué diferentes seminarios y sentí que Dios realmente me estaba dirigiendo al Southwestern,” dice Sok. “Me encanta.”
Al tomar solo una clase este semestre, Sok dice que ansía ser estudiante de tiempo completo en misiones en el otoño e involucrarse en las oportunidades de evangelismo que provee el seminario.
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Michelle Tyer es escritora de noticias del Seminario Teológico Bautista en Fort Worth, Texas.