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Ex presidenta de Planned Parenthood publica un libro


BRYAN, Texas (BP)–Todas sus buenas intenciones de repente se han convertido en meras excusas, argumentos sin peso y sin vestigios de verdad. Lo que Abby Johnson había creído y en lo que había basado el trabajo que ejerció durante ocho años se desmoronó ante ella mientras se daba cuenta de la desgarradora verdad: ella misma había creído y perpetuado una mentira.

Un nuevo libro dado a conocer el 11 de enero — “unPlanned: The dramatic true story of a former Planned Parenthood leader’s eye-opening journey across the life line” [aún sin título en español] — es el relato de Johnson sobre su experiencia como una voluntaria en la clínica de abortos, luego capacitada para ser su directora, y el evento inusitado que la puso en una situación difícil con su anterior empleador. El libro se hizo en colaboración con Tyndale House Publishers, Focus on the Family e Ignatius Press.

Johnson discutió su libro el 10 de enero en una sesión por internet, cuyos anfitriones fueron David Bereit y Shawn Carney, dos antiabortistas.

La relación entre ellos tres alguna vez fue una de adversarios, ya que Johnson, quien creció en un hogar bautista del sur, había dirigido la clínica de Planned Parenthood en Bryan-College Station, Texas –donde Carney y Bereit deseaban bloquear su “éxito” colocando un centro de recursos y ayuda para mujeres embarazadas.

Fue precisamente la idea del éxito lo que comenzó a molestar a Johnson y minar su fe y apoyo para Planned Parenthood. En la transmisión por internet, Johnson señaló en varias ocasiones que aunque nunca se sintió completamente cómoda con el aborto (su clínica ofrecía abortos dos sábados por mes), justificó su trabajo porque creía en la retórica de Planned Parenthood acerca de la salud de la mujer y los estragos de los abortos ilegales. Y, según dijo, la organización promocionaba la meta de reducir los abortos a través de la proliferación de anticonceptivos.

Pero Johnson sabía por experiencia propia que eso no podía ser verdad. En su libro, confesó haber tenido dos abortos. Ambos embarazos ocurrieron mientras ella estaba usando anticonceptivos. Durante su tiempo como consejera voluntaria en Planned Parenthood, Johnson descubrió que su situación no era única. La mayoría de las mujeres que aconsejó por aborto también habían estado usando anticonceptivos y ellas, tal como Johnson, se sentían fracasadas.

“Dentro de mí seguía sintiendo que había fracasado como mujer. Mi cuerpo me falló. Dios me falló. ¿Por qué Él permitió que me pasara esto? No tenía sentido,” relató.

Pero seguía insistiendo. Tenía que lograr que tuviera sentido. Tenía que ver la justificación del aborto.

“Siempre se trata de la justificación,” dijo.

Johnson continuó como voluntaria en la clínica y después fue contratada como una de sus empleadas.

“Aquí estaba ahora con dobles anticonceptivos, doble embarazo no planificado y luego doble aborto. Simplemente no tenía sentido. ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué sucede? Parecía que nuestra meta de ampliar el uso de los anticonceptivos realmente no estaba reduciendo la cantidad de abortos. Pero si esa es su misión -– y había sido su misión por años — tenía que ser la correcta.”

Años más tarde, como directora de la clínica, Johnson descubrió la parte de negocio de esta organización sin fines de lucro. Comenzó a parecer menos un grupo de voluntarios altruistas determinados a ofrecer a las mujeres cuidados médicos de calidad y parecer más una aventura para ganar capital. Las ganancias no llegaban gracias a la filantropía de servir a las comunidades de bajos recursos y a las estudiantes universitarias, si no de abortos lucrativos. Esta organización reportaba ganancias de un poco más de mil millones de dólares en el año fiscal del 2006-2007.

Cuando los directores regionales le pidieron a Johnson que redujera la distribución de servicios y productos gratuitos e incrementara la cantidad mensual de abortos cervicales e inducidos médicamente, quedó pasmada.

“Lo que querían que hiciera es que aumentáramos la cifra de abortos que estábamos proveyendo. También querían que comenzáramos a ofrecer medicamentos para provocar abortos — como el RU486 — varias veces a la semana,” dijo.

Lo que la confundió tanto como la demanda de aumento de abortos fue que los abortos con medicamento no incluirían una cita con un médico. El segundo aborto que tuvo Johnson en el 2003 había sido inducido con medicamentos y ella lo describió como “una de las peores experiencias en mi vida. Nunca he experimentado algo tan terrible, física y emocionalmente.”

A final de cuentas querían ganar dinero, no ayudar con asistencia benevolente a las mujeres en crisis.

“Pensé que éramos una organización sin fines de lucro,” recuerda Johnson haber dicho en las reuniones de personal administrativo.

¿Cuál fue la respuesta?

“Sin fines de lucro es un estatus de declaración de impuestos, no un estatus para hacer negocios,” le dijeron.

“Ahora que estaba involucrada en la administración estaba comenzando a ver cuáles eran sus verdaderas intenciones,” afirmó.

Ocho años antes, ella se autodescribía como una estudiante de bachiller, antiabortista, en la Texas A&M University. Johnson dijo que se había ofrecido como voluntaria en Planned Parenthood porque, a pesar de los abortos, estaban dando servicios médicos gratuitos o a bajo costo para cuidar a las mujeres. Planned Parethood daba la imagen de la mujer como víctima. Si los abortos no seguían siendo legales, se le dijo a Johnson –y pronto lo creyó- miles de mujeres morirían cada año debido a los abortos “callejeros.” En varias ocasiones, se le aseguró que una de las metas de Planned Parethood era reducir la cantidad de abortos.

Como una mujer joven, Johnson dijo que estaba convencida de ser antiabortista pero admitió durante la transmisiópn en línea que hubiera perdido cualquier debate con un partidario a favor del aborto. Dijo que rápidamente “quedó enganchada” a Planned Parethood.

Johnson detalla en el libro cómo alguien de su trasfondo pudiera terminar siendo la directora de una clínica de abortos. Ella creyó en la obra en contra del aborto en la clínica y, dadas sus propias experiencias con el aborto, se convenció a sí misma de que eran necesarios los abortos para las mujeres que enfrentaban embarazos no planificados.

En su último año en la clínica, tenía problemas justificando su trabajo. Pero no fue si no hasta una tarde en septiembre del 2009 cuando Johnson enfrentó cara a cara la realidad del aborto. Ya no sería simplemente una cuestión de números en un papel o de una discusión en una reunión de personal administrativo.

Nunca se le había llamado para ayudar en la sala con un procedimiento de aborto. En el pasado, había estado en la sala para sostener la mano de una paciente o para dar consejo a pacientes durante en proceso. Pero ese día el abortista visitante estaba haciendo un aborto guiado por ultrasonido, algo sin precedente en la clínica. Johnson sería testigo –en vivo- de la muerte de un bebé de 13 semanas. Ella sostuvo el tubo del aparato encima del abdomen de la mujer para que el doctor pudiera ver al bebé y al instrumento haciendo su trabajo. El procedimiento se podía ver en el monitor.

El impacto de ser testigo de un aborto en progreso hizo que Johnson se cuestionara todo lo que había creído y defendido acerca del trabajo de Planned Parenthood.

En su libro, Johnson recuerda haber pensado, “¡He creído una mentira! He promovido ciegamente el ‘objetivo de la compañía’ por tanto tiempo. ¿Por qué? ¿Por qué no busqué la verdad por mí misma? ¿Por qué había cerrado mis oídos ante los argumentos que había escuchado? O, querido Dios, ¿Qué he hecho?”

Dos semanas después renunció a su puesto como directora de la clínica y caminó hacia las oficinas de Shawn Carney en Coalition for Life.

Cuando fracasaron los intentos de Planned Parethood para hechizarla de nuevo y que regresara a su puesto ofreciendo incentivos económicos, la organización millonaria presentó una demanda para poder proteger la privacidad de los pacientes.

Johnson argumentó que la demanda era un esfuerzo para mantenerla en silencio e intimidar a otros voluntarios y empleados de Planned Parenthood que quisieran hacer lo mismo.

Planned Parenthood perdió la demanda, liberando a Johnson para escribir su libro con Cindy Lambert.

Bereit, del movimiento nacional 40 Días por la Vida, admitió que estaba sorprendido cuando recibió el mensaje de texto de Carney declarando que Johnson estaba en su oficina. Ella quería abandonar su empleo en la clínica de abortos. Bereit y Carney habían orado por eso durante años.

“Dios hace estas cosas,” dijo Bereit durante la transmisión por internet.

Fue en el tiempo de Dios que ella dejó la industria del aborto, admitió la ex directora. Dios obró a través de las oraciones compasivas y las acciones de aquellos que firmemente se oponen a su trabajo pero le mostraron el amor de Cristo. Ella dice que espera animar a otros de la misma manera, para que sigan sus pasos.
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Bonnie Pritchett es la corresponsal de Southern Baptist TEXAN (www.texanonline.net), el periódico de la Southern Baptists of Texas Convention.

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  • Por Bonnie Pritchett/Southern Baptist TEXAN