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EXCLUSIVA: ‘Radicalmente emerge una diferente historia acerca de los bautistas en Haití

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NOTA DEL EDITOR: La siguiente historia está basada en la entrevista a Paul Thompson, uno de los 10 bautistas mantenido en prisión en Haití.

TWIN FALLS, Idaho (BP)–Paul Thompson lee los relatos en los que los medios de comunicación describen la jornada de él y de otros nueve que fueron encarcelados en Haití y que ahora están libres, y se devana los sesos. Él estuvo allí. Lo que lee no es lo que experimentó.

Thompson, pastor de Eastside Baptist Church (Iglesia Bautista Eastside) en Twin Falls, Idaho, fue uno de esos 10 bautistas voluntarios que fueron a Haití el pasado enero con la meta de llevar huérfanos fuera del país devastado por el terremoto a un orfanatorio que comenzaba en República Dominicana. Ese viaje tomó un giro desastroso el 30 de enero cuando los 10 fueron impactados al saber que estaban siendo acusados de secuestro, con alegaciones arremolinadas de que tenían planes de vender los niños a la esclavitud, o peor aún, quitarles los órganos y venderlos.

Tales rumores eran falsos, pero tomó más de 100 días para finalmente resolver el asunto. Ocho de ellos fueron liberados en febrero, la novena en marzo y la última — Laura Silsby — fue puesta en libertad el 17 de mayo, más de 100 días después de que el calvario comenzara.

La historia que Thompson dice es muy diferente de las que se han descrito repetidamente en los relatos de la mayoría de los medios de comunicación.

“Es radicalmente diferente,” dijo Thompson.

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Por ejemplo:

— Los 10 estadounidenses, como se alegó en algunos relatos, no salieron a las calles de Puerto Príncipe a repartir volantes y tocar puerta por puerta en busca de niños, dijo Thompson. En vez de eso, los 33 niños que estaban tratando de pasar por la frontera en un bus de tamaño mediano llegaron de dos orfanatorios, y los trabajadores de los orfanatorios nos dijeron que ninguno de los niños tenía padres.

— Al grupo se le dijo muchas veces antes de llegar a la frontera que la documentación y los papeles — la fuente de la controversia — eran suficientes, dijo Thompson. Un oficial haitiano del servicio infantil dijo lo mismo que dijeron un policía haitiano y el director de un orfanatorio que tenía amplia experiencia en la transferencia de niños de Haití a República Dominicana.

— Los 10 bautistas fueron arrestados en Puerto Príncipe y no en la frontera. Ellos pensaron que saldrían libres hasta que la UNICEF — una agencia de las Naciones Unidas — se involucró y presentó cargos, dice Thompson.

— Ellos fueron arrestados el 30 de enero, y no el 29 de enero como se reportó repetidamente.

Thompson dijo que desde esa fecha no fue liberado de la cárcel hasta el 17 de febrero — después de pasar 19 días allí — él ha querido que la versión del grupo sea dicha pero temió que al salir al públicos pusiera en peligro a los miembros del grupo que todavía estaban en prisión. Todos, sin embargo, están ahora libres.

Sus únicas metas, dice Thompson, eran difundir el evangelio y ayudar a los niños. Esta última meta parecía ir bien encaminada hasta aquella desastrosa tarde del 30 de enero cuando fueron arrestados y sus vidas cambiaron para siempre. Hasta esa tarde, dice Thompson, no vieron ninguna “bandera roja,” nada que los hiciera pensar: “Un momento, algo no se siente bien.”

SU PRIMER VIAJE A HAITÍ

La historia del grupo de Haití realmente comenzó cinco días antes a su arresto, cuando abordaron un autobús grande a las 6 a.m. del 25 de enero para viajar seis horas desde Santo Domingo en la República Dominicana a Puerto Príncipe. Entre más se acercaban a la zona del terremoto, más destrucción veían, hasta que finalmente, al llegar a la capital de Haití, rápidamente se hizo claro que estaban en “una ciudad arrasada.” Solamente unos pocos edificios quedaban en pie, y muchos de los orfanatorios de la ciudad habían trasladado a los niños a ciudades carpa.

Antes de entrar a Haití, el grupo se había contactado con un puñado de orfanatorios y los directores de los orfanatorios les habían dicho que estaban repletos y que tenían huérfanos del terremoto que podían ser trasladados a República Dominicana. Pero los primeros huérfanos a los que el grupo acudió ese día — a pesar de estar superpoblados y tener niños que necesitaban comida — “completamente cambiaron” su historia cuando Thompson y los otros se aparecieron. Los huérfanos estaban recibiendo comida y agua de agencias foráneas con base en la cantidad de personas en el grupo y no querían perder ningún residente, dijo Thompson.

Los bautistas sí recibieron cooperación luego ese día en otro orfanatorio carpa, el cual le dio al grupo aproximadamente seis niños para ser llevados al orfanatorio en República Dominicana. Los niños fueron colocados en el autobús pero luego sacados cuando un policía haitiano llamado Leonard — quien Thompson dijo se volvió un “aliado de mucha ayuda” — le dijo al grupo que el orfanatorio no era un orfanatorio “reconocido.” Él también le dijo al grupo que ellos necesitaban un permiso escrito del director de un orfanatorio para poder cruzar la frontera con los niños y llevarlos al orfanatorio dominicano Refugio para Menores Nueva Vida.

“Así que sacamos a esos niños del autobús, y los entregamos nuevamente al cuidado del orfanatorio carpa,” dijo Thompson. “…Nosotros cooperamos con cada agencia y personal del gobierno con el que hablamos.”

El policía fue “el primero en decirnos que todo lo que necesitábamos tener era un permiso escrito de un director de orfanatorio que transfiriera la custodia de los niños de su orfanatorio al Refugio para Menores Nueva Vida,” dijo Thompson.

Debido a que el primer orfanatorio no cooperó y el segundo no tenía los documentos apropiados, el grupo decidió regresar a la República Dominicana, donde se reagruparían, cambiarían a un bus más pequeño — lo que haría más fácil transitar por las calles — y contactarían telefónicamente a otros orfanatorios en Puerto Príncipe para ver si ellos tenían niños que necesitaran ser hospedados en otro sitio seguro. Ellos también les pidieron a sus tres traductores, a quienes dejaron y habían crecido en orfanatorios, que contactaran cualquier orfanatorio que estuviera cerca e inquirieran sobre los niños. Luego de pasar la noche en Puerto Príncipe, los bautistas viajaron a Santo Domingo el 26 de enero.

SU SEGUNDO VIAJE A HAITÍ

El grupo se dirigió de nuevo a Haití el 27 de enero, y en la frontera se sorprendieron cuando — sin el permiso del grupo — los guardas fronterizos subieron extraños al bus para el viaje a Puerto Príncipe. Temiendo por su seguridad los bautistas les dijeron a los guardas que bajaran a los nuevos pasajeros del autobús. Sin embargo, dentro del caos y la confusión permitieron que un hombre y su asistente se quedaran. Su nombre era Jean Sainvil, un pastor quien — providencialmente — dirige orfanatorios en Haití y República Dominicana. Él nunca había sido miembro del grupo, pero sus intereses en común rápidamente avivaron la conversación en el bus acerca de orfanatorios y niños necesitados.

“Él explicó quién era y que estaba tratando de regresar adonde su familia en Puerto Príncipe para valorar el daño en los orfanatorios que dirigía,” dijo Thompson. “…Este director, este pastor, confirmó lo que el policía nos dijo el día antes: que todo lo que se necesita para transferir huérfanos de un orfanatorio a otro es una transferencia de custodia, documentos escritos del director del orfanatorio. Así que había una segunda confirmación para nosotros de que esa era la documentación que se requería y era necesaria.”

Sainvil le dijo al grupo que por lo menos uno de sus orfanatorios había sido destruido y que sería de gran ayuda si él pudiera transferir algunos de los residentes al Refugio de Menores Nueva Vida en la República Dominicana. Las dos partes acordaron reunirse al día siguiente donde Sainvil. Primero, sin embargo, Sainvil fue dejado en la casa de un pariente y el grupo fue a las instalaciones de una escuela cristiana donde pasaron la noche.

LA VISTA DE ORFANATORIOS EN RUINAS

A la mañana siguiente, Thompson y los otros se reunieron con sus traductores, uno de los cuales había hecho contacto con un orfanatorio en el que había crecido y que estaba superpoblado. Cuando el bus llegó al orfanatorio — localizado en un pueblo de la montaña — los niños, cerca de 13, estaban listos y esperando abordar. Siguiendo el protocolo, Silsby obtuvo el nombre de cada niño, la fecha de nacimiento y el nombre del familiar vivo más cercano, y los niños subieron al bus.

Todo parecía estar en orden, pero cuando el bus arrancó uno de los chicos comenzó a llorar gritando en creole que su papá estaba afuera del bus. El bus paró.

“Él sollozaba y las lágrimas le rodaban por las mejillas,” dijo Thompson del chico. “…Tan pronto como descubrimos que el padre del chico estaba afuera del bus, lo devolvimos a la custodia de su papá.”

El hecho de que un chico que tiene un padre vivo estuviera en el orfanatorio acentuaba la desesperada situación del país.

“Habíamos oído,” dijo Thompson, “que esta era una práctica común — que un padre existente lleve a sus hijos a un orfanatorio e insista que este niño no tiene padre, sabiendo que ese niño puede tener mejor cuidado como huérfano.”

Silsby entonces le telefoneó a Sainvil, quien le dijo a ella que no estaba listo todavía para que ellos fueran a su orfanatorio. Con el tiempo en sus manos, el grupo se dirigió a la embajada de República Dominicana en Puerto Príncipe para tratar de obtener un documento que los bautistas habían sabido que la R.D. requiere para transferir huérfanos a su país.

Nadie en el consulado, sin embargo, tenía el documento. La espera de Silsby dentro del consulado demoró tanto — por lo menos una hora — que los bautistas en el bus decidieron alimentar a los niños.

“Hubo varios atrasos,” dijo Thompson. “Ella salió una vez y dijo que la persona que se suponía que se reuniría con ella estaba en camino con el documento.”

La persona nunca apareció.

“De este lado de las cosas, esa clase de diálogo es probablemente mejor interpretado como tácticas de atraso, porque ellos no tienen los papeles,” dijo Thompson. “Nadie los tenía, y no estaban ahí. Esas son agencias del gobierno que nos decían que la persona con el papeleo estaba de camino. Así que esperamos y esperamos. Finalmente les dijimos que teníamos una cita para reunirnos en el orfanatorio con el pastor Jean Sainvil. Dejamos el edificio de la embajada.”

¿ERAN ELLOS REALMENTE HUÉRFANOS?

El orfanatorio de Sainvil — y la mayoría del vecindario alrededor de él — fue destruido. A pesar de eso, los 20 o más niños del orfanatorio estaban vestidos y listos, y ellos abordaron el bus uno a uno mientras que Sainvil le daba a Silsby el nombre de cada niño, la fecha de nacimiento y el nombre del pariente vivo más cercano.

Luego sabríamos que ninguno de esos niños — ninguno de los 20 en el orfanatorio de Sainvil y ninguno de los 13 del pueblo de la montaña — eran huérfanos. Thompson dice ahora que no saben quién estaba engañando a quién, pero que él y los otros creían que estaban recibiendo niños que eran huérfanos debido al terremoto.

“Eso todavía es desconocido para nosotros, “dijo Thompson. “Pero hasta donde nosotros supimos, estos niños que este pastor estaba dejando a nuestro cuidado y bajo nuestra custodia no tenían ni mamá ni papá. Habíamos comunicado con las cartas sobre la mesa que este era el propósito de este ministerio — solamente ministrar niños que no tienen ni mamá ni papá. Y esto se comunicó frecuentemente. Así que en algún lugar a lo largo del camino, se nos comunicó a nosotros un engaño de quién eran esos niños.”

Con 33 niños ahora a su cuidado, el grupo se dirigió de vuelta a la embajada de la República Dominicana para ver si el oficial que supuestamente tenía los documentos necesarios había llegado. La persona, sin embargo, no los tenía, pero a Silsby se le dijo que el documento estaría esperándolos en la frontera.

Los miembros del grupo ahora enfrentaban un dilema: ellos no tenían los documentos apropiados para cruzar la frontera pero — con ésta cerrada en la noche — ellos tampoco tenían un lugar para ellos ni para los niños donde dormir. Los oficiales del complejo de la escuela cristiana previamente les habían dicho a Silsby y a los otros que no se les permitiría llevar a los niños a las instalaciones, pero el grupo sintió que no tenían otra opción más que tratar. Como era de esperarse, sin embargo, la escuela los ignoró. Así que esa noche, los 10 bautistas y los 33 niños durmieron en la calle justo afuera del complejo, con personal militar en los campos del complejo que por lo menos los hicieron sentir de alguna manera seguros. A pesar de ese contratiempo, el grupo fue alentado cuando personal médico salió del complejo para chequear a los niños.

Afortunadamente, el área alrededor del complejo no vio violencia o saqueo esa noche.

“Nadie ni siquiera deambuló por la calle en la que estábamos,” dijo Thompson.

‘USTEDES BIEN PODRÍAN IR A LA FRONTERA”

Thompson y los demás se despertaron el 29 de junio después de una difícil noche de sueño intentado obtener no solamente el documento de la República Dominicana sino también el documento haitiano del que habían sabido.

Pasaron casi el día entero buscando ambos documentos — “fueron a cada agencia del gobierno a la que les dijeron que fueran” — mientras que al mismo tiempo entretenían y alimentaban a los 33 niños. El amistoso policía haitiano al que habían conocido el primer día en Haití los ayudó durante el día guiándolos a los edificios necesarios.

El grupo intentó obtener los documentos haitianos yendo a la oficina del servicio infantil de Puerto Príncipe y también a la oficina de servicios a los niños haitianos, pero cada vez escuchaban las mismas historias:

“Ellos dirían: ‘Este es un documento nuevo, realmente no tenemos el documento’ o ‘No tenemos a nadie aquí que firme el documento. Tienen que ir a la [otra] oficina para obtenerlo.'”

La última oficina del gobierno haitiano que visitaron no fue de más ayuda, y — a posteriori — puede haber ayudado a llevarlos a su arresto. Después de que Silsby le mostró a un oficial allí los documentos que le habían dado los dos orfanatorios, la persona, dijo Thompson, respondió: “Este documento que usted tiene, sería bueno que lo llevara a la frontera y viera si los dejan cruzar la frontera con este documento porque este otro documento — que todos saben que es un nuevo documento que se requiere — nadie lo tiene. Y aquí no hay nadie que realmente produzca el documento.”

Así que, luego esa tarde, el grupo decidió dirigirse a la frontera.

“Tomamos la decisión con base en lo que el oficial del gobierno nos dijo que hiciéramos,” dijo Thompson. “Sentimos que habíamos hecho cada intento para poner las cartas sobre la mesa en este proceso.”

El bus dejó Puerto Príncipe y se encaminó a la frontera cerca de las 6.

“Tan pronto como llegamos allí, Laura se bajó. Llevaba todos los documentos con ella,” dijo Thompson. “Ella estaba explicándoles a los guardas de la frontera: ‘Esta es la situación, aquí es donde nos dirigimos.’…Ellos se sentían cómodos al ver que cada cosa que ella compartía estaba en orden — esa fue la sensación que tuvimos. Entonces comenzaron ciertos diálogos en creole y en francés acerca de este nuevo documento que Haití estaba ahora requiriendo para transferir a los huérfanos. Ellos discutían entre sí, algunos decían: ‘Esto es todo lo que necesitan,” y otros decían: ‘No, tienen que obtener otro documento.'”

Los guardas de la frontera llamaron al jefe de los guardas, y Silsby y Thompson fueron a su oficina.

“Ella les decía la misma historia,” dijo Thompson. “Los guardas fronterizos escuchaban, el jefe de los guardas escuchaba. Uno podía darse cuenta que él estaba confundido.”

El jefe de los guardas fronterizos hizo varias llamadas y luego colgó el teléfono y soltó las malas noticias: “No les puedo permitir cruzar la frontera.” El grupo, dijo él, debe regresar a Puerto Príncipe a obtener el documento haitiano que nadie podía proveer.

“Él no nos arrestó,” dijo Thompson. “Así que consentimos y dijimos: ‘Está bien.'”

Pero el grupo tenía el mismo problema que el de la noche anterior: 33 niños sin lugar para dormir. Desesperados, los bautistas le propusieron al jefe de los guardas fronterizos: Ellos se quedarían en la frontera esa noche, y a la mañana siguiente el chofer del bus llevaría a Silsby a Puerto Príncipe para obtener el documento, y los otros se quedarían en la frontera hasta que ella volviera. El jefe de los guardas fronterizos estuvo de acuerdo con el plan, y el bus fue trasladado al área cercada.

Los bautistas y los guardas de la frontera — muchos de los cuales habían crecido huérfanos y apreciaban lo que los bautistas estaban haciendo — entonces comenzaron a trabajar juntos para alistar a los niños para dormir. El área de dormir sería el área del pórtico con cobijas extendidas.

“[Los guardas de la frontera] estaban muy agradecidos y nos expresaban bastante su gratitud por lo que estábamos haciendo para ayudar a su país,” dijo Thompson. “Tuvimos una buena sensación de recepción por parte de ellos.”

Pronto, un grupo deL personal médico llegó, ya que de alguna manera habían oído sobre los niños. Estos oficiales se ocupaban de una instalación médica en Haití a ocho kilómetros de la frontera y ofrecieron hacerles a los niños chequeos físicos — incluyendo la medicina para los gusanos — al día siguiente. Los bautistas estuvieron de acuerdo. El nuevo plan para el sábado — aprobado de nuevo por el jefe de los guardas fronterizos — ahora era que el bus dejara a los niños en la instalación médica mientras Silsby iba a Puerto Príncipe a obtener el documento. La difícil y frustrante situación de los bautistas ahora parecía tener un aspecto positivo, y quizá, las cosas volvieran a su lugar al día siguiente. Esa pizca de optimismo pronto se volvió en gozo esa noche cuando la conversación entre los bautistas y los guardas fronterizos se tornó espiritual.

‘QUIERO HACERME CRISTIANO’

Con los niños dormidos y los miembros del grupo preparando comida rápida, los guardas fronterizos y los bautistas practicaron sus habilidades lingüísticas — el limitado inglés de los guardas fronterizos y el brusco creole de los bautistas. De repente, uno de los guardas fronterizos, que hablaba a través de un traductor, les dijo a los bautistas: “Quiero hacerme cristiano y quiero saber cómo hacerme cristiano.” Los bautistas, maravillados de lo que se les había pedido, guiaron al hombre al Señor.

“Dios estaba usando nuestro acto de compasión por su país para atraer a este hombre hacia él — estoy seguro junto con muchas otras cosas,” dijo Thompson. “Debido a lo que recién había pasado llegamos a estar muy satisfechos de que este era el momento ordenado por Dios para la nueva vida de este hombre.”

Los bautistas se regocijaron con el hombre, y la experiencia hizo el hecho de que todavía estaban en Haití — y dormirían sin una cama por segunda noche consecutiva — significativamente más gustosa. Esa sería la última noche que dormirían en libertad antes de ser encarcelados.

Despertaron a la mañana siguiente listos para atar todos los cabos sueltos y finalmente obtener los documentos apropiados para viajar a la República Dominicana — donde un grupo de una iglesia de Idaho esperaba — pero pronto se les dijo que había habido cambio de planes. No se les permitiría llevar a los niños al centro médico, y a Silsby no se le permitiría viajar sola a Puerto Príncipe. En vez de eso, a todos — a los 10 bautistas y a los 33 niños — se les dijo que abordaran el bus y fueran a los servicios infantiles haitianos, que justamente ocupa el mismo edificio que la estación de policía de Puerto Príncipe. No se les dio ninguna explicación detallada.

“Nuestro entendimiento fue que íbamos de regreso para obtener la documentación,” dijo Thompson. “Así que obedecimos.”

UNICEF SE INVOLUCRA

El bus pasó el complejo médico en ruta a Puerto Príncipe y llegó a la estación de policía alrededor de las 8 ó 9 de la mañana. Irónicamente, era uno de los edificios en los que el grupo había estado el día anterior tratando de obtener el documento haitiano que los oficiales no habían podido encontrar.

La policía escoltó a Silsby y a su traductor a una oficina, y dejó a los otros nueve bautistas y a los 33 niños en un área de espera. La discusión entre la policía y Silsby duró más de una hora, y ella salió llena de optimismo de que todo estaba bien.

“Laura salió de esta reunión muy satisfecha de que la policía estuviera lista para enviarnos de nuevo al bus con los niños y dirigirnos a la frontera porque ella había rendido la documentación de los directores de los orfanatorios,” dijo Thompson. “Ella les dijo toda la historia. Estábamos realmente en un edificio donde habíamos estado el día anterior tratando de obtener la documentación. Así que ella pudo decir: ‘Ya estuvimos aquí, hemos intentado esto. Nadie estaba aquí para recibirnos este papeleo.'”

No obstante no se les permitió dejar la estación de policía solamente porque una representante de los servicios infantiles estaba en camino hacia el edificio para encontrarse con Silsby. Luego de eso — por lo menos eso pensaron ellos — podrían irse.

Finalmente, la mujer llegó, y Silsby y los otros supieron que algo podría interpretarse erróneamente. La mujer era una trabajadora de UNICEF a quien Silsby reconoció de una visita anterior a las oficinas de los servicios infantiles. Ella entró al edificio con un grupo de empleados de UNICEF, todos ellos llevaban puestas camisas con el logo de UNICEF. Un “cambio espiritual,” dijo Thompson, tuvo lugar.

Aun así, sin embargo, no había razón para preocuparse. “Ustedes van a estar bien,” le dijeron los policías al equipo. Pero pronto el grupo comenzó a cuestionarse esa lógica. La extensa reunión entre la mujer de UNICEF, Silsby y la policía apenas había comenzado cuando los otros empleados de UNICEF llevaron cámaras y micrófonos al área de espera para tomar videos de los niños mientras hablaban con ellos en creole. Los niños comenzaron a llorar, y el documental se pasó en las ediciones noticiosas alrededor del mundo.

“Ese fue un absoluto plan,” dijo Thompson. “Ellos estaban construyendo su caso con nosotros como secuestradores y traficantes de niños.”

Aun peor para los bautistas, los empleados de UNICEF les dijeron a los niños que los 10 éramos secuestradores que querían vender niños como esclavos o vender sus órganos, dijo Thompson.

“Lo que esas cámaras no mostrarían — lo cual es irónicamente sorprendente — es que esos niños estaban sentados en nuestro regazo, llorando en nuestro hombro y que no corrían de nosotros,” dijo Thompson. “Nosotros éramos la misma gente que la gente de UNICEF decía que los habíamos secuestrado. No había ningún policía que en ese momento nos estuviera quitando a los niños. Nadie nos alejó de los niños. Todavía los niños estaban a nuestro cargo. Ellos ni siquiera se volvieron a los policías. Para nosotros, eso comenzó realmente a decirnos que estábamos exactamente en medio de algo muy espiritualmente activo. Para nosotros, era claro que había una batalla espiritual y que nosotros estábamos en el centro de ella.”

Después de que las cámaras de UNICEF se fueron, sin embargo, los niños se calmaron, y a los bautistas se les permitió regresar al bus donde tenían comida y agua para alimentar a los niños. Mientras la reunión se hacía interminable, los niños comieron y todos esperaban un reporte de Silsby.

Finalmente — luego de una hora y 45 minutos después de comenzar — la reunión terminó. Como a propósito, el personal de cámara de UNICEF una vez más puso los micrófonos en las caras de los niños, quienes, una vez más, comenzaron a llorar y a gritar. La mujer de UNICEF — cuyo nombre Thompson todavía no conoce — entonces se dirigió a una conferencia de prensa en una parte adyacente del edificio, donde anunció que los bautistas había sido acusados de secuestro y tráfico de niños. Thompson observaba la conferencia de prensa al igual que algunos de los niños. Un policía realmente le interpretaba la conferencia de prensa a Thompson. Era una escena surrealista.

“Él estaba justamente junto a mí, no estaba actuando sobre los cargos de los que ella estaba hablando en la conferencia de prensa,” dijo Thompson. “Y todavía, no se había presentado un gran número de policías. Nadie llegó con esposas. Todavía teníamos a los niños a nuestro cuidado, y ella le estaba diciendo al mundo que éramos secuestradores y traficantes… Ellos definitivamente todavía lloraban y estoy seguro que pensaban pesadamente en lo que estaba pasando. Es difícil saber realmente qué se estaba procesando en la mente de esos niños.”

Pronto, sin embargo, los 10 bautistas fueron arrestados, y comenzó una dura experiencia que por siempre cambió sus vidas. Esa noche sería el primer día de casi tres semanas en la cárcel para ocho de ellos y más de 100 días de prisión para Silsby.
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Michael Foust es editor asistente de Baptist Press.