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Hija se une a su madre en gratitud a Mission:Dignity

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DALLAS (BP) — Estela Rangel era hija de un pastor y, como tal, cuando se casó con su esposo, David, solo le exigía una cosa: “Nunca seas pastor.” De niña, se había sentido presionada para ser perfecta en los ojos de la iglesia y, ahora, como adulta, quería una vida distinta.

“Pero Dios tenía sus propios planes”, afirma Estela.

Después de cinco años de matrimonio, David comenzó a hablarle acerca del llamado que sentía de ser pastor. Los dos eran voluntarios en un ministerio de la Misión Hispána (el bus ministry), donde el padre de Estela había sido pastor, y David sintió ese llamado en su corazón para dedicarse tiempo completo al ministrio.

“Sé que, sin tu ayuda, no llegaré a ninguna parte”, le dijo David a Estela.

“Así que acepté apoyarlo, pero sin mucho entusiasmo”, admite Estela.

Los Rangel sirvieron a la iglesia durante cinco años y, recién entonces, Estela sentía que se había entregado completamente a su vida como esposa de un pastor. “Me di cuenta de que tenía que dejar de preguntar ‘¿qué va a decir la gente de mí, qué van a pensar?’ y comenzo a preguntar ‘¿qué va a hacer Dios y cómo puedo ser parte de ello?'”

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Poco después de que Estela comenzara a aceptar su llamado de ser la esposa de un pastor, David decidió alejarse del pastorado por un tiempo.

Los Rangel sabían que si iban a liderar una iglesia, ambos necesitaban estar comprometidos con la causa. Así que cuando tuvieron que regresar al pastorado, se prometieron mutuamente, y al Señor, que se esforzarían para hacerlo de la mejor manera posible.

“Es como dice el Antiguo Testamento: ‘Escoge hoy a quien servirás . . . pero yo y mi casa serviremos al Señor’ (Josué 24:15, Nueva Versión del Rey Jacobo).”

Y eso hicieron. Estela y David sirvieron fielmente como ministros por 35 años, establecieron cuatro iglesias de habla hispana y realizaron muchos viajes misioneros a Guatemala y a México antes de que él falleciera en 2014.

“Dios le dio a mi esposo el corazón de un pastor; incluso cuando estaba enfermo, nunca permitió que su enfermedad le impidiera servir a Dios”, dijo Estela.

Después de que David falleció, Estela tuvo que enfrentarse sola la carga financiera que implicaba el pago de una hipoteca y otras facturas.

Sentía que no tenía a quién acudir, y fue en ese momento cuando recordó que David se había comunicado con Mission:Dignity, de GuideStone, en nombre de su madre. Desde 2006, la madre de Estela, Josefa, recibe un subsidio mensual que la ayuda a cubrir gastos. Estela se comunicó con ellos con la esperanza de que también pudieran asistirla.

Poco después de haber solicitado la ayuda, Estela se enteró de que pronto recibiría un subsidio mensual por parte de Mission:Dignity. En la actualidad, madre e hija no tienen que preocuparse tanto por llegar a fin de mes.

A pesar de que Estela y Josefa extrañan a sus esposos, todos los días reciben señales de la fidelidad de Dios. De hecho, la primavera pasada, seis generaciones de su familia se reunieron para festejar los noventa años de Josefa.

Cuando Estela reflexiona sobre el estilo de vida que no estaba segura de querer, agradece haber confiado en el plan de Dios y, finalmente, haberse entregado a él.

Ella recita: “Dios promete que nunca nos dejará ni nos abandonará y ese es el sentimiento más maravilloso.”

Si usted conoce a algún pastor, trabajador o viuda de la Convención Bautista del Sur que necesite ayuda, comuníquese con Mission:Dignity al 1-877-888-9409 para pedir una solicitud.

Mission:Dignity provee ayuda financiera a más de 1,800 ministros retirados de las Iglesias Bautistas del Sur, trabajadores y sus viudas que necesitan recursos adicionales; entre ellos se incluyen beneficiarios de habla hispana y coreana.