A medida que crece la población hispana en los Estados Unidos, surgen nuevos retos. Por ejemplo, cada vez más niños y adolescentes de hogares hispanos mejoran sus conocimientos de inglés, pero no desarrollan o incluso pierden sus conocimientos nativos de español.
Como resultado, en muchos hogares hispanos de EE.UU., los padres hablan poco inglés y sus hijos hablan poco o nada de español. Esta realidad ha creado un entorno en dónde muchos padres—y la iglesia—luchan por conectar con la generación más joven.
Estos retos son los que impulsaron a Manuel Martínez, pastor de la Iglesia Bautista Logos en Brownsville, a iniciar un ministerio hispano en inglés.
“A los jóvenes hispanos de segunda y tercera generación les cuesta conectar con las iglesias de habla hispana porque no dominan el español. Por eso muchos abandonan la iglesia justo después de la Escuela Superior,” dice Martínez, quien ha sido formado por la subcultura hispanoamericana.
Nacido en Matamoros (México), Martínez se trasladó a Carolina del Norte cuando tenía 6 años. Cuando empezó a ir a la escuela, el inglés se convirtió en su lengua materna, pero mantuvo su capacidad para hablar español porque era el idioma que se hablaba en casa. Comenzó a trabajar a los 15 años para ayudar a mantener a su familia, que incluía a su madre y dos hermanas pequeñas. Su padre llegó a Estados Unidos para vivir con la familia, pero los padres de Martínez se separaron cuando él tenía 17 años.
Siguieron años de dificultades. Tras la separación, su padre fue deportado y su madre se volvió a casar y regresó a México, dejando a Martínez con sus dos hermanas, que ahora dependían de él. El abandono, la presión económica, problemas en pasadas relaciones y su situación migratoria le llevaron a una época muy oscura en dónde sufrió con una depresión y pensamientos suicidas.
Durante esta temporada de la vida de Martínez, un hombre llamado Carlos, quien es el encargado del mantenimiento de la iglesia de su abuela, Iglesia Bautista West Brownsville, vino a visitarlo. Él compartió el evangelio con Martínez, de 18 años, quien entregó su vida a Cristo. En West Brownsville, Martínez fue discipulado por el pastor Carlos Navarro y comenzó a sentir que el Señor lo llamaba al ministerio.
“Sentí en mi corazón que Dios me iba a usar como pastor, aunque no sabía lo que eso significaba,” dijo Martínez.
Con el tiempo, Martínez comenzó a servir en el ministerio juvenil, donde conoció a su esposa y ayuda idónea, Karla. Participó activamente en la evangelización de su comunidad y dirigió la adoración en la iglesia. También sirvió como maestro de Biblia para jóvenes y evangelista de jóvenes, predicando en varios eventos.
Debido a que estuvo muy involucrado con los jóvenes, Martínez vio repetidamente que las generaciones más jóvenes de hispanos se desconectaban de la iglesia después de dejar el grupo de jóvenes. Parte del problema, reconoció, era que las generaciones más jóvenes se encontraban en medio de dos culturas, sin pertenecer plenamente a ninguna de ellas. No podían identificarse con la cultura estadounidense y, al mismo tiempo, les resultaba difícil conectar con la cultura hispana porque no hablaban el idioma con fluidez.
“Vi a muchas familias rotas como la mía y a muchos jóvenes sufriendo como yo,” afirma Martínez.
Con la inquietud de cerrar esa brecha que vio entre los hispanos más jóvenes creciendo alrededor de él, Martínez pasó cinco años apoyando los comienzos de plantación de la Iglesia Bautista Jericó, ayudando en el área evangelismo, adoración y discipulado mientras continuaba trabajando con los jóvenes de West Brownsville. En el 2018, Navarro bendijo el deseo de Martínez de comenzar un nuevo ministerio para alcanzar a las generaciones hispanas más jóvenes. Martínez y su esposa comenzaron abriendo su casa para estudios bíblicos a los que asistían estudiantes de secundaria y universitarios. También comenzaron una práctica que continúan hoy: evangelizar a la gente en parques públicos cada semana. Después de un año, el grupo comenzó a celebrar servicios de adoración una vez al mes en un área proporcionada por West Brownsville.
A medida que el grupo continuaba creciendo, comenzaron a orar por un lugar permanente para reunirse. En el 2020, Dios proveyó ese lugar a través de una generosa mujer que les dio las llaves de un pequeño edificio con capacidad para unas 40 personas. Los preparativos para utilizar el edificio estaban en marcha cuando COVID golpeó, reduciendo el número de personas que se estaban preparando para poner en marcha lo que se convertiría en la Iglesia Bautista Logos de 20 personas a seis. Los que quedaban estaban decididos a continuar con el lanzamiento y, tras la cuarentena, reanudaron las reuniones en persona.
Una vez se reanudaron, Martínez y la iglesia descubrieron que algunos de los jóvenes que estaban llegando traían a sus padres y a otros miembros de la familia. Aunque acogieron este hecho con entusiasmo, esto trajo un reto con el que Martínez se había familiarizado: ahora tenían una generación mayor de hispanos a los que les costaba conectar porque los servicios eran en inglés. Eso llevó a Logos a iniciar un servicio adicional en español. Martínez dijo que alrededor de 45 personas asisten regularmente a los servicios.
Logos es una iglesia apasionada por las misiones. El año pasado destinó el 18% de su presupuesto anual a las misiones, lo que incluyó el apoyo a dos misioneros en España y el envío de estudiantes universitarios a viajes misioneros. Uno de esos viajes fue a Dallas, donde atendieron a una comunidad de inmigrantes de Afganistán. Como resultado, varios inmigrantes renunciaron al islam y entregaron sus vidas a Cristo. La iglesia también ministra en el campus de la Universidad de Texas Rio Grande Valley en Brownsville, donde los miembros llevan a cabo estudios bíblicos que han llevado a tres estudiantes a aceptar a Cristo y ser bautizados.
También se han unido a Navarro para ministrar a los inmigrantes que llegan al centro de Brownsville, alimentándoles, dándoles mantas y predicando el Evangelio.
Martínez, que sirve y trabaja bivocacionalmente, sigue orando por más obreros que ayuden a discipular a las personas que están alcanzando. La iglesia también está pidiendo en oración a Dios que provea un nuevo edificio que pueda sostener el crecimiento que está experimentando. Aunque Logos está situada en uno de los condados más pobres de Texas, y con una ofrenda semanal media de 130 dólares, la iglesia sigue confiando en que Dios proveerá a sus necesidades para que puedan expandir Su reino.
“La historia de Logos ha sido una de Dios haciendo abundantemente más de lo que pedimos o esperamos,” dijo Martínez. “Su bondad derramada sobre nuestras vidas nos impulsa hacia adelante mientras buscamos conocer a Jesús y darlo a conocer. Por la gracia de Dios, continuaremos haciendo eso en el Valle del Río Grande, en Texas y en el mundo.”