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La Llegada del Rey

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NASHVILLE, Tenn. (BP)–¿Alguna vez ha pensado como sería vivir en la época de los reyes, las reinas y los caballeros? Sabemos un poco acerca de cómo se vive bajo una monarquía o “reinado” sólo a través de los libros de historia, las novelas y las películas populares. Sabemos que el rey era el gobernante absoluto y algo sobre la “pompa y circunstancia” que ello implicaba.

Imagine por un momento que está viviendo en una pequeña población durante el reinado de un rey sabio y benévolo. Un día se anuncia que el rey viene a visitar su pequeño pueblo. ¿Qué preparativos tendrían que hacerse? Sólo podemos imaginar que todos los habitantes trabajarían juntos para asegurarse que el pueblo esté reluciente y que todos estuvieran listos para una visita de la realeza.

Permítame transportar esta imagen a una visita real más reciente. Tuve el privilegio de hacer mis estudios en la Universidad de Cambridge. Mi supervisor fue el Profesor C.F.D. Moule, quien tuvo un papel principal en la traducción [de la Biblia] al inglés moderno. En alguna ocasión le pregunté si había conocido a la Reina en persona. Él sonrió y me contó acerca de la vez que lo invitaron al palacio a poco tiempo de haberse dado a conocer la traducción [de la Biblia] al inglés moderno. Le dijeron qué vestir, cómo reclinarse para saludar, dónde pararse y cómo saludar a la Reina. Después de todo, ella es parte de la realeza.

La navidad se trata de la venida del Rey de reyes. Hemos mezclado tantos sentimientos en la navidad que a menudo olvidamos que en ella celebramos el arribo del único Rey verdadero. Es lo apropiado que la llegada del Rey fuera anunciada por un coro de ángeles. Pero nos sorprenden el hospedaje preparado para el Rey que ha de gobernar así como algunos de quienes le dieron la bienvenida.

— La promesa profética.

La cautividad en Babilonia había sido devastadora para el orgullo judío. Jerusalén había sido saqueada y el templo –la representación terrenal visible de la presencia de Dios entre Su pueblo—había sido reducido a ruinas. Dios inspiró al profeta Ezequiel para poner en perspectiva divina estos acontecimientos históricos.

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Ezequiel explica la devastación en términos de la desobediencia de Israel. La gente que había sido llamada en el nombre de Dios había profanado Su santo nombre (Ezequiel 36:20). Aún así, comenzamos a escuchar una palabra de aliento. Dios declara que está preparado para traer la restauración por amor a Su propio nombre. Planea vindicar Su nombre entre las naciones al probarse Santo entre Su pueblo a la vista de todas las naciones. Si ha leído el resto del capítulo 36, encontrará promesas de reavivamiento y restauración que concluyen con la promesa de fructificación renovada. Pero la restauración prometida tiene como meta el convencer a las naciones que sólo hay un Señor (capítulo 38).

Las buenas noticias de la restauración futura continúan en el pasaje del valle de los huesos secos (capítulo 37). Los capítulos 40 al 48 contienen planes para la restauración del pueblo de Dios, incluyendo los planes para reconstruir el templo. Podemos saltarnos las medidas detalladas y enfocarnos en la promesa final en la profecía de Ezequiel: “y el nombre de la ciudad desde ese día será: JEHOVA SHAMMA.” (48:35). “El Señor está Ahí” es el nombre “Jehová Shamma.” La característica única de la religión israelita era que Dios estaba presente con ellos en todo tiempo y en todo lugar (véase Éxodo 33:13-16). Por lo tanto, es importante notar que el último nombre dado a Dios en el Antiguo Testamento habla de su presencia.
— La promesa cumplida en persona.

El Nuevo Testamento comienza con la historia de un nacimiento. No fue un nacimiento cualquiera, discúlpeme, sino el nacimiento de uno que sería llamado Jesús (Mateo 1:18-23). Jesús es la forma griega del nombre hebreo “Joshua” que significa “Jehová es salvación.” El nombre apunta hacia el nacimiento del Mesías (Rey) del linaje de David. Él será el Rey que liberará a Su pueblo y los purificará de juicio.

Esta declaración en los versículos 18-23 fue precedida por la genealogía que inicia el Evangelio de Mateo. El linaje se presenta en tres grupos de catorce generaciones indicando que el tiempo de preparación está completo y que el tiempo del cumplimiento mesiánico está cerca. Trazar el linaje de Jesús a través de la línea real de Judá verifica Su estatus como Rey de los judíos. Además, lo establece como el “hijo de David.”

Quizá recuerde que el Rey David había planeado construir una casa para el nombre de Dios. Dios le informó a David que no le permitiría construir el templo durante su reinado terrenal. Sin embargo, Dios le dio a David una promesa que excede todas las expectativas. “Y cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo estableceré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y aseguraré su reino. El edificará casa á mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré á él padre, y él me será á mí hijo. ” (2 Samuel 7:12-14a). La promesa de David que uno de sus descendiente establecería un reino que duraría para siempre no podría ser cumplida en un mero rey terrenal.

Mateo clarifica después el papel e identidad de Jesús al enlazar Su nacimiento con otra profecía de Isaías 7:14. “He aquí, la virgen estará encinta y dará a luz a un hijo, y le pondrán por nombre Emanuel, que traducido quiere decir ‘Dios con nosotros'” (Mateo 1:23).

En este momento comenzamos a ver la conexión con la profecía de Ezequiel. El Antiguo Testamento terminó con la promesa de que cuando ocurriera la restauración, [entonces] “Jehová está Ahí”- Jehová Shamma. Ahora el Nuevo Testamento comienza con la palabra del cumplimiento, “Dios está aquí”- Emanuel. Jesús es quien cumple la promesa de Jehová Shamma. Dios no está presente en la tierra en un templo físico sino en Su Hijo.

Quizá recuerde que en la Pascua y la limpieza del templo Jesús se refirió a Su cuerpo como el templo. Jesús respondió, “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19). Los judíos respondieron que tomó 46 años construir el templo, y aún así Jesús clamaba que podía levantarlo en tres días. El templo donde “Dios está aquí” es el cuerpo de Su Hijo, no las piedras del templo terrenal.

¡La presencia del Dios Santo ahora es posible mediante una relación personal con Su Hijo!

— Los sabios lo entendían

La historia de la visita de los magos sólo aparece en el Evangelio de Mateo y fortalece la afirmación que hizo Jesús de ser el legítimo Rey de los judíos. Mientras lee Mateo 2:1-12 notará el contraste con el ilegítimo Rey Herodes. Herodes podría clamar ser el Rey de los judíos, pero Mateo aclara a través de los magos que el verdadero Rey de los judíos había nacido. “¿Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos?” (2:2). Ya que los sabios eran gentiles, tenían un conocimiento limitado de la promesa judía y buscaron información más detallada.

Además, la visita de los sabios del este indica que Jesús no sólo era el Rey de los judíos, sino el Rey de todas las naciones. Este tema estaba clara y regularmente articulado en el Antiguo Testamento pero había sido ampliamente ignorado por el pueblo judío.

Todo el episodio de los sabios trayendo regalos exóticos al Rey de los judíos pudiera recordarnos la visita de la Reina de Saba al trono de Salomón llevando regalos lujosos. Ella fue motivada a hacerlo por los reportes que decían que “la fama de Salomón en el nombre de Jehová, vino a probarlo con preguntas” (1 Reyes 10:1). Mientras la reina presentaba los regalos, ella bendecía al Señor Dios que puso a Salomón en el trono de Israel.

Se le ha dado mucha atención a los regalos que trajeron los magos. Algunos intérpretes argumentan que representan la mercancía que vendían, y por lo tanto que estos hombres están poniendo sus vidas ante el verdadero Rey. Otros los ven como relacionados con la vida y muerte de Jesús.

En cualquier caso, es claro que eran regalos dignos de un rey y éste es el mensaje principal que debemos escuchar. Estos hombres y sus regalos pudieran traer a la mente profecías como las del Salmo 72:10-15 e Isaías 60:11-15 que prometen que reyes extranjeros se postrarían ante el Rey de reyes. “Los reyes de Tharsis y de las islas traerán presentes; los reyes de Sheba y de Seba ofrecerán dones. Y arrodillarse han a él todos los reyes; le servirán todas las gentes” (Salmo 72:10-11).

— Una respuesta adecuada en la presencia del Rey.

El relato navideño en Mateo está seguido inmediatamente por el sermón de Juan el Bautista que anuncia el Reino de Dios está cerca (Mateo 3:1-2). El Rey ha llegado y por lo tanto Su Reino está avanzando. Ahora estamos preparados para las primeras palabras del Sermón del Monte—”Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

Varias de las parábolas del Reino, tales como la parábola del agricultor y el campo con un tesoro enterrado y la historia del mercader de perlas y la perla invaluable, apuntan hacia una conclusión obvia. Si uno descubre al Rey, lo dejará todo por seguirlo.

¿Tiene usted una relación personal con el Rey? Si es así, ¿ha puesto su vida y recursos a Sus pies en adoración? ¿Está comprometido con llevar Su mensaje a las naciones para que cada pueblo y tribu tengan el privilegio de alabar a su legítimo Rey?
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Kenneth S. Hemphill es el estratega nacional de Empowering Kingdom Growth en la Convención Bautista del Sur.