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La reversión del papa de la pena de muerte promueve un examen más detenido

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ROME (BP) — La reversión del papa Francisco de la enseñanza católica sobre la pena de muerte continúa atrayendo reacción, donde algunos teólogos bautistas del sur dicen que el movimiento contradice los principios bíblicos de la ética.

Al mismo tiempo, los teólogos encuestados por Baptist Press comparten las preocupaciones de Francisco por la aplicación de la pena capital en medio de múltiples inyecciones letales en EE.UU. que han fallado en años recientes, y la creciente concientización de las disparidades raciales y económicas en el sistema de justicia criminal.

“El Catecismo Católico ha cambiado considerablemente desde su establecimiento en el siglo XVI,” le dijo Rex Butler, historiador de la iglesia en el Seminario Teológico Bautista New Orleans, a BP. “Juan Pablo II efectuó un considerable cambio con su mitigado apoyo a la pena capital, pero la enmienda del papa Francisco que declara la pena capital ‘inadmisible’ marca un corte más radical desde la posición histórica de la Iglesia Católica.”

El Vaticano anunció el 2 de agosto que el párrafo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica — un compendio de la enseñanza católica — había sido revisado para poner de manifiesto: “La iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que ‘la pena de muerte es inadmisible debido a que es un ataque a la inviolabilidad y dignidad de la persona’, y ella [la iglesia] trabaja con determinación para su abolición a nivel mundial.”

Previamente, el párrafo 2267 estableció: “Asumiendo que la identidad y la responsabilidad de la parte culpable hayan sido completamente determinadas, la enseñanza tradicional de la iglesia no excluye el recurso de la pena de muerte, si esta es la única manera posible de efectivamente defender las vidas humanas en contra de un agresor injusto.”

Butler, profesor de historia de la iglesia y patrología en el Seminario New Orleans, dijo que el cambio va en contra de por lo menos 1,600 años de enseñanza católica sobre la pena capital. Agustín la endosó en el siglo V, dijo, Tomás Aquino en el siglo XIII y el Concilio de Trent en el siglo XVI.

En 1995, el papa Juan Pablo II desanimó la aplicación de la pena de muerte en su encíclica Evangelium Vitae. Su postura fue citada en una revisión del Catecismo en 1997, el cual, no obstante, continuó afirmando la admisibilidad de la pena capital, aunque añadió: “Los casos en los cuales la ejecución del ofensor es absolutamente necesaria ‘son muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.'”

Butler dijo en comentarios escritos que la “afirmación [del papa] de la dignidad de una persona … inclusive después de la comisión de crímenes muy serios’ es elogiable.” Pero “para este papa declarar que ‘la pena de muerte es inadmisible’ y esperar también el fin de la cadena perpetua [como pidió en una alocución de 2014] difícilmente parece útil y ciertamente no es práctico.”

Russell Moore, presidente de la Comisión de Libertad Religiosa y Ética, expresó una crítica similar en un comentario del 2 de agosto.

“Los cristianos pueden debatir si un estado debe declarar una moratoria en la pena capital mientras se reforman las prácticas de sentencias injustas,” escribió Moore. “Los cristianos puede debatir si la pena de muerte es efectiva como un disuasivo o si la pena de muerte es significativa del todo en un mundo en el cual el sistema legal aplaza por años la aplicación del castigo. Estos son debates prudenciales sobre cómo ordenar mejor nuestros sistemas políticos, no debates sobre si cada acto de homicidio es asesinato y por lo tanto inmoral e injusto.

“El papa está aquí haciendo más que solamente un argumento prudente. Aplica el mandamiento en contra del homicidio a cada aplicación de la pena capital. En eso, yo creo que él está equivocado. Puede que discrepemos, con buenos argumentos de ambos lados, sobre la pena de muerte. Pero al hacerlo, no debemos perder la distinción que la Biblia hace entre el inocente y el culpable. El Evangelio nos muestra el perdón para el culpable a través de la expiación de Cristo que absorbe el pecado, no mediante el rechazo del estado de ejecutar la justicia temporal,” escribió Moore.

R. Albert Mohler Jr., presidente del Seminario Teológico Bautista Southern, también defendió la pena capital con base bíblica, cuando dijo que el postulado de la Iglesia Católica de que la doctrina puede desarrollarse durante los años, contradice la Reforma de sola Scriptura.

“Los reformadores llegaron a entender que deben definir el desarrollo de la doctrina en términos y en términos solamente de fidelidad a la Sagrada Escritura,” dijo Mohler el 3 de agosto en su publicación iPod The Briefing. “El asunto es qué enseña la Escritura, y los reformadores llegaron al entendimiento de que la doctrina correcta siempre sería doctrina correcta y que la falsa doctrina siempre sería falsa doctrina. No es el derecho o la administración de la iglesia o de ninguna autoridad en la iglesia cambiar lo que era correcto a incorrecto o incorrecto a correcto.”

Evan Lenow, profesor de ética en el Seminario Teológico Bautista Southwestern, le dijo a BP que una consideración cristiana de la pena capital debe “balancear” el permiso de la Biblia de que el gobierno ejecute la pena capital en pasajes como Génesis 9 y Romanos 13 con “la importancia de la vida humana en toda la Escritura” y las realidades “de que la misericordia es parte del carácter de Dios que nosotros debemos emular” y “la pena capital termina cualquier otra oportunidad de rehabilitación y evangelismo.”

“Creo que la pena capital está garantizada bíblicamente, pero solo quisiera que se aplicara en las más claras circunstancias,” dijo Lenow en comentarios escritos. “Si hay una posibilidad de obtener la condena equivocada o aplicar la pena de muerte injustamente, entonces no quisiera que se aplicara en esa situación. Como hemos visto a través de los años, muchas personas condenadas a muerte han visto sus condenas revocadas. En algunas de esas situaciones, la condena ha sido revocada después de la ejecución.

“No sé si hay alguna manera humana de quitarle la vida a alguien,” dijo Lenow. “Aprecio el intento de hacer la muerte a través de la pena capital tan indolora como sea posible, pero eso nunca se logrará completamente. También pienso que debemos preocuparnos cuando los métodos que son usados para las ejecuciones no funcionan apropiadamente.”

La Convención Bautista del Sur (SBC) habló la última vez de la pena capital en 2000, cuando aprobó una moción que apoyaba “el justo y equitativo uso de la pena capital por los magistrados civiles como una forma legítima de castigo para aquellos culpables de homicidio o de actos traidores que resulten en muerte.”

La moción “urgió que la pena capital sea administrada solamente cuando la búsqueda de la verdad y la justicia resulta en clara y concluyente evidencia de culpabilidad.” También “urgió a que la pena capital sea aplicada tan justamente como sea posible sin el indebido retraso, sin referencia a la raza, la clase, el estatus del culpable.”

En 2015, el Centro de Investigación Pew reportó que la SBC y el Sínodo de la Iglesia Luterana de Missouri fueron dos de las denominaciones protestantes más grandes que apoyan la pena de muerte. Junto a la Iglesia Católica en oponerse a la pena capital están la Iglesia Metodista Unida, la Iglesia Evangélica Luterana de EE.UU., las Iglesias Bautistas Americanas EE.UU. y la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) entre otras denominaciones.

En general, el apoyo a la pena de muerte entre los estadounidenses se ha mostrados ligeramente ascendente desde 2016, de acuerdo con Pew. Pero el apoyo ha descendido notablemente durante las pasadas dos décadas. Cincuenta y cuatro por ciento de los estadounidenses favorecen la pena de muerte hoy en día para gente convicta de asesinato, mientras que 78 por ciento la favorecían en 1996, reportó Pew en junio. Hace dos años, 49 por ciento apoyaba la pena de muerte.

Los católicos parecen divididos por el último pronunciamiento del papa, como lo ilustraron ensayos divergentes publicados en el sitio web conservador National Review. Nicholas Frankovich, editor de dirección delegada de National Review, adujo que el cambio en la enseñanza católica es aceptable como “un criterio prudente relacionado con los asuntos de estado.” En contraste, el pasante editorial de National Review, Liam Warner llamó el cambio catequista “una evidente contradicción en la doctrina católica.”

Lenow especuló que, en los años venideros, “veremos menos ejecuciones en este país a medida que la gente luche con cómo aplicar la pena capital tan equitativamente como sea humanamente posible.”

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  • Por David Roach